30 junio 2010

Ascendiendo...

Hay un tipo de persona
que no me gusta
-entre los muchos tipos de personas que no me gustan-,
y que se hace más común cada día.

Son esas personas que se suben a un ascensor
e, inmediatamente,
oprimen el botón de cerrar las puertas,
para así evitar el tener que esperar que aquellos que están dos o tres pasos más allá
alcancen a subirse...

Ayer,
subí a un ascensor con dos mujeres desconocidas.
Al siguiente piso,
se subió un tipo apresuradamente
(actitud típica de los "cierrapuertas")
pero no pudo acercarse a la botonera,
por haber allí alguien más...

Dos pisos más arriba (el edificio tiene 19),
ese lugar se desocupó, y el tipo se ubicó ahí de inmediato,
para enseguida oprimir el botón y cerrar las puertas.

Las puertas
-para su sorpresa, y también para la nuestra-
no se cerraron, sólo hicieron un extraño y breve movimiento.
Subieron otras personas.
Lo vimos oprimir el botón por segunda vez.
Vimos las puertas hacer lo mismo que la vez anterior.
Dos personas más entraron.
Tercera vez, ahora con cierto ofuscamiento.
No se cerraron.

Sin embargo,
esa tercera vez ya me había dado cuenta yo de lo que sucedía,
y no pude evitar sonreír abiertamente.
Miré a los otros ocupantes del ascensor,
y también sonreían...

El tipo, en tanto,
oprimía el botón una y otra vez,
ya con evidente rabia,
porque no podía conseguir que las puertas se cerraran.

Entonces,
levantó la vista y me vió mirándolo
con una sonrisa burlona en la cara
(asumo que se me notaba),
miró alrededor,
y la sonrisa se repetía en las otras caras...

Se fijó, por primera vez, en lo que estaba haciendo,
y al mirar los botones recién se dió cuenta
de que estaba usando el botón equivocado:
Cada vez que intentaba cerrar las puertas,
oprimía el botón de abrir...

Cerró las puertas, con la vista fija en ellas,
y no miró otra cosa,
ni oprimió otro botón,
hasta el piso 12, en que se bajó...

Lo único que lamento es que estoy seguro,
lo apuesto,
que no aprendió ninguna lección...

29 junio 2010

Desatino climático...

:

Maldito clima el nuestro...

¿Cómo se entiende?

Salí a mi patio hoy, depués de almuerzo,
a regar mis plantas...
El sol brillaba esplendoroso,
y tan cálido,
que me provocaba sacarme la camisa
para disfrutarlo...

En mi jardín,
no faltan las flores,
más bien abundan,
tanto como las mariposas
que vuelan animadas entre ellas.
Los colibríes vienen
un momento sí y otro nó,
a libar en las flores
y se escucha cantar los pájaros...

En resumen,
una verdadera primavera..

Y, sin embargo,
hace tanto frío en las tardes y las noches,
que al interior de mi casa no huele a flores,
sino a Menthol y a limón,
y sólo se oyen toses y estornudos...

(Una cosa se debe agradecer a internet:
los enfermos de ahora,
conectados,
ya no se aburren,
como en aquellos años de antes...)

Mala suerte...


Hoy se me cruzó un gato...

Un gato blanco y negro...

Quedé con una duda royéndome por dentro:

¿Debo esperar 7 días de mala suerte "a medias"?
¿O serán 7 medios días de mala suerte?

Psycho driver...

I like Happy Bunny...

Pero a veces se pasa...
Creo que éste es el que menos me gusta de todos...
quizá porque me duele...

Hay gente que tiene problemas,
problemas como hacer cosas que no quieren,
que hacen sin darse cuenta,
y que, a veces,
incluso los dañan,
pero no pueden evitar hacerlas...

También yo tengo un problema así...
Y este Happy Bunny
me lo recuerda de fea manera...

No es que maneje como un psicótico
-creo no es tanto como eso-
pero sí,
reconozco que tengo un problema...

Si voy por una avenida amplia,
vacía, despejada de vehículos,
no siento la inclinación de correr por ella
como si fuese una pista de carreras...
Si me adelanta un vehículo a mayor velocidad,
en arriesgada maniobra,
no siento la inclinación de seguirlo,
de competir con él,
de "enseñarle una lección" al conductor...

Pero,
hay algo que no puedo soportar
cuando conduzco:
No puedo soportar esperar...

Si tengo delante
un vehículo que vá más lento
de lo que yo quiero ir,
aún si vá a la velocidad debida,
no puedo soportarlo...
No puedo esperar,
y es inevitable que sea yo quien haga
alguna arriesgada maniobra
para pasar adelante...

Cuando conduzco,
no puedo esperar,
y una luz amarilla en el semáforo es en mi mente
una invitación a seguir adelante,
nunca a tener precaución,
sino al contrario,
pasan por mi mente mil imágenes,
evaluando el si podré pasar,
el si alcanzo a hacerlo,
y la gran mayoría de las veces mi mente decide que sí,
y lo hago...

