27 marzo 2013

Sicut cactus...



la vida
es como los cactus:
puede darnos
-y de hecho nos da-
hermosas flores,
pero
por cada flor
que entrega
nos da también
-cierta
e
inevitablemente-
un 
millar
 de espinas





24 marzo 2013

Belleza nocturna...



Debo reconocerlo.
Aunque debería sentirme engañado, defraudado, no me siento así.
No sería justo para con ella, si así fuera.
¿Qué culpa tiene de mi error?
¿Qué culpa tiene si yo, en mi afán de encontrar a aquella con que soñaba cada día, la confundí con ella?
¿Qué culpa tiene si yo decidí llevarla conmigo, creyendo que era otra diferente?
¿Acaso hizo algo, salvo ser como era, para engañarme?
¿No fui acaso yo, quien se engañó a sí mismo?

Ella sólo fue quien es y como es.

Cuando -al fin- advertí que no era aquella que buscaba,
me sentí decepcionado.
No me importó su belleza, que supuse ligera y efímera, y sólo le dí importancia al hecho de que no era a quien yo quería, la que yo esperaba, la que me hacía soñar.

No advertí lo que la hacía diferente, no entendí que su verdadera belleza se escondía a mis ojos, y que lo que había visto no era sino una pálida muestra de lo que podía ser.

Y es que ella escondía lo mejor de sí -o mejor, lo reservaba- para aquellas a quienes honraba, aquellas a quienes todo su ser dedicaba: la noche y la luna.
Sólo para ellas vestía sus mejores galas, sólo para ellas se iluminaba con el máximo esplendor de su radiante belleza. Y por esa razón yo, que sólo la veía de día, la encontraba tan ligera, tan breve, tan sutil como un suspiro.

No sabía, no entendía, hasta que la vi una noche en toda su hermosura, serena pero radiante, perfumada, elegante.

La llamaron Moon flower, la flor de la luna, y pocos nombres son tan acertados y precisos, ya que en ningún momento es más bella que bajo los rayos lunares, cuando ese pálido satélite alcanza el cenit.

La foto no es mía -obvio- que con mi cámara...

Pues sí, no era un suspiro, ni duraban sus flores sólo un momento. No, es una flor nocturna, que abre al anochecer, y llena la noche de su aroma y embellece el jardín, cuando lo ilumina la luna.

Y aunque sigo soñando con mi suspiro azul, me siento feliz de poseer a esta belleza nocturna...


22 marzo 2013

Origami




De niño, me gustaba el origami. El arte chino (sí, chino, aunque haya quienes nieguen su origen y aunque se conozca por su nombre japonés) de crear figuras en papel no podía menos que atraerme, porque las figuras más conocidas son de animales, y en mi infancia nada me atraía más que todo bicho vivo.

En la escuela se enseñaban figuras origami, en las clases de artes plásticas. Había que hacer algunos de los muchos que son tradicionales, como la grulla, por ejemplo.
Recuerdo que alguno de mis hermanos(as) mayores tuvo que hacer un trabajo sobre esto, que implicaba mostrar, en una gran hoja, todo el proceso paso a paso. Mi madre conserva todavía unas cuantas de esas hojas guardadas, que no deben tener menos de 50 años. Era algo así, pero se graficaba cada paso en forma práctica, de modo que era un "trabajo de chino" para un escolar.


No recuerdo haber tenido que hacer algo así, pero es comprensible. Cuando yo iba a la escuela (diez años más tarde que ellos)  ya no era lo mismo, no se exigía de la misma manera a los alumnos, aunque ciertamente se exigía mucho más -mucho más- que a los alumnos actuales, para quienes todo va más fácil.

Me acordé de esto, al encontrar una página con muestras de arte de origami, que me dejaron más que sorprendido, mudo.




Quisiera tener la habilidad de los orientales para crear cosas como ésta,  a partir de un simple papel.


Pero qué se le va a hacer, si cuando tenía mis dedos flexibles aún apenas si podía con la grulla, no es el caso pretender ahora llenar un estanque con peces...



Dar un recorrido rápido por internet, buscando imágenes de origami, da sorprendentes resultados...

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20 marzo 2013

Limones

Alguien dijo: "Si la vida te dá limones, haz limonada",

pero,
si no tienes ni agua,
ni hielo,
ni azúcar,
sólo los malditos limones,
¿qué?
¿qué diablos hace uno?

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11 marzo 2013

Y ahora, el porqué de tanto odio...

