30 diciembre 2012

Me va a doler... pero no importa



Me va a doler, lo sé.

Me dolerán esta noche todos mis no tan viejos huesos.
Y probablemente me dolerá mañana cada paso que dé.
Pero no importa, esta noche.
Y no importará, mañana.

No importa, ni importará, porque valió la pena,
Hacía mucho tiempo que no iba a una playa.
Aunque toda la ciudad se extiende junto al mar,
y en cinco minutos de conducir ya podría estar junto a su orilla,
aunque me motiva, me gusta, me tranquiliza
escuchar el ruido de las olas y
el chiar de las gaviotas,
hacía mucho tiempo que no iba a una playa.

Hoy, así de buenas a primeras, 
decidimos con mi negra ir a dar un paseo.
Y fue bueno.
Fue bueno estar ahí, 
dejar que las olas me mojaran,
ver a los chorlitos correr por la orilla de la playa,
y a las garumas hacer acrobacias sobre nuestras cabezas.

El aire marino,
el sonido del oleaje sobre las rocas,
la arena mojada bajo mis pies...

Sí, valió la pena.

[Nota ilustrativa: Mi querida enfermedad hace que no soporte la excesiva humedad...]

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21 diciembre 2012

Cerrado...

Cerrado, por lluvia.

(Si acaso, hasta que escampe).


21.12.2012

17 diciembre 2012

La curiosidad mató al gato...

 

Cuando me cambiaron a este turno de 4x3, 
debí empezar a levantarme muy temprano, cada lunes, 
para tomar el bus en una esquina, a las 6 de la mañana. 
Esto es algo así como 15 minutos antes de que éste pase, 
ya que no puede uno confiarse.

Cinco minutos más tarde, pasó por allí una pareja.
La mujer era joven, creo que de unos 28, algo rellenita. 
Vestía un buzo de trabajo 
(mono, creo que le llaman en otras latitudes), 
de color naranja. 
Es la ropa que usan quienes trabajan 
como jardineros en las plazas públicas.











El hombre era bastante mayor,
y se veía como un obrero de la construcción
(un maestro, que se les llama por estos lares), 
pero probablemente era un compañero de labores.
Conversaban animadamente mientras caminaban a su trabajo.

Esto se repitió cada lunes por varias semanas.

Un día, sin embargo, pasó solamente el hombre.
No me extrañó mayormente, porque -al fin y a cabo-
podía haber una docena de razones 
para que ella no asistiera a su trabajo.

Sin embargo, cuando ya había llegado mi bus
y prácticamente tenía un pie arriba, pasó ella calle abajo.
se habrá retrasado, supuse.

A la semana siguiente,
nuevamente pasó el hombre solo. 
Cinco minutos más tarde, ella.

Siguiente lunes. Él. 2 minutos después, ella.

Hoy.
Pasó él. 
A media cuadra de distancia, ella.



Y, claro,
como no tengo nada en que pensar, 
y nadie por quién preocuparme, 
ahora no puedo dejar de pensar en qué terminará esta historia...   ¬¬

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15 diciembre 2012

Regalo comprado...

Cuando pido consejos, los tomo en cuenta. Que no se diga lo contrario.


Encontrando valiosas las dos opciones, tomé la salomónica decisión de comprar dos regalos, en lugar de uno.

Había pensado comprarle una muñeca Barbie, pero habría sido (por presupuesto) una Barbie simple, sola dentro de su caja.
De modo que preferí comprarle una casi-Barbie, que incluye 4 vestidos (toda chica necesita un guerdarropas, ¿no?), más accesorios y más algunos accesorios para la dueña (unos aritos, brillo labial, etc). Espero que le guste.


Y también le compré un Diario de vida de Princesas Disney, que incluye un coqueto lápiz que sirve como llave electrónica.

Pienso que así hay más posibilidades de que quede contenta con lo recibido.

Gracias por la ayuda.  :)

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11 diciembre 2012

Mujeres... siempre sorprendentes.



Desde pequeño me gustó la naturaleza, y plantas y animales me atraían mucho. No es de extrañar, pues, que la primera vez que ví un acuario me quedara con la cara y las manos pegadas a él.
Muchos años más tarde, llegué a tener acuarios y peces, y aprendí mucho sobre el tema, hasta llegar a escribir sobre una especie de ellos. Pero los peces requieren de cosas que ya no tengo, como tiempo y paciencia, de modo que los dejé hace bastante tiempo.
Sin embargo, no puedo evitar cierta nostalgia cuando paso frente a una tienda y veo los acuarios llenos de peces, de modo que cuando tengo tiempo entro a mirar a un rato, y a conversar del tema si se dá la ocasión.
Así fue que hace unos días me encontré -en una calle que no suelo transitar- con una tienda que no conocía, y no pude menos que entrar a ver qué novedades había.

