13 noviembre 2016

Poniéndose al día...

Cuánto tiempo sin escribir mi blog... 

Dos motivos: que aquí suelo decir bastante más de lo que quiero admitir cada día, y por lo general me deja mal escribir, o releer lo que he escrito. A diario trato de no pensar demasiado en mi Negrita como una persona enferma con fecha de vencimiento, pero acá no puedo evitarlo.
Tal vez por eso ella dejó de visitar este blog hace mucho tiempo, y se hizo el propósito de no leerlo nunca más. El otro motivo es que mi blog está secuestrado por una de esas malditas páginas robot, y no puedo acceder a él en Firefox ni Chrome. Hoy descubrí que sí podía hacerlo por Iexplorer, que no suelo usar nunca, y aquí estoy.

Esta vez -esta nueva hospitalización y operación- no fue diferente a toda su historia de enferma de cáncer. Y tal vez hasta fue peor, considerando que de cabo a rabo fue dentro de nuestro deficiente -por decirlo suavemente- sistema hospitalario público.

Para variar, por "un ligero error", no le quitaron, al sacarle el tumor y tejidos adyacentes, los ganglios inguinales, que se sabía fehacientemente que están infectados con el cáncer. El médico que la operó de urgencia (se moría -literalmente- de anemia por las continuas hemorragias) no encontró esa información en la ficha médica, de manera que al no saberlo, los dejó ahí. Y ahora (recién este viernes), después de mucho discutir, nos dicen que no parece posible que la vayan a operar nuevamente "sólo para extirparlos", pues "cada operación es más compleja y difícil". Da rabia pensar que esta vez el médico le sacó de una vez y como si nada todo el tumor, en tanto hace tres años (cuando era la tercera parte de tamaño y los ganglios estaban sanos), los malditos médicos que la operaron aseguraron que no era posible hacer más que lo que hicieron, o sea, resecarlo parcialmente.

En fin. Si eso fuera todo no nos molestaría -y dolería, y afectaría- tanto. Eso es sólo una parte de la historia.

Porque, como conté antes, en marzo le habían hecho una Colostomía, que le dijeron era permanente y definitiva, y que la "condenaba" a vivir el resto de su vida con una bolsita pegada a su abdomen. Ella, con ese valor y fuerza que le son tan propios (y que dice que no tiene), se acostumbró a su bolsita con una rapidez impresionante, y se habituó a ella como si nada.
Imaginen su sorpresa (y la mía) cuando despierta de la operación ¡y ya no la tiene!. Pues no, y en su reemplazo tiene una bolsita diferente, en el otro costado, porque le han hecho ¡una Ileostomía!

 
Luego de al menos una semana de sufrir por eso, ya que nadie entendía el por qué le habían cambiado de un tipo de ostomía a otra peor -ni siquiera los médicos-, se consiguió que el cirujano explicara que lo que había hecho era "sólo provisorio", que no le había quitado el intestino grueso, sino que al contrario, había reconstruido el colon extirpado en marzo, y lo había reconectado, para que tuviese su sistema digestivo completo de nuevo. Por tanto, la ileostomía era sólo mientras todo sanaba allá abajo, y luego se reconectaba el intestino delgado, se le cerraba la herida en el abdomen y listo, quedaba "normal" de nuevo.

A primera vista, esto parece algo bueno, y nadie le dio importancia al hecho de que mi esposa nunca autorizó que se hiciera tal operación. ¿Por qué? se preguntará alguien, pensando tal vez en que debería agradecer que el médico hiciera tal cosa. Pues bien, no lo agradeció, ni lo agradecemos aún hoy, porque nuestro sistema hospitalario es tan malo, que nadie se hace responsable de las cosas. Por tanto, a casi cumplirse 3 meses de la operación, lo "provisorio" de la ileostomía ya no parece provisorio, pues nadie quiere hacerse cargo de terminar el proceso. Es decir, los médicos no tienen interés alguno en reconectarla, y quieren dejar permanente algo que no debería serlo.  Así es que ahí estamos, evaluando cómo hacer para lograr que esta gente termine lo que el otro médico empezó. O encontrar los medios ($$$) para que lo hagan en una clínica particular. Ambas tareas dignas de un Titán.

Porque, si bien se puede vivir teniendo una ileostomía, y mi Negrita es tan valerosa que -con todo e ileostomía- mañana va a hacer trekking de nuevo con nuestro grupo (yo estoy lejos, trabajando), no es muy práctico, ya que requiere muchos más cuidados que la colostomía, y también de una alimentación especial, que para mí se va haciendo cada vez más complicado darle. También hay que comprar todos los insumos necesarios para eso (discos, bolsas, productos para el cuidado de la piel en esa zona, etc.), de los que en este país ni siquiera hay una buena distribución a provincias, de modo que tengo que encargarlos a la capital. Cosas pequeñas que se viven a diario, pero que van sumando preocupaciones a todas las que ya hay.

Ahora estamos a espera de exámenes, pues los médicos quieren hacerle radioterapia, para tratar los ganglios que no le quitaron. Otro maldito tratamiento que daña más al paciente que al cáncer, como pasó con las quimios...

En fin, que mi Negrita está bien, capaz de subir un cerro y de sonreír a diario, orgullosa de poder limpiar toda la casa, de lavar y planchar una montaña de ropa, como si eso fuese lo más importante en la vida, y hasta de preocuparse por su madre también enferma, pero siempre con ese dolor dentro -que no se quita- al pensar que todo esto habría sido innecesario si una persona hubiese hecho bien su trabajo hace casi 4 años atrás.

Para qué hablar de lo que yo siento al verla sufrir silenciosamente (a veces no tan en silencio). Para eso necesitaría otro blog, uno donde pudiera escribir con las lágrimas que ya no vienen a mis ojos - porque me las gasté todas- y donde nadie leyera la amargura que destila mi alma.
 
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