Hace años atrás, muchos, muchos años,
escribí una historia de amor,
extraña, diferente, imposible,
entre una serpiente y una flor.
Ambos eran tan ajenos, tan diferentes,
como sólo pueden serlo dos seres de mundos distintos,
pero sin embargo se sentían bien estando juntos.
La serpiente no podía darle nada sino su presencia,
la flor le daba su belleza, y el aroma de su fragancia.
La serpiente se acercaba a ella cada vez que podía,
para estar a su lado;
la flor no podía sino esperar a que lo hiciera.
No se parecían, no eran compatibles en modo alguno,
no había ninguna razón para que se buscaran,
pero lo hacían.
Saberse cerca el uno del otro era todo lo que tenían.
Y eso les bastaba.
Era un amor imposible,
a todas luces resultaba evidente, pero,
¿acaso les importaba?
No, para nada.
No pensaban en eso,
sólo en lo maravilloso que era estar juntos.
Hace muchos años escribí esta historia,
más de los que puedo contar.
Era más larga, más descriptiva,
más completa.
Pero nunca le escribí un final.
La serpiente y la flor se quedaron así,
siempre separados, pero siempre juntos.
Amándose sin deberse amar.
más de los que puedo contar.
Era más larga, más descriptiva,
más completa.
Pero nunca le escribí un final.
La serpiente y la flor se quedaron así,
siempre separados, pero siempre juntos.
Amándose sin deberse amar.
Hoy la recordé, esta historia,
sabrá el hado, o el cielo,
el porqué hoy, justamente hoy.
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Un abrazo!!!
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