31 diciembre 2010

De amarillo...

En estas fechas, entre tantas cosas que la gente suele hacer para "asegurarse" que el próximo año sea mejor, hay quienes visten ropa interior amarilla... y así, puedes encontrarte con estas prendas en la calle, a la vuelta de cualquier esquina...


Por mi parte, yo no hago nada para mejorar mis opciones para el año venidero:

No como lentejas.
No como doce uvas.
No salto sobre el pié derecho.
No subo y bajo escaleras.
No salgo a "dar una vuelta" con una maleta.
No me siento y me vuelvo a parar con cada campanada.
No me pongo la ropa interior al revés.
No uso ropa interior amarilla (dinero) o roja (amor).
No barro la casa de adentro hacia afuera.
Ni ninguna otra cosa que a alguien se le pueda ocurrir...

Lo que venga, tendrá que venir.
Sólo espero que sea mejor que lo que vino este año...
Para mí, y para todos los que quiero...

.

28 diciembre 2010

Ex Jefe IV, o El zancudo...


Un día, lunes, el Inefable llegó tarde. No era novedad.
En esos casos, había que ir a buscarlo a la carretera, un paseito de unos 6 kms.

Cuando llegó a la oficina, venía más pacífico que de costumbre, y se puso a trabajar de inmediato, de modo que a las diez ya había hecho todo lo que tenía que hacer.

No se escuchó más ruido desde su escritorio por un rato, y nosotros continuamos con nuestras tareas habituales, sin que molestara a nadie.

Como a las 10 y media, salió de su rincón, directo a mirarse a un espejo que teníamos, para volver enseguida a su escritorio.

Quince minutos depués, le llevé unos papeles, y lo noté raro, como que algo tenía en la cara, pero no supe qué.

Al rato, nuevamente a mirarse al espejo, y esta vez salió de la oficina, supusimos que al baño.

Cuando volvió (como había que abrirle la puerta, porque él no la abría por sí mismo), me dí cuenta que tenía el labio superior extraño, como algo hinchado. Al ver mi cara de pregunta, se tocó el labio y me dijo:
- Parece que me picó un zancudo, o algo, anoche.

Seguimos trabajando, pero 10 minutos más tarde estaba en el espejo de nuevo, y se le notaba intranquilo, pues entraba y salía a cada rato.

A la 1, hora en que solíamos ir a almorzar, me dijo desde su escritorio que no iba, que no tenía hambre. Me fuí solo.

Al regreso, fuí a entregarle las llaves de la camioneta, por si había cambiado de idea, y no pude evitar un gesto de sorpresa al verlo: tenía el labio muy hinchado, y con una sombra violácea por encima.

Todavía entonces insistía en su versión de que no sabía que le había pasado, y nosotros le mirábamos preocupados, porque en realidad se le veía feo...

Al final, cuando ya hasta hablar se le dificultaba, confesó. (Siempre confesaba, sin que nadie le preguntara. No podía resistirse)

Me dijo que estando en su escritorio, sin nada que hacer, y aún con sueño por haberse acostado tarde la noche anterior, se quedó dormido... tanto así, que sin darse cuenta se fué hacia adelante y se golpeó la boca en el borde del escritorio...

Ése, que no otro, era el zancudo que le había picado...

.

27 diciembre 2010

Mal año, hasta el final

Pensé que las cosas mejoraban,
pero no fue así.
Había solicitado volver al trabajo a partir de enero, de acuerdo con mi doctor.
Pensábamos que sería lo mejor para mí y mi recuperación.
Al fin y al cabo, yo no hago otra cosa que digitar en un teclado.
Lo más importante de mi trabajo lo hago con mi cerebro.
No debía haber dificultad en que trabajara entonces, mientras seguía con la terapia.

Pero no resultó. Hoy me han notificado que no es posible,
que debo seguir con reposo hasta que esté 100% recuperado.
Y eso implica 2 meses más -al menos- con reposo médico.
Difícilmente he llevado estos tres que ya he pasado,
dos más se me hacen una eternidad.

Hay quienes me han dicho "¿de que te quejas?,
ya quisiera yo estar en casa de vacaciones"

Yo también, por cierto, si fueran vacaciones.

.

23 diciembre 2010

Navidad... para algunos.


No me gusta, desde hace unos años, la Navidad.

No porque sea un Grinch (aunque a veces presumo de serlo).
No porque no me guste ese ambiente navideño de adornos, luces, villancicos, películas a propósito de, etc.
No porque no me guste esa nube de saludos cariñosos, tarjetas, regalos, que la gente se cree en obligación de intercambiar.

