02 junio 2014

Mariposa triste.



Caminaba, a media mañana, por un lugar desierto (en el desierto mismo)
con una brisa nada leve y bastante fría golpeando mi rostro,
cuando la ví pasar, arrastrada por el viento.
Intentaba posarse, pero no lograba sujetarse lo suficiente.
Me volví a mirarla, sorprendido, y allí estaba,
parada con dificultad en el árido suelo.
A mal traer, con una ala rota, unas patas menos y mal aspecto,
me dió la impresión de que moriría, pronto tal vez.
En otro lugar no duraría mucho en ese estado:
una araña, otro insecto, un pájaro, cualquiera le daría fin con rapidez.
Pero aquí, en esta aridez, en esta soledad,
seguramente tendría para mucho esperar todavía.

[Lo pensé un momento, me pasó por la mente, pero no pude hacerlo.]
Me fuí, seguí caminando.
Y allí quedó, a merced del sol, a merced del viento, esperando lo inevitable...

¿Pensarán, las mariposas?
No sé, no creo.
Pero estoy seguro que sí podrán sentir la soledad.

Y quedé triste, el resto del día...

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2 comentarios:

Sólo dilo, no te cortes...