No era la gran cosa, sólo los peces más comunes. Pero mientras miraba, escuché al dependiente hablar con una cliente, y no me gustó mucho lo que le decía. Siempre hay que desconfiar un poco de los vendedores, por cierto, vendan lo que vendan (lo digo yo, que lo he sido). Esperé hasta que dejaron de hablar, cuando él se alejó, le comenté a ella que las cosas no eran tan así como le habían dicho. Terminamos conversando sobre sus peces, y me contó algo que en otro tiempo me habría alterado: ella lavaba -cada semana- el acuario completo, cada piedra, cada adorno, hasta dejarlo resplandeciente. Los peces los tomaba con sus manos y los retiraba para hacer la limpieza, nada de usar mallas o cosa parecida.
Como decía, en algún momento en el pasado eso me habría escandalizado, pues esas prácticas matan toda la fauna bacteriana necesaria para que haya un equilibrio en el acuario, pero he aprendido que los peces, si se les acostumbra, pueden vivir y crecer así (aunque tengan que olvidarse de tener un acuario con plantas y otros animales), y he aprendido también que hay mujeres a las que no se les puede quitar la costumbre de lavarlo y fregarlo todo los fines de semana, y que fregarían con cloro hasta al marido si pudieran atraparlo (algo sé de eso), así es que no cabía tratar de convencerla que eso no se debe hacer.
Sin embargo, algo habrá notado en mi cara, porque se sintió obligada a decirme que tenía los peces hacía mucho tiempo, y que no se le había muerto ni uno hasta entonces, ni siquera el escalar. Y si un escalar, con lo delicado que es, podía sobrevivir a eso, bueno, con mayor razón los demás peces que ella tenía, pensé.


Con eso, ya daba yo por terminada la conversación, pero al parecer ella no pensaba lo mismo, porque me empezó a contar de sus otras mascotas. Me habló de sus conejos, que andaban por todo su departamento, y eso me trajo a la memoria los conejos que yo tuve de adolescente, que eran dóciles como perritos (y no ladran) y más limpios que un gato, pues jamás ensuciaron la casa (ni arañaron los muebles). Y mientras yo estaba en mis añoranzas, me dijo que, como ella no soportaba malos olores, pues bañaba también a los conejos.
¿Baña los conejos? (eso ya era un poco irregular). Sí, y baño tambiéna mis cobayos... ¿bañas también a tus cobayos todas las semanas? le pregunté, pasando al tuteo de la pura sorpresa. Sí, me dijo, y da gusto ver cómo se ponen bajo la llave del agua al bañarse, para que el agua les corra por el lomo. Aunque a veces se me esconden cuando les toca el turno, no lo puedo negar, agregó.

Pero cuando realmente me dejó sin habla, fué cuando me contó que también bañaba ¡a sus hamster!... (es que se supone que no se deben mojar...)

Después de eso, consideré conveniente despedirme (no fuera cosa que llevara un jabón y un cepillo en la cartera...).
 

 Cuando yo ya creía que -después de 51 años de conocerlas- las mujeres ya no podían sorprenderme, esta joven "bañadora compulsiva" echó por tierrra esa idea en menos de 10 minutos...
  
 .

05 diciembre 2012

Noche sangrienta...



La noche recién comenzaba, pero en los amplios y oscuros pasillos de la clinica ya reinaba el silencio.

El único ruido se debía al murmullo lejano de un televisor encendido, en alguna de las salas cercanas.

Por eso, el grito -de por sí escalofriante y desgarrador- pareció aún más terrible:

- "Nooooo, no me maten, por favoooorr, no me mateeeen..."

Como si no bastara con esas terroríficas palabras, los gritos se hacían más espeluznantes por el hecho de provenir de un niño pequeño.

- "No me saquen mi sangre, no me la saquen, que me voy a morir..."

Los pacientes de las salas contiguas prestaron atención, alarmados, en sus camas. ¿cómo no estarlo, ante esa voz que gritaba aterrorizada?

En la sala de la que salían las voces había, además del pequeño que gritaba, 3 mujeres. Rodeaban la camilla sobre la que estaba, y mientras dos de ellas lo  sostenían firmemente, la tercera -para espanto del niño-  insertaba lentamente y con cuidado, una aguja en su pequeña vena.

Ante su desespero, una de ellas -la mamá- intentaba explicarle que era sólo un poquito de sangre, apenas un poquito para un examen, y que no iba a morirse por eso, que no le pasaría nada, pero esas palabras no lograban tranquilizarlo.

No se convenció de estar a salvo sino hasta que hubieron terminado y aún seguía vivo...
¿Acaso no sabe todo el mundo que si te sacan la sangre te mueres?



-.-

Dos días después, al salir de la clínica, le preguntamos cómo estaba. Él contestó, seriamente:

- Dice el doctor que tengo problemas con el "hipocampo".

- ¿Con el hipocampo?

- Sí, parece que tengo en la cabeza un caballito de mar que está malo...

(En realidad, el médico habló sobre el hipotálamo, pero el niño -de cinco años- lo asoció a una palabra por él conocida: el nombre del caballito de mar).

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02 diciembre 2012

Help, gift emergency...



Me invitaron a participar de una actividad de beneficencia, en mi trabajo.
Y a consecuencia de haber aceptado, ahora tengo que hacer un regalo a una niñita desconocida "de escasos recursos" (eufemismo estúpido usado en este país para evitar decir -lisa y llanamente- pobre).
Ahora, como mi conocimiento acerca de los gustos de una niña de 8 años (pobre o no) son bastante escasos, y considerando que yo no soy de los que compran cualquier cosa y ya, para salir del paso, ahora no sé qué hacer.
Mi negra tampoco es de mucha ayuda, porque en la familia no hay niñitas... su única sobrina tiene ya 22 años, así es que sus conocimientos en el área están un poco obsoletos.

He pensado en muchas cosas, pero al final quedo ahí, sin decidirme.
Pensé en un presupuesto de unos €20 (en nuestra moneda, of course), más menos.

¿Alguna sugerencia?
¿Todavía se usan las muñecas a los 8 años?

Está claro que me quedan pocos días...

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