No me gusta, por la tristeza que causa en tantas personas.
No me gusta, por el dolor que causa en tantas personas.
No me gusta, porque hace a mucha gente sentirse sola, más sola que de costumbre.
No me gusta, porque hace a mucha gente creer -en estos días- que sus vidas son más malas de lo que son en realidad.
No me gusta, porque no es para todos,
porque deja a muchos afuera,
y porque les hace conscientes de estar fuera de ella.

No debiera haber Navidad.
Porque los que la disfrutan y comparten felices,
son los que siempre tienen algún motivo para disfrutar y siempre tienen con quien compartir.
De modo que no les haría ningún daño si desapareciera.
Pero para aquellos que sólo desean que pase pronto, que se acabe ya,
para aquellos que quieren cerrar los ojos y no abrirlos hasta enero,
para ellos sería bueno que no existiera más...

Me entristece, mucho, ver gente triste a causa de la Navidad...

.


21 diciembre 2010

De mamá

Mi madre es una anciana ya, tiene 85 años.
Me pidió que le fotocopiara un viejo papel mal escrito a máquina. (no sé de dónde lo sacó,  o por cuanto tiempo lo habrá tenido guardado).
Lo miré, y le dije que estaba muy mal escrito para fotocopiarlo, pero que podía escribirlo de nuevo e imprimirlo. Ni lo leí.
Me dijo que era para darlo a sus hijos
(eso me incluye, por cierto).

Cuando me dí a la tarea, no pude evitar sentirme mal al leerlo, pues aunque vive conmigo, no dejan algunas de estas palabras de golpearme en la cara:


                    A mis hijos

Prefiero que compartas pocos minutos
ahora que estoy viva
y no una noche entera cuando yo muera.

Prefiero que estreches suavemente mi mano
ahora que esoy viva
y no la beses llorando cuando yo muera.

Prefiero que te apoyes en mi hombro y me abraces
ahora que estoy viva
a que estreches mi cadáver cuando yo muera.

Prefiero que me regales una sola flor
ahora que estoy viva
a que envíes un hermoso ramo cuando yo muera.

Prefiero que me hagas una breve llamada
ahora que estoy viva
a que emprendas un rápido viaje cuando yo muera.

Prefiero que elevemos al Cielo una breve oración
ahora que estoy viva
y no una misa cantada cuando yo muera.

Prefiero disfrutar los más mínimos detalles
ahora que estoy viva
y no grandes manifestaciones cuando yo muera.

Porque ahora es cuando vivo para amarte.


(A veces, cree uno que con tenerla al lado ya lo hizo todo...)

13 diciembre 2010

Sonreír tal vez no sea tan difícil

La historia de Revuelta acerca de una rosa, que leí en su blog,
(y publiqué en Antología)
me recordó una que me ocurrió a mí, el milenio pasado, cuando aún era soltero...

Salía yo de mi casa, la mañana de un 25 de diciembre, Navidad, para ir a trabajar.
Había sido una noche triste, solitaria, sin nada de lo que supone una noche de navidad.
Y era una mañana muy similar.
Caminaba por la calle, cabizbajo,
melancólico, pateando latas,
cuando encontré dos ojos que me miraban fijamente, desde el suelo.

Era un pequeño "monito" de fieltro,
con gorra navideña,
y un pequeño letrero al hombro
que decía:
"Feliz Navidad"


No sé porqué me llegó tan adentro eso, me emocionó mucho.
Lo recogí, y miré a mi alrededor.
La calle, a las 7 de la mañana, estaba vacía completamente.
¿Cómo llegó allí?
¿De quién era?
Preguntas sin respuesta,
 a las que se le podía dar la respuesta que uno quisiera.
Y la respuesta que les dí, esa mañana,
es que estaba ahí para mí,
y me fuí sonriendo,
y tuve un día largamente feliz...

Lo conservé. Aún ahora, 22 o 23 años después,
todavía está guardado,
(sólo perdió su letrero)
como un recuerdo de que siempre hay algún motivo para ver las cosas de otra manera,
algún motivo para sonreír...
...cuando uno quiere hacerlo...

.

09 diciembre 2010

Depresivamente

.
He pasado muchos días negros. Bastantes.
Y no porque las cosas hayan cambiado mucho.
Los problemas son los mismos. Mi vida es la misma.
Es cierto que mis dolores se han acentuado un poco, pero no justifican en realidad el que me dejara hundir en un pozo de depresión, como he hecho.