Solo algunas veces decide que no,
(really, not much)
y me detengo,
pero no por eso dejo de tener el pié en el acelerador,
en un deseo ineludible
-e inconsciente-
de ser el primero en salir...

Hay gente que tiene problemas,
problemas como hacer cosas que no quieren,
que hacen sin darse cuenta,
y que, a veces,
incluso los dañan,
pero no pueden evitar hacerlas...

Lo que más me preocupa de mi problema
es que no sólo podría hacerme daño a mi mismo
(too much),
sino el daño que podría hacer a otras personas...

Fue un buen paso primer paso aceptar que esto es un problema.
Estoy ahora dando el segundo paso,
al intentar superarlo,
al intentar -cada vez que conduzco-
mantenerme consciente de lo que estoy haciendo,
al intentar -seriamente-
no hacerlo más...

Moon's light...

El taxi me dejó en la esquina.
Bajé, no sin cierta dificultad
(the pain kill me, sometimes),
saqué mi bolso del maletero
y lo cerré apresurado,
pues el taxi ya se iba...

Llené del húmedo aire marino mis pulmones
y me sentí refrescado,
después de una semana de respirar el polvoriento aire del desierto.
Bolso en mano, enfrenté la calle...

Me sorprendió la luna...

Se veía grande,
brillante,
más brillante aún que las luces de los faroles callejeros
con los que competía,
recortada nítidamente contra el cielo...
Me llenó de alegría verla,
¿quién entiende por qué?
y caminé por esa calle solitaria
con el sentimiento consolador
de que ella
iluminaba mi camino a casa...

19 junio 2010

Father's day...

Mañana es el día del padre...

Valiente cosa.
La verdad es que no me hace mucha gracia,
porque no me siento un gran padre.
Ni siquiera uno bueno.
Por ello,
no es un día para celebrarlo...

Pero,
como dicen que a todo se le debe buscar el lado bueno,
puedo al menos decir
que me siento contento por algo...

Mi hijo,
mi pequeño de 19,
me ha hecho un regalo,
un regalo pensado, decidido y comprado por él,
sin ingerencias maternas...

Alguien podrá al verlo, tal vez,
decir que no es bonito,
y hasta que es feo...
Pero la gracia que tiene es
que está bien elegido,
que realmente me gusta,
y que lo compró
pensando en mí...

Me gusta el Manga,
me gusta Death Note,
soy un otaku más...
y nadie lo sabe -y lo comprende-
mejor que mi hijo...
No en vano es lo más cercano a un amigo que tengo...

As vezes

A veces,
este mi cuerpo,
a quien a pesar de todo aún quiero,
se esfuerza denodadamente
en demostrar cuánto odia
a este ser que lleva dentro...

A veces,
este mi cuerpo,
se esmera tanto, con tal ahínco,
en hacerlo,
que no puedo dejar de sentir
sus efectos...

A veces, alguna vez,
este mi cuerpo,
lo hace tan bien,
que olvida que en el fondo,
somos uno solo,
y que cuando yo sufro,
cuando yo no puedo hacer algo,
también él sufre,
también él queda imposibilitado...

Mirando el cieloraso...


No hay nada como pasar horas y horas acostado,
mirando un techo blanco,
para pensar sobre la vida de uno, para meditar las cosas
y verlas con claridad...

Durante bastante tiempo me he quejado de mi suerte,
me he quejado de mi hijo,
me he quejado de mi mujer,
no con otras personas tal vez,
pero sí conmigo mismo.

Habituado a lamentarme por mi suerte,
por mis dolores,
por mis carencias,
he olvidado (ahora lo veo)
los dolores y dolencias de aquellos por quienes afirmo vivir.

Sí, siempre me digo,
y les digo,
que yo vivo por ellos,
que nada hago sino por ellos,
y que por ellos continúo soportando una vida
de la que no recibo nada
sino dolores y amargos momentos.

Pero,
pensaba en esas largas horas que pasé
tendido en una cama,
tendido en una camilla,
y nuevamente en una cama,
viendo pasar hora tras hora,
oscuridad, luz, oscuridad,
¿cuándo me doy tiempo para pensar en los dolores de ellos,
en las amarguras propias de cada uno de aquellos
por quienes digo preocuparme tanto?

Sí, estoy enfermo,
sí, sufro dolores,
sí, tengo que vivir amargos momentos...
Pero, acaso no es lo mismo para ellos?
¿Acaso no está más enferma que yo mi mujer?
¿acaso no sufre de dolores?
¿acaso no tiene más razones que yo para pasar amarguras?
¿Y mi hijo?
¿no tiene acaso su propia cruz que cargar?
¿cómo puedo esperar que no sea amargo,
si sólo tiene mi ejemplo a imitar?

No he llegado a ninguna buena conclusión
después de entender esto...
Tal vez tenga que esperar a la próxima crisis,
a la próxima vez que tenga que mirarme a mí mismo,
por horas,
reflejado en un blanco cieloraso...
...siempre y cuando
no sea esa vez la última que esté así...