No recuerdo si  lo conté, y no hay tiempo para repaginar los post pasados, de modo que diré "al pasar" que mi negrita fué despedida de su trabajo, y a partir de marzo volvió -después de muchos años- a depender de mí (cosa que le molesta, por cierto).

Pero menciono esto ahora porque a raíz de ese despido -y con parte de su indemnización por 13 años de trabajo- decidió comprarse un refrigerador nuevo (en España le llaman frigorífico, ¿no?). El nuestro tiene ya más de 10 años, y si nos servía bien en ese tiempo, cuando sólo teníamos un pequeño niño en casa, ahora que tenemos un veinteañero ya no dá abasto. Habíamos buscado uno desde hacía cosa de un mes, y el único que parecía adecuado para ella, estaba agotado. Todos los demás eran -no se quién diseña los refrigeradores- altísimos, de 2 metros al menos. O enormes, con dos puertas, un congelador como para meter un cordero, medio cerdo, 3 pescados y varios kilos de verduras, y un montón de funciones que uno ni entiende ni necesita. Para peor, tenían el congelador -que no usamos tanto- en la parte inferior, de manera que las bandejas de uso diario quedaban por allá, en las alturas. Y como mi negrita llega al metro cincuenta de estatura sólo si anda con tacos, pues tendría que haber usado una escalera para ocupar el refrigerador. No servían. Encontramos uno que, siendo amplio, medía 1.80 de alto, y eso ya era más aceptable.

 Nos dijeron entonces que ese modelo, aunque por el momento agotado, llegaría pronto, en unos días. Y esperamos. Y esperamos. Y esperamos.

Nunca llegó. 
Nos ofrecieron entonces que compráramos el de exhibición, a precio rebajado, con garantía y sin pagar el transporte a casa. Parecía buena opción, pero ella aún no recibía el dinero, y no quisimos comprarlo al crédito, para evitar posibles sorpresas.

Recibida su indemnización, fuimos  a la tienda y aún estaba allí.
Quisimos comprarlo, en las condiciones ofrecidas, pero nos dijeron que nó, que no se podía.
Hice llamar al Jefe de esa sección, y éste nos dijo que quien nos hizo esa oferta había sido despedido, de modo que no tenía efecto.
Nos hizo una oferta nueva, a un precio algo más alto y con garantía, pero el transporte corría por costo nuestro.
Sabiendo que no habíamos encontrado en otra  tienda un refrigerador similar, lo compramos.

Debían llevarlo a casa al día siguiente, viernes, porque el día sábado teníamos que asistir a un matrimonio y no era cosa de estar recibiéndolo a último momento.

Llegó el viernes, Y pasó todo el viernes, con mi negrita sin querer salir de casa, esperándolo, y nada,
Fuimos  a la tienda, y allí estaba, aún en su lugar en la sala de exhibición.

La vendedora que nos había atendido no estaba.
Busqué al jefe, y al hacer el reclamo, me dijo que la vendedora no había ido a trabajar, y que él se había olvidado...
Pero, obvio, se comprometió para el día siguiente, a primera hora, confirmarnos el despacho antes de mediodía.
Al día siguiente -sábado- a mediodía, y sin novedad alguna, llamé al servicio al cliente, y aparte de counicarse ellos con la tienda, no nos dejaron nada en claro, salvo que tenían 48 horas para hacer la entrega... 0_o
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Luego llamó la vendedora para decirnos que lo enviaban antes de las seis de la tarde. Mi negrita no fué muy amable al contestarle, es cierto, pero es que ya no daba más de rabia por el incumplimiento.

Para las siete de la tarde, ya habíamos decidido que anularíamos la compra al día siguiente.

Pero 15 minutos más tarde, cuando mi negrita no estaba presentable -preparándose para ir al matrimonio- y yo estaba saliendo de la ducha con nada más una toalla, ¡zaz!, que llegaron con el refrigerador.

Vestido a la carrera y a medias, salí a recibirlo. 
Era grande.  Más grande de lo que nos pareció en la tienda, entre aquellos otros aún más grandes que había.Y resultaba pesado. Bastante pesado.
Los hombres que lo traían se dispusieron a entrarlo, y ahí se acabó todo: ¡¡no cabía por la puerta!! 
De frente era imposible, pues era mucho más ancho que la puerta. 
Intentaron entonces de costado, y nada, tampoco. Sobraban como 5 centímetros.

Maldito Murphy, me dije yo.

Pero los hombres tenían una solución brillante: sacar la puerta, y con eso entraba.
Sacar la puerta. ¿saben lo que significa eso? ¿cuando apenas si tienes tiempo?