Tal vez fuese porque resulta tanto más fácil, más cómodo, quedarte ahí, sin hacer nada, sin pensar en nada, sin decidirte a moverte, en un estado de "nada me importa".

Creo que es tiempo de dejar eso, de una vez, para que aunque nada cambie, al menos  lo enfrente de otro modo, de mejor manera, por último, de una manera que no afecte y deprima a quienes me rodean.
Estoy en eso, desde hoy.
Tratando de darme ánimo, de hacer lo que mejor pueda, de hacer algo...

No veré al médico hasta el 26, y de mí depende que esté lo suficientemente bien como para que me autorice a trabajar, aunque sea parcialmente. Creo que eso me haría bien.
Después de tener un trabajo de 12 horas diarias, pasar todo el día sin nada que hacer no resulta fácil.
Cuesta quitarse ese sentimiento de que ya no eres útil...
.

06 diciembre 2010

Ex-jefe III o Los corchetes


Bueno, Pseudosocióloga (en el post anterior del Inefable), duda de que existan personas (jefes) como él.

Claro, no todos se han encontrado con gente así en su vida, pero puedo dar fé de que existen.

Recuerdo otra de sus historias, otra de las que cuesta creer, por cierto:

Una mañana, el inefable estaba trabajando (cosa que también hacía, créase o nó),
y corcheteaba el papel A con el papel B, papel A con papel B, papel A con papel B...
cuando de pronto se escuchó su voz, llamando a mi compañero, César.

Allá corrió César, más que caminar, a ver que quería.

Con ambas hojas en una mano, A y B,
y la corchetera en la otra, el Inefable le dijo:

- César, anda a la oficina y dile a W que me mande corchetes.

Salió César, raudo, a recorrer los 150 metros que nos separaban de la administración, para traer los corchetes.

Cinco minutos después, el Inefable:

- ¿No ha llegado César?

- No ha llegado.

Siete minutos han pasado.

- ¿Y César?

- No ha llegado.

- ¿Pero dónde está César!!?

- Que no ha llegado todavía.

- ¿Y en qué se demora tanto? Lo estoy esperando.

- Ya vendrá, supongo...

Diez minutos.

- ¡Césaaaarrrrr! ¿Dónde está César?!

- Que no ha llegado...

Quince minutos.

- ¡Ceesssaaarrrr! !Céésssaaarrrr!

- Que no llega todavía.

- ¡Pues vete a buscarlo!

Qué me dijeron. Salí de escape, para no seguir oyendo gritos.
En un minuto estuve en la oficina de administración, y ahí estaba César, con la caja de corchetes en la mano, feliz conversando con 2 o 3 más...

Lo tomé "de un ala", y le dije que lo esperaban, que se apurara, y sin soltarlo me lo llevé de regreso.

Antes de llegar, mucho antes, se escuchaba ya un grito largo y prolongado, que decía:

¡Céssaaaaarrrr!  ¡Estoy parado por un corcheteeeee!!!

Cuando entramos a la oficina, nos dimos cuenta de la veracidad de esas palabras:
Créase o nó, durante todo ese tiempo, el Inefable nunca soltó las dos hojas, A y B, ni la corchetera. Realmente se quedó parado, sin hacer nada más, hasta que le trajeran los corchetes.

(El griterío consiguiente, con todas las expresiones no incluídas en el diccionario de la RAE, lo obviaré por sanidad mental.)

04 diciembre 2010

Armando árbol...



Nos preguntó: ¿Armamos el árbol?

El hijo dijo: no
Yo dije: me da lo mismo
Ella dijo: entonces no se arma

Pero tenía un tono triste cuando lo dijo.

Es que con mi negrita nos llevamos bien, y coincidimos en muchas, muchas cosas, pero la navidad no es una de ellas.
Para ella es importante,
y necesita que haya un árbol con sus luces, que hayan adornos, regalos, villancicos, películas navideñas en la tv y chocolate caliente, para sentir que es navidad...  y disfrutarla.
El hijo y yo pasamos de esas cosas. No sé por qué.
Me crié en una casa en que había todas esas cosas (menos la tv), cada diciembre, y tengo buenos recuerdos de ello, pero no me nace, no siento, eso de la navidad...

Tal vez tenga por ahí algún gen de Grinch
(y se lo haya heredado a mi hijo...).

Pero bueno, la cosa es que el árbol se arma,
(porque no cuesta nada -a veces- hacer algo por los demás)
y me voy ahora porque -obvio- el que lo arma soy yo...

03 diciembre 2010

A veces pasa que no sabe uno que decir.
A veces pasa que tiene uno flojera hasta de escribir.
A veces,
pasa.

