30 noviembre 2010

Cambalache...

"Que el mundo fue y será una porquería..."
dice el tango,
y tiene mucha razón...

Aunque la vida a veces se disfrace de agradable
y se tiña de colores
para hacernos creer que no lo es tanto,
al fin se cansa de jugar
con nuestra ingenuidad y vuelve a mostrarse como es:

Una porquería...

27 noviembre 2010

Ex-jefe II, o ¿dónde está?!!

Novato aún, en mi primer turno de nochero, llegué a casa una mañana, después de una ardua jornada de 12 horas de trabajo nocturno. Desayuné y a la cama. Lo único que quería era dormir...

No creo llevara más de 1 hora durmiendo, cuando sonó -implacable- el teléfono...
Mi negrita (que por entonces aún no trabajaba), contestó pronta, para que el sonido no me despertara.
Una voz cortés, pero algo dura, le pidió hablar conmigo.
Ante la duda de ella, y sus explicaciones de que estaba durmiendo, la voz le dijo secamente:

- Sé que está durmiendo, soy su jefe, despiértelo.

Pobre ella, pensando en que si mi jefe me llamaba a esa hora sería por algo importante, tal vez por un error mío, una falta, corrió a despertarme. Medio dormido aún, acudí al teléfono.
El inefable, al oír mi voz, me interrumpió bruscamente, diciéndome, con voz por demás autoritaria:

- Tenía un lápiz en el cajón de mi escritorio, ¿dónde está?!!




Intentar explicarle que no sabía, que nunca entré a su oficina ni me acerqué a su escritorio, que nadie más lo hizo en toda la noche, que a mí poco me importaba un simple lápiz, teniendo tanto trabajo, no pasó de ser eso, un intento... porque no me dejó hablar siquiera, ni una palabra, hasta que luego de una larga perorata acerca de mis deberes mal hechos, acerca de la propiedad ajena, y bla bla bla, me cortó...

Demás está decir que ni a mediodía conseguía todavía dormirme de nuevo.
Demás está decir que, a la tercera llamada de ese tipo [¿quién usó mi taza? o ¿dónde está mi cuchara?, ¡no puedo tomar café sin mi cuchara!] en los siguientes turnos de noche, mi esposa compró un teléfono con visor de llamadas y nunca, nunca jamás, volvió a contestar sus llamadas... ni a dejarme que las contestara...

Cuando el inefable me preguntaba, ya en el trabajo, por qué no contestaba sus llamadas, yo encogía mis hombros y le decía, humilde:
- Esa mujer, jefe, que espera que me duerma y desconecta el teléfono... yo le digo que no lo haga, me enojo, la reto, pero es tan porfiada...  no sé que hacer con ella...
El inefable me miraba a la cara, y aunque asentía a mis palabras, sé que sabía que me estaba burlando de él, y sé que sabía también que yo sabía que él lo sabía...

¿Será por eso que nunca me quiso?

.

26 noviembre 2010

Soledad...

Tanta gente que se queja de estar sola...
y yo,
hoy,
lo que más quisiera es estar solo...



Cosas que le pasan a uno, digo yo...

24 noviembre 2010

Flores

Hay flores que, con sus bellos colores,
asombran a nuestros ojos
y nos obligan a admirarlas.
Hay flores que,
con sus dulces y fragantes aromas
despiertan nuestros sentidos
y nos transportan a soñados lugares.

Y sin embargo, también hay flores que,
sin tener tan evidente belleza,
ni preciosas combinaciones de colores,
ni fragantes aromas,
nos llegan igualmente al corazón
y nos hacen admirar la hermosura que se esconde tras su pequeñez y simplicidad...


Como pasa con tantas cosas en la vida,
a las que muchos no les prestan atención,
porque son pequeñas
y simples,
porque no son las más fragantes
o las más hermosas...

.

21 noviembre 2010

Crónicas de hospital


Y sonaron las doce campanadas, y la medianoche pasó.
Pasó la medianoche del domingo aquél, el del 14 de noviembre, y fuí internado, como se esperaba, como estaba presupuestado.
Bueno, tal vez "como estaba presupuestado" resulte inexacto, en este caso. Porque se suponía que fuera ingresado a una habitación de 4 camas, y me llevaron a una de sólo dos. La onerosa diferencia me llevó a protestar de inmediato, pero me dijeron que de cuatro no había, y que por ese error, ellos asumirían la diferencia (eso espero).