Pero bueno, herramientas en mano, alla fuí, y saqué la puerta.
Tomamos medidas. Ahora sí, dijeron, e intentaron entrarla de nuevo.

Y otro fracaso. Ahora eran las manijas del refrigerador las que no permitía que entrara!!
Mi negra estaba más que desesperada, y yo, bueno, no se me ocurría nada más. 
¿Sacar las manijas? Ah, no, dijo uno de ellos, para eso hay que traer un técnico autorizado que lo haga.
¿Un técnico autorizado a las 19 de un día sábado? Ni soñarlo.

Solución: Que se lo llevaran.  

¿Cómo? ¿Que no? ¿Que lo dejaban ahí, a la puerta de mi casa sin puerta? ¿Y yo qué hacía con él, si apenas puedo mover nada con lo que me queda de tendones en los hombros, y son tres peldaños de escalera para salir a la calle?

Mi negra ya se cortaba las venas, cuando se me ocurrió una "solución de parche" (como decimos por acá): Que lo dejaran en el garaje (desde donde no podríamos sacarlo sino hacia la calle de nuevo) y el auto tendría que pasar la noche en la calle, una vez más (recordarán que ya se me ha quedado fuera antes).

Y así lo hicimos.
Y ahí quedó el refrigerador, abandonado en el garaje, mientras nosotros nos fuimos corriendo al matrimonio, tratando de olvidar el disgusto...

"Si algo puede salir mal, saldrá mal." ¿Cómo no odiar la maldita ley de Murphy?



Al día siguiente, recordé mis viejos días en que hacía de todo lo que hubiera que hacer, y desarmé las manijas del refrigerador con todo el cuidado posible, volví  a sacar la puerta de casa, y con el concurso de cuñado, sobrino e hijo, logramos entrarlo, sin rayarlo, pese a que la tolerancia era de un par de centímetros...

(Afortunadamente Murphy estaba durmiendo a esa hora, todavía. Creo que -como muchos- se levanta tarde los domingos..)

 
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09 marzo 2013

Odio a Murphyyyyyyyyyyy........!!!!!!!




El por qué lo diré cuando se me pase la rabia y pueda escribirlo...



Que no es nada grave, pero sí molesto... ¬¬
Maldito Murphy.



08 marzo 2013

Happy day



Eso,
que -dentro de lo que se pueda- tengan un buen día.



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03 marzo 2013

Oferta: Lleve 3 por el precio de uno...

Como ya sabe todo quien viene por aquí, me gusta escribir. Mucho.
Pero a veces se me hace difícil hacerlo. En el trabajo es casi imposible, y en casa, bueno, muchas veces prefiero olvidarme de todo dedicándole tiempo a "mis chicas", jugando online. Es la única manera de no pensar en aquellas cosas que quisiera no tener que pensar, como que mi negrita está sospechosamente enferma (le temo a una recaída del cáncer) o que mi cuerpo inventa a diario cosas nuevas para amargarme la vida (antígeno prostático alterado).

Así, se me acumulan las ideas en la cabeza, y las historias que contar. 
Por otra parte, me he dado cuenta  que si escribo más de un post, por lo general mis escasas y fieles lectoras sólo leen lo último que haya escrito. 
De modo que teniendo más de algo que decir, pensé esta vez en hacer un "combo" y escribir tres post por el precio de uno:



No sólo la rusa...


No sólo la rusa (la de la historia de pseudosocióloga) me ha tenido preocupado y algo deprimido ultimamente. 

También lo ha hecho esa pobre chica quinceañera de islas Maldivas, que después de haber sido violada por su padrastro y luego de haber visto el asesinato del hijo fruto de esa relación, tendrá que vivir tres años pensando en que al cumplir los dieciocho recibirá 100 azotes como castigo por haber tenido relaciones prematrimoniales.  Si es que hay que joderse...  Hay que joderse, sobre todo cuando te enteras que quien le dio esa condena no fue un anciano musulmán fundamentalista y misógino, sino una jueza. Sí, una mujer.

Me preocupan y me deprimen también las chicas como esa que vi a las cinco treinta de la mañana -que aunque no parecía tener más de 18 años-, caminaba con dificultad y afirmándose de las paredes, riéndose como una tonta de quien sabe qué, a causa de su avanzada ebriedad. De la forma provocativa en que iba vestida, no quedaba sino rogar que lograra llegar a su casa entera (no hace mucho apareció una como ella muerta en una playa).