30 noviembre 2010

Cambalache...

"Que el mundo fue y será una porquería..."
dice el tango,
y tiene mucha razón...

Aunque la vida a veces se disfrace de agradable
y se tiña de colores
para hacernos creer que no lo es tanto,
al fin se cansa de jugar
con nuestra ingenuidad y vuelve a mostrarse como es:

Una porquería...

27 noviembre 2010

Ex-jefe II, o ¿dónde está?!!

Novato aún, en mi primer turno de nochero, llegué a casa una mañana, después de una ardua jornada de 12 horas de trabajo nocturno. Desayuné y a la cama. Lo único que quería era dormir...

No creo llevara más de 1 hora durmiendo, cuando sonó -implacable- el teléfono...
Mi negrita (que por entonces aún no trabajaba), contestó pronta, para que el sonido no me despertara.
Una voz cortés, pero algo dura, le pidió hablar conmigo.
Ante la duda de ella, y sus explicaciones de que estaba durmiendo, la voz le dijo secamente:

- Sé que está durmiendo, soy su jefe, despiértelo.

Pobre ella, pensando en que si mi jefe me llamaba a esa hora sería por algo importante, tal vez por un error mío, una falta, corrió a despertarme. Medio dormido aún, acudí al teléfono.
El inefable, al oír mi voz, me interrumpió bruscamente, diciéndome, con voz por demás autoritaria:

- Tenía un lápiz en el cajón de mi escritorio, ¿dónde está?!!




Intentar explicarle que no sabía, que nunca entré a su oficina ni me acerqué a su escritorio, que nadie más lo hizo en toda la noche, que a mí poco me importaba un simple lápiz, teniendo tanto trabajo, no pasó de ser eso, un intento... porque no me dejó hablar siquiera, ni una palabra, hasta que luego de una larga perorata acerca de mis deberes mal hechos, acerca de la propiedad ajena, y bla bla bla, me cortó...

Demás está decir que ni a mediodía conseguía todavía dormirme de nuevo.
Demás está decir que, a la tercera llamada de ese tipo [¿quién usó mi taza? o ¿dónde está mi cuchara?, ¡no puedo tomar café sin mi cuchara!] en los siguientes turnos de noche, mi esposa compró un teléfono con visor de llamadas y nunca, nunca jamás, volvió a contestar sus llamadas... ni a dejarme que las contestara...

Cuando el inefable me preguntaba, ya en el trabajo, por qué no contestaba sus llamadas, yo encogía mis hombros y le decía, humilde:
- Esa mujer, jefe, que espera que me duerma y desconecta el teléfono... yo le digo que no lo haga, me enojo, la reto, pero es tan porfiada...  no sé que hacer con ella...
El inefable me miraba a la cara, y aunque asentía a mis palabras, sé que sabía que me estaba burlando de él, y sé que sabía también que yo sabía que él lo sabía...

¿Será por eso que nunca me quiso?

.

26 noviembre 2010

Soledad...

Tanta gente que se queja de estar sola...
y yo,
hoy,
lo que más quisiera es estar solo...



Cosas que le pasan a uno, digo yo...

24 noviembre 2010

Flores

Hay flores que, con sus bellos colores,
asombran a nuestros ojos
y nos obligan a admirarlas.
Hay flores que,
con sus dulces y fragantes aromas
despiertan nuestros sentidos
y nos transportan a soñados lugares.

Y sin embargo, también hay flores que,
sin tener tan evidente belleza,
ni preciosas combinaciones de colores,
ni fragantes aromas,
nos llegan igualmente al corazón
y nos hacen admirar la hermosura que se esconde tras su pequeñez y simplicidad...


Como pasa con tantas cosas en la vida,
a las que muchos no les prestan atención,
porque son pequeñas
y simples,
porque no son las más fragantes
o las más hermosas...

.

21 noviembre 2010

Crónicas de hospital


Y sonaron las doce campanadas, y la medianoche pasó.
Pasó la medianoche del domingo aquél, el del 14 de noviembre, y fuí internado, como se esperaba, como estaba presupuestado.
Bueno, tal vez "como estaba presupuestado" resulte inexacto, en este caso. Porque se suponía que fuera ingresado a una habitación de 4 camas, y me llevaron a una de sólo dos. La onerosa diferencia me llevó a protestar de inmediato, pero me dijeron que de cuatro no había, y que por ese error, ellos asumirían la diferencia (eso espero).

El control de ingreso arrojó una presión de 151/110. Dizque sería por el stress propio de internarse. Dejémoslo así [sería feo asumir que tuviera parte en ello el angelito que me lo realizó].