El control de ingreso arrojó una presión de 151/110. Dizque sería por el stress propio de internarse. Dejémoslo así [sería feo asumir que tuviera parte en ello el angelito que me lo realizó].

Me etiquetaron, como a un paquete cualquiera, con un código de barras y mi nombre, para pasar luego por la ignominia de quitarme la ropa y vestir la clásica bata de hospital: blanca, con unas lindas florecilllas azules estampadas, y vergonzosamente abierta por detrás. Más vergonzoso aún el que, con el brazo malo, no podía atármela solo... tuve que pedir ayuda.

Solo en la habitación.
0348
Me despierto por cuarta o quinta vez.
Nada que hacer.
0500
Despierto nuevamente.
Me doy veinte o más vueltas en la cama, como un pollo al spiedo cualquiera.
Más por hacer algo, que por otra cosa, me levanto al baño.
Todo blanco, todo limpio, un extractor de aire funciona permanentemente, haciendo un ruido molesto. Y ya que molesta ¿por qué no apagarlo?
Un interruptor en la pared, el único visible, parece ser el indicado. Lo oprimo.
El extractor y su zumbido molesto siguen, como si nada.
En el silencio de la noche, se oye claramente -aunque lejano- un timbre de alarma...
Una duda nace en mi interior, y desaparece segundos más tarde, al escuchar abrirse la puerta de la habitación, y una voz alarmada que pregunta ¿dónde está? ¿le pasó algo?
Lo siguiente es que se abre la puerta del baño, y la auxiliar me pregunta:
¿por qué tocó el timbre?
Balbuceé algo acerca de haberme apoyado sin querer en él, y con el rostro acalorado, me fuí a acostar...
Dudo -seriamente- que me haya creído...
07:30
Después de bañarme, me cambié la bata de tela por una tenida especial para la operación: otra bata del mismo modelo, pero azul, en un simpático conjunto que incluía zapatos, ropa interior y un gorro...

Llegó una arsenalera -Ingrid- a buscarme en una silla de ruedas.
Simpática, hizo lo posible porque estuviera relajado.
Ya en pabellón, la anestesista -una doctora de apellido y aspecto alemán- me encandiló con sus ojos de color del agua, me puso a dormir, y no supe más...
La operación fue un éxito, según el doctor, aunque el daño era mucho mayor del que se suponía. En lugar de dos horas, la operación duró casi cuatro...

Cuando desperté, tenía un solo pensamiento: duele...

Ahora sólo resta esperar que el dolor ceda, que la herida cicatrice bien, y que tres meses de terapia me devuelvan mi brazo...

14 noviembre 2010

Meia Noite... e chocolate...


Cuando la noche esté en su apogeo,
cuando la luna esté en su cenit,
cuando el reloj de los ingleses,
allá en el centro de la plaza,
en el centro de la ciudad,
deje escuchar, triste, lastimera,
la última campanada de la medianoche,
estaré ingresando a la clínica.

Aunque me resulte algo tétrico,
he de hospitalizarme justo a esa hora,
justo cuando se acaba el domingo y comienza el lunes.
Justo a esa hora, para no ingresar en domingo
(es mucho más caro)
justo a esa hora, porque me operan a las 08:00
y debo llegar 8 horas antes.
Así,
ha de ser justo al minuto siguiente de la medianoche...


Tengo prohibido el chocolate,
pero ¡al diablo!
La ocasión lo amerita, necesito de ánimo,
y ¿qué mejor para levantar el ánimo que un buen chocolate?
Bueno, hay algo mejor, mucho mejor,
pero debo conformarme 
con este chocolate...


.


Oído al pasar...


- ¿Y qué vas a ser cuando grande? -dice la abuela, mujer de unos 50 y tantos.
¿doctora? ¿enfermera?
- Carabinera!* -responde la pequeña nieta.
- ¿Carabinera? Vaya...

Responde la niña preguntando, a su vez, a la abuela:
-¿Y tú, qué vas a hacer cuando grande?
-Yo ya soy grande...
- No, pero yo digo cuando seas más grande -insiste la niña.
- Ah, viejita, voy a ser más viejita, nada más...


A veces, dejo mi desánimo y apatía habitual para con esta vida, y pienso:
¿por qué no esforzarse un poco más, y tratar de hacer cosas, 
de "ser algo" aún cuando ya somos "grandes"?

