Y si es una cocinera, menos.
Y yo, que aprendí eso hace mucho mucho tiempo, lo olvidé por un momento y ¡zaz!, resulté damnificado otra vez.
El caso es que le pedí a mi madre (que se acerca peligrosamente a los 90), que me diese la receta de sus legendarios "zapallitos italianos".
Dichos zapallitos (que en otras latitudes se conocen como calabacín o también zucchini, aunque creo que la variedad es distinta), se preparan de muchas formas, y cuando son rellenos se hacen al horno, abiertos a lo largo y cubiertos con queso.
Pero la receta de zapallitos rellenos de mi madre es diferente, no son al horno, sino cocidos, y deben ahuecarse cuidadosamente para rellenarlos. La aprendió hace muchos muchos años, habiéndosela enseñado una señora de procedencia turca -según dice ella, pero yo creo que era árabe- cuando estaba embarazada de uno de mis hermanos mayores.
Y, bueno, ya que hace años que mamá no cocina (yo no se lo permito desde que tuve su accidente cerebral), y yo añoraba comerlos así, le pedí la receta.
Debí desconfiar cuando me dijo que no la tenía, que se la sabía de memoria y así la conservaba.
Como insistí, me la recitó, y yo tomé nota mental de los ingredientes y de la preparación.
Me parecía que algo faltaba, pero ella me insistió en que era sólo eso.
Compré todo lo necesario, pero como tenía dudas, le comenté a mi hermana menor. Ella me dijo que se sabía la receta, of course, y que incluso la preparaba con cierta frecuencia.
Se la pedí, por supuesto, de inmediato.
Y, también por supuesto, me dijo que me la daba enseguida. Seguimos conversando, nos separamos, y sólo entonces advertí que no me la había dado.
La llamé y volvía a pedírsela, y me dijo que no me preocupara, que me la enviaba por mail.
Nunca llegó, de modo que antes que los zapallitos se murieran esperando, los preparé según lo que me habían dicho.
A medida que los cocinaba, le preguntaba a mi madre, a ver si todo iba bien. Todo bien, me decía.
Cuando estuvieron listos, yo los veía raros, demasiado pálidos, como que algo les faltaba, pero igual le serví a mamá al almuerzo.
¿Qué creen?
Me dijo:
- "Te quedaron buenos, pero a mí me quedaban mejor" "Te faltó la salsa de tomates"
- "¿Qué salsa de tomates?" le pregunté, escandalizado, "si nunca me dijo que llevaban salsa de tomates".
- "¿No te dije?, no puede ser, si ahí está escrito en la receta"
- "¿¡Qué receta,mamá, si me la dijo así nomás, porque no la tenía!?
- "Ésta, pues, si te la escribí"
Y sacó una receta escrita en un papel, muy bien guardada debajo de una carpeta, sobre su cómoda. La letra era pésima, porque ella -que aprendió a escribir por el año 31, con pluma y tintero- la tenía muy linda, pero luego de la enfermedad tuvo que empezar de nuevo, y le cuesta mucho escribir, pero ahí estaba claramente la salsa de tomates.
- "Pero mamá, por qué no me la dió? ¿por qué no me dijo mientras cocinaba que tenía que ponerle salsa, si le pregunté 3 veces qué más llevaba?
Entonces, me respondió con esa tranquilidad abismante de ella:
- "Pero no importa, hijo, si te quedó bien, no tan bien como a mí, pero bien...
Ahora, después de reírse de mí, por la jugada que me hizo mamá,
¿cuál creen que fue la respuesta que mi hermana me dio, cuando le recriminé por no enviarme la receta?
No, no es necesario que adivinen...
- "Es que no la tengo escrita, la preparo de memoria..."
No sé donde he escuchado esa frase antes... ¬¬
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