Me etiquetaron, como a un paquete cualquiera, con un código de barras y mi nombre, para pasar luego por la ignominia de quitarme la ropa y vestir la clásica bata de hospital: blanca, con unas lindas florecilllas azules estampadas, y vergonzosamente abierta por detrás. Más vergonzoso aún el que, con el brazo malo, no podía atármela solo... tuve que pedir ayuda.

Solo en la habitación.
0348
Me despierto por cuarta o quinta vez.
Nada que hacer.
0500
Despierto nuevamente.
Me doy veinte o más vueltas en la cama, como un pollo al spiedo cualquiera.
Más por hacer algo, que por otra cosa, me levanto al baño.
Todo blanco, todo limpio, un extractor de aire funciona permanentemente, haciendo un ruido molesto. Y ya que molesta ¿por qué no apagarlo?
Un interruptor en la pared, el único visible, parece ser el indicado. Lo oprimo.
El extractor y su zumbido molesto siguen, como si nada.
En el silencio de la noche, se oye claramente -aunque lejano- un timbre de alarma...
Una duda nace en mi interior, y desaparece segundos más tarde, al escuchar abrirse la puerta de la habitación, y una voz alarmada que pregunta ¿dónde está? ¿le pasó algo?
Lo siguiente es que se abre la puerta del baño, y la auxiliar me pregunta:
¿por qué tocó el timbre?
Balbuceé algo acerca de haberme apoyado sin querer en él, y con el rostro acalorado, me fuí a acostar...
Dudo -seriamente- que me haya creído...
07:30
Después de bañarme, me cambié la bata de tela por una tenida especial para la operación: otra bata del mismo modelo, pero azul, en un simpático conjunto que incluía zapatos, ropa interior y un gorro...

Llegó una arsenalera -Ingrid- a buscarme en una silla de ruedas.
Simpática, hizo lo posible porque estuviera relajado.
Ya en pabellón, la anestesista -una doctora de apellido y aspecto alemán- me encandiló con sus ojos de color del agua, me puso a dormir, y no supe más...
La operación fue un éxito, según el doctor, aunque el daño era mucho mayor del que se suponía. En lugar de dos horas, la operación duró casi cuatro...

Cuando desperté, tenía un solo pensamiento: duele...

Ahora sólo resta esperar que el dolor ceda, que la herida cicatrice bien, y que tres meses de terapia me devuelvan mi brazo...

14 noviembre 2010

Meia Noite... e chocolate...


Cuando la noche esté en su apogeo,
cuando la luna esté en su cenit,
cuando el reloj de los ingleses,
allá en el centro de la plaza,
en el centro de la ciudad,
deje escuchar, triste, lastimera,
la última campanada de la medianoche,
estaré ingresando a la clínica.

Aunque me resulte algo tétrico,
he de hospitalizarme justo a esa hora,
justo cuando se acaba el domingo y comienza el lunes.
Justo a esa hora, para no ingresar en domingo
(es mucho más caro)
justo a esa hora, porque me operan a las 08:00
y debo llegar 8 horas antes.
Así,
ha de ser justo al minuto siguiente de la medianoche...


Tengo prohibido el chocolate,
pero ¡al diablo!
La ocasión lo amerita, necesito de ánimo,
y ¿qué mejor para levantar el ánimo que un buen chocolate?
Bueno, hay algo mejor, mucho mejor,
pero debo conformarme 
con este chocolate...


.


Oído al pasar...


- ¿Y qué vas a ser cuando grande? -dice la abuela, mujer de unos 50 y tantos.
¿doctora? ¿enfermera?
- Carabinera!* -responde la pequeña nieta.
- ¿Carabinera? Vaya...

Responde la niña preguntando, a su vez, a la abuela:
-¿Y tú, qué vas a hacer cuando grande?
-Yo ya soy grande...
- No, pero yo digo cuando seas más grande -insiste la niña.
- Ah, viejita, voy a ser más viejita, nada más...


A veces, dejo mi desánimo y apatía habitual para con esta vida, y pienso:
¿por qué no esforzarse un poco más, y tratar de hacer cosas, 
de "ser algo" aún cuando ya somos "grandes"?

Mi madre es una anciana, que carga con 85 años y no está ya muy bien, por así decirlo.
Pero hasta los 83, que tuvo un accidente vascular cerebral,
era más activa que yo, y hacía cosas que no pensaba en hacer a los 50, 
como trabajar o aprender cosas nuevas.
Y sin embargo, sin haberlo planeado, lo hizo.
Trabajó, e