05 enero 2012
De todos los días
La mujer tomó un par de cosas, y las puso en el carro de compras.
Luego, miró la amplia vitrina que exhibía las cecinas, y tomó un display que contenía jamón.
Y lo ponía también en el carro, cuando su marido se le acercó,
miró lo que tenía en la mano, y le preguntó:
- ¿Qué llevas para el té?
- Paté de ternera y queso -respondió ella.
- ¿Y eso? le preguntó entonces, señalando lo que tenía en la mano.
- Ah, jamón.
- ¿Y para qué?! A mí no me gusta, y a los niños, tampoco. A nadie le gusta ¿Para qué compras eso?
Ella lo miró, miró el jamón en su mano, volvió a mirarlo a él, y tirándolo dentro del carro, le dijo con voz helada:
- Porque a mí me gusta...
(Él y los niños... el resto no cuenta. Hay cada egoísta suelto...)
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Ay, me ponen de mala leche esas situaciones... pero es que hay tanto machista suelto!!
ResponderEliminarTremendo, pero hubiera sido peor si lo hubiera devuelto al estante.
ResponderEliminarEso es lo que quería destacar.
ResponderEliminarQue ya no lo devuelven al estante...
Y quien dice jamón .. pues cualquier cosa..
ResponderEliminarBravo por ella!!!.. qué aún así se compra el jamón!!!
Beso de roscón!!!
Parece que muchas mujeres que durante años habían permatecido en la sombra se están dando cuenta de que su opiniòn es tan válida como la de cualquiera.
ResponderEliminarSobre todo con las madres que se dedican a la casa y a cuidar a los hijos sucede demasiadas veces el que se tengan en cuenta las opiniones de todos menos las propias. En realidad, ni siquiera tienen a nadie que les pregunte a ellas qué les gusta.