Mi madre es una anciana, que carga con 85 años y no está ya muy bien, por así decirlo.
Pero hasta los 83, que tuvo un accidente vascular cerebral,
era más activa que yo, y hacía cosas que no pensaba en hacer a los 50, 
como trabajar o aprender cosas nuevas.
Y sin embargo, sin haberlo planeado, lo hizo.
Trabajó, e iba a cuanto taller de manualidades conocía, y aprendió de todo, 
algunas cosas bien, y otras con mejores o peores resultados. 
Pero no dejaba de intentarlo, ni de buscar cosas nuevas que hacer.
A los 83, enseñaba manualidades en un hogar de adolescentes embarazadas.
Cosa que no imaginó nunca que haría algún día.

Y eso me hace pensar en que sí, que es cierto que a veces a uno le dan ganas de aflojar,
de quedarse ahí, de no hacer nada, de dejarse estar, porque ya viviste unos cuantos años, porque estás lleno de vivencias que a nadie le sirven, y porque ya no quieres más.

Pero, caramba, tampoco se puede ser tan flojo de espíritu.
Hay que darse ánimo, hacer algo, intentar cosas nuevas aunque no resulten (luché contra el photoshop, pero me la ganó), y si no resultan buscar otras que sí lo hagan, sin desanimarse, y seguir en pié hasta el final (ahora estoy peleando contra Kubuntu -Linux-).
De ese modo, aún si piensas que tu vida no fue ni tan buena, que al menos al final lo sea, que al menos, si resultó ser mediocre, que no lo haya sido por falta de ganas...


*Carabinera = En Chile, polícía

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13 noviembre 2010

Cuenta regresiva



La noche cae...
Madre natura ha apagado sus luces.
La ciudad encendió las suyas.
Un día más se ha ido.

No consigo estar calmado.
Tengo "mariposas" en el estómago
y mil pensamientos dando vueltas confusamente en mi cabeza.
En 32 horas más -o menos-
me operarán.

Y aunque no temo a nada,
y digo esto con plena conciencia,
y aunque sé que es sólo una operación en el hombro,
lejos de ser peligrosa o complicada,
no puedo evitar    la angustia callada de la espera,
no puedo evitar    sentirme inquieto,
no puedo evitar    estar nervioso y preocupado...

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12 noviembre 2010

Sólo dos cosas...

A mi jardín le faltan sólo dos cosas para estar completo:

Las "catitas de oro" y los grillos.

Las catitas me recuerdan mi niñez, en mi ciudad natal,
donde habían muchas. Las cogíamos, las poníamos en nuestra mano y les pedíamos suerte...
Corrían por ella, queriendo escapar, hasta que de pronto abrían sus ocultas alas y se iban... pero no nos entristecía eso, al contrario, nos alegraba verlas volar y perderse tras la pared, buscando otro patio, otro jardín (con menos niños, tal vez...)


Los grillos, los grillos son algo especial, me recuerdan la tierra de mis ancestros, allá en Carén, ese pequeño y terroso pueblo donde vacacionaba en mi niñez...
Un lugar donde no existía TV, apenas si alguna radio. No había luz, sino la de las velas y la de los esporádicos postes callejeros.
Allá, cada noche, cansados ya de correr y jugar, de nadar en el río y trepar por los cerros, escuchábamos el canto de los grillos, en un único concierto que llevaba como escenografía la oscuridad reinante y un cielo pleno de estrellas...
Los grillos me recuerdan eso, y mucho más...

Pero aquí no consigo tenerlos.
Los hemos traído dos veces, pero no se quedan.
Desaparecen. Se van.


A mi jardín le faltan sólo dos cosas para sentirme feliz con él:

Las "catitas de oro"
y los grillos...



[La imagen no es mía, la tomé de internet]


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11 noviembre 2010

Rayo de luna...

La vida es extraña...
Ayer estaba mal, hoy estoy bien...
¿Quién sabe mañana?


Pero lo que importa es que hoy estoy bien...
Con motivo,
o sin él,
lo cierto es que este día me parece más lindo,
más alegre,
¿más brillante?

Siento como si, en medio de una negra noche,
hubiera salido la luna,
iluminándolo todo con su luz...




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09 noviembre 2010

Recordando a mi ex...

