Sobrino de cuatro años, bajándose de mi auto:
- Papá, no me gusta que tengas una moto, ¿por qué no te compras un auto?
Papá (con tono complaciente):
- Bueno, después me compraré un auto.
- Sobrino:
- Pero yo quiero un auto con dientes y orejas...
Papá (con tono suave):
- No, hijo, los autos no tienen dientes y orejas.
Sobrino (porfiando)
- Sí, papá, sí tienen...
Papá (con tono severo):
- No, los autos no tienen eso, no son animales.
Sobrino (sigue porfiando):
- Sí papá, si tienen, yo quiero un auto con dientes y orejas.
Papá (molesto):
- Ya basta, te digo que no hay autos así!
Hermano del niño (de 7 años):
- Sí papá, si hay, yo los he visto.
Papá (más molesto):
- No te metas, para qué le dices eso a tu hermano, cuando sabes que no hay autos con dientes y orejas.
Hermano:
- Pero si hay, papá, si hay. Son amarillos y tienen dientes y orejas y ojos...
Antes que el papá alcanzara a decir algo más, nos miramos, lo pensamos unos segundos, y dijimos:
- Sí, sí hay autos con dientes y orejas, y son amarillos...
(Claro, su papá es cubano, y no había visto nunca semejante cosa)
.
Pues hala, y además amarillo.
ResponderEliminarYo también quiero uno así! Qué bueno...
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