Me preocupan y me deprimen, además, las mujeres como esa que vi -también de madrugada- llegar con paso cansado y triste rostro a la puerta de una casa cercana, y sentarse en ella, abrazándose las piernas -que la minifalda dejaba desnudas- para darse algo de calor (al amanecer siempre hace algo de frío). Me dijo mi negrita que eso es de todos los días, que llega a esa hora y espera allí sentada hasta que horas después alguien le abre la puerta. Si tiene que trabajar de noche (¿qué otra cosa podría hacer a diario?), ¿no sería justo que tuviera al menos una llave para entrar cuando llega en la mañana?

Por eso evito todo lo que puedo leer periódicos o ver noticias en la tv, porque prefiero en lo posible ignorar cosas como ésta, ya que nada puedo hacer para evitarlas...  pero cerrar los ojos a lo que me rodea, eso, no puedo.




Tras un Suspiro


A mi negrita y a mí nos gustan mucho las flores, y también las enredaderas. De modo que una enredadera que tenga lindas flores no puede sino gustarnos mucho.


Hasta ahora, sólo habíamos conseguido tener ésta, de color lila, y cuyas flores duran varios días. Les encantan también a los picaflores, que nos visitan a diario, y a las abejas cortadoras de hojas, que por ellas invaden nuestro jardín.

Pero mi negrita -amante desde siempre del color azul- y yo mismo -porque me trae recuerdos del pasado- siempre hemos querido tener una similar, a la que yo conocí siempre como suspiro azul, pese a que contrariamente a lo que me decía mi padre, no duran lo que un suspiro, sino un par de días, al menos.



Y de tanto buscarla, al fin conseguimos una, en uno de los pocos viveros que tenemos en la ciudad. Sus hojas son inconfundibles, ya que son de dos formas diferentes en la misma planta, unas acorazonadas y las otras no. Nos costó lo suyo, pero el deseo de tenerla era mayor que cualquiera otra consideración, de modo que la compramos. Ya estaba crecida,así es que la pusimos directo al suelo, y enredamos sus guías en las ramas de un mioporo. Los días pasaron, y la enredadera crecía bien, como si siempre hubiese estado en nuestro jardín. Pero no daba flores. Ni una. Y eso nos tenía un poco tristes. Y un poco molestos.

Hasta que el sábado pasado, mientras preparaba el desayuno, miré por la gran ventana que tenemos en la cocina, y que nos muestra el patio y el jardín, cuando observé arriba, en lo más alto del mioporo, una flor grande y llamativa, de color blanco. Nunca la había visto, y no entendía de dónde pudo salir, así es fui hasta allá a verla. La vi, y era igual que un suspiro azul, pero mucho más grande, y totalmente blanca. Aunque ya me era evidente de donde había salido, seguí las guías de la enredadera y me quedó claro que provenía de nuestro supuesto suspiro azul.


Le conté a mi negrita, cuando tomamos el desayuno, y se la mostré por la ventana. Cuando salimos al patio a verla, una hora después, para nuestra sorpresa ¡ya se había muerto! 

Lo mismo ha pasado con las 5 o 6 flores siguientes.

Así es que nos ha quedado claro que somos los casi felices poseedores de un auténtico suspiro blanco que, como me decía mi padre, dura tanto como el suspiro que le da el nombre o, como diría yo, dura tanto como las alegrías de esta vida...


[Ahora, a seguir la búsqueda del suspiro azul... ]



Y no supe qué decir...

Esta tarde fuí a comprar una madera que necesitaba, para uno de los infaltables proyectos de mi negrita. Cosa extraña, pues solemos hacer todo juntos, fui solo.

Cuando estaba en la caja, pagando, deslicé la tarjeta por la máquina demasiado rápido, de tal manera que me salió el mensaje de que ésta no era aceptable.

La chica de la caja -una  morena joven y linda, de brillantes ojos- me dijo amablemente que lo hiciera de nuevo, esta vez más despacio.

Yo lo hice, a la vez que le decía: 

- Las cosas hechas a la rápida siempre salen mal...

Y entonces ella, mirándome a los ojos, con una pícara expresión en su rostro, me dijo:

- No siempre, a veces salen muy bien...  (con énfasis)

Y yo, aquél a quien le sobran las palabras y quien tiene siempre una respuesta pronta en los labios, sorprendido por su frase ¡me corté! y no supe que decirle... (amén de cierto calorcito sospechoso en las mejillas)

Su cara todavía reflejaba picardía cuando un minuto después me entregó la boleta, y me fui...



[Sí, podía haberle dicho algo ingenioso entonces, pero para mí lo que no se dice de inmediato, ya no vale. Simplemente, me ganó. (Hay que saber perder) ]


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