Si, que estando en la consulta del traumatólogo (otra vez),
he tenido que esperar dos horas (otra vez),
y estando en ésa, aburrido como no se imaginan,
me he acordado de mi ex...
Sólo que ésta vez no es una ex, sino un ex
[epa, que feo sonó eso...]
Mejor empiezo de nuevo: me acordé de mi ex-jefe,
que es todo un personaje...

Siempre he dicho que el día que me echen de mi trabajo,
voy a escribir un libro, al que llamaré "Mis años en F..."
Y de ese libro, no puedo menos que reservar dos o tres capítulos para mi ex-jefe.
Y es que no merece menos, el hombre.
Es tan especial, que lo bauticé "el inefable".
[inefable: que no puede describirse con palabras]
Es tan especial, y ha influído tanto en mis últimos 10 o 12 años,
que hasta he pensado que el libro tal vez debería llamarse
"A la sombra del inefable"...
[en su momento, reemplazaré inefable por su nombre, obvio].


Es tanto lo que podría decir de él, que he pensado
comenzar a contar algunas de sus anécdotas aquí,
algo así como una "novela por entregas...", al estilo Dickens.

Para empezar, ¿que mejor que el comienzo?
Mi primera sospecha de que era un tipo ruin vino cuando yo,
humilde empleado de una pequeña empresa de servicios,
le pedí a él me contratara para la empresa multinacional
en que laboraba, mucho mejor que la mía.
Yo le había hecho algunos pequeños favores,
y eso me llevó a pedirle una cosa tal. Aceptó de buen grado,
y aún me aseguró que lo haría,  a la primera oportunidad.
Robé entonces tiempo a mi trabajo, y me dediqué a aprender
 el que hacían sus empleados, aventajando incluso a algunos de ellos.
Quería estar preparado para cuando llegara el momento.

Un buen día, uno de los muchachos se retiró, y dejó la vacante.
Yo andaba de viaje, por mi trabajo, y al regresar encontré
que había contratado a otra persona, pese a que le recordaron
lo que me había prometido a mí.
Ni se excusó siquiera.
Pero su nuevo trabajador no duró ni dos meses, y se fue.
Antes de que alcanzara a contratar a otra persona,
todo mundo corrió a avisarme de la vacante, y a presionarlo
para que cumpliera su palabra. Casi por obligación, me contrató.
No sabía yo dónde había caído...

Sólo diré -por ahora- que mi primer día de trabajo estaba yo en nuestra oficina, con dos compañeros, cuando lo vimos asomarse a la puerta. Uno de ellos corrió a abrirle (luego aprendería yo que jamás abría la puerta por sí mismo), para dejarle entrar, venía indignado quien sabe por qué razón.
Se quitó entonces el casco de la cabeza, y con furia lo arrojó al piso, ante mi espanto. Lo arrojó como si fuese una pelota, y rebotó como si fuese una pelota, y como si una pelota fuese, lo pateó con inusitada violencia, haciéndolo volar por los aires, hasta estrellarse en una pared, desde donde se devolvió hacia nosotros, que escapamos apenas de tan desusado proyectil...


Fué tal la impresión que recibí, que tardé años en perderle el miedo, años en atreverme a enfrentarlo...


To be continued...

05 noviembre 2010

Lembranças...

Hace unos días, en alguna de las tantas consultas médicas,
me encontré con una "ex".

Tengo muchas "ex", con las cuales encontrarme.
Me casé tarde, y empecé temprano a enamorarme,
de modo que no me faltó tiempo para juntar amores...
Temprano, desde los 7 años, cuando no sabía decidirme
entre la Yoici Carrasco
(dulce, suave, de carita redonda, adorable)
y la Isabel Pizarro (morena de largo y negro pelo
que me despreciaba, absolutamente,
como si fuese un bicho cualquiera).
Pero, bien, dejemos eso, que resulta ser muy otra historia.

El asunto es que ví a esta "ex", que a decir verdad es "ex-amor",
que no "ex-novia", ya que nunca llegué a convencerla.
(también me miraba como si fuese un bicho cualquiera).
La historia de mi vida: le encantaba a sus hermanas mayores,
pero a ella, nada.

La ví, mas ella no pareció reconocerme.
La ví, y me acordé de hace tantos años atrás,
cuando la esperaba a la salida del liceo
sólo por acompañarla hasta su casa.
Pese a los años, los "rollitos" más que evidentes en la cintura,
las arrugas bajo los ojos, todavía sentí "mariposas" dentro
al verla, al recordar lo que me hacía sentir,
cuando, con su uniforme escolar azul y su delantal en el brazo,
se acercaba a mí...

No sé, tal vez en verdad no me reconoció,
con esta barba de 4 o 5 semanas,
con esta cara triste que llevo ahora
y con tanta amargura en los ojos.

Pero, en fin, sirvió el verla
para sonreír al recordar esas cosas, esos tiempos,
y para tener presente que lo que se vá no vuelve,
y que no queda más que seguir caminando
hacia donde va el camino,
esto es,
hacia adelante...





















Esta es una foto mía -así era por aquel tiempo-,
de cuando tenía la cabeza llena de sueños,
de cuando creía firmemente que no había mayor sufrimiento
que querer a una chiquilla a la que le eres totalmente indiferente...
[Resulta curioso que hoy,
después de tantos años, de tantos dolores, de tantas penas,
siga pensando lo mismo...]

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03 noviembre 2010

Fishing...

.
Hoy, luego de la sesión de Kinesioterapia,
y aprovechando que queda a sólo dos cuadras, me escapé un ratito a la costa.
Me hace falta el mar cuando estoy estresado, como ahora.

Me relaja el ver las olas, el escuchar las aguas correr entre las rocas,
los gritos de las gaviotas,
el aire fresco en la cara...

Estaba allí, sentado,
intentando fotografiar a un esquivo zarapito,
cuando llegó a mi lado una perrita desconocida.
Se pegó a mí, y ya no me dejó solo
en mi deambular por los roqueríos.

En cierto momento, vio los pequeños peces que había
en una poza de agua, y quiso ponerse a pescar.
Allí estaba, tiesa como una vara, observándolos ir y venir,
buscando la manera de atraparlos.
No le importó el día nublado, ni el agua fría.
Fue, vino, volvió a irse.
Recorrió otras pozas, buscando una mejor oportunidad,
se lanzó tras alguno,mordió sólo el agua, pero insistía...
Sólo le importaba el hacerse con uno de esos pececitos.

Hasta que, finalmente,
se convenció de que no se le daba eso de estar pescando...


Y se fue, definitivamente,
pero se fue con la cabeza en alto, orgullosamente,
pensando -tal vez- en la forma de atrapar alguna de las gaviotas que pasaban,
en vuelo bajo, por sobre ella.

Quisiera -a veces-
tener esa perseverancia para perseguir lo que quiero,
para alcanzar mis objetivos.
Pero más quisiera, mucho más,
tener tal tranquilidad de espíritu que me permitiera irme
con la frente en alto, aún cuando no los he conseguido.
Y la entereza -¿cómo no?- para seguir buscando nuevos desafíos,
después de ello,
aunque puedan parecer todavía más difíciles...

Aunque en algún momento los crea inalcanzables.

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01 noviembre 2010

"Cómo criar un hijo y no morir en el intento" o "Noche de Halloween"



No me molesta que mi casa amanezca así, con disfraces por todos lados.

No me molesta encontrar latas de cerveza y botellas vacías por doquier.
No me molesta pasarme la noche de Halloween casi sin dormir,
ni haber hecho tres o cuatro viajes en el auto, 
para llevar a su casa a jovencitas que bebieron de más,
que se lo vomitaron todo,
o a algún joven que ya no sabe ni dónde está parado.
No me molesta levantarme temprano, para ir a dejar 
a los que no pudieron irse porque se quedaron dormidos,
así vivan en extremos opuestos de la ciudad.

A mi negrita no le molesta tampoco tener que limpiar toda la casa,
baño vomitado incluído,
lavar un monte de vasos
y poner todo nuevamente en orden.

No nos molesta hacerlo,
porque criamos a nuestro hijo tan asocial como nosotros,
y es un verdadero logro el conseguir ahora que tenga amigos,
que salga, que se divierta,
que vengan chicas a esta casa.
Es un logro,
y cualquier esfuerzo es poco por conseguirlo.
[Ahora entiendo a mi padre, cuando me decía a mis 16 años:
¿cuándo voy a verte con una niña? No me vió hasta los 18.
Imagínenme a mí ahora, cuando él tiene 20... O_o ]


Ser padres es complicado.
Y a veces quisiera uno haber leído el manual de instrucciones
antes de.
Si es que hubiera uno, claro.

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