¿Qué mejor título que esas palabras amigas...?
Tanto tiempo viviendo como si tuviésemos futuro,
haciendo planes,
construyendo castillos en el aire.
Ya planeábamos vacaciones,
incluso,
para el próximo enero.
Y zaz!
sonó el despertador,
en forma de visita al médico,
y tuvimos que despertar,
y afrontar lo que no afrontábamos,
y aceptar lo que nadie quería aceptar.
Y ahí estamos ahora,
con los ojos enrojecidos,
con el ánimo arrastrando por el suelo,
con ese sentimiento de tristezaenojodesesperación,
que le da a uno cuando piensa,
piensa,
piensa y no encuentra nada
y no entiende nada.
Se supone que ahora tendrá qiue someterse a la operación
que por dos años evitamos e ignoramos.
Y ella en lo que piensa es en las palabras del médico,
diciéndole que tiene -con suerte-
un 55% de posibilidades de soportar la operación.
O sea, eso no sería nada.
Lo triste es que ella no anhela ese 55,
sino el 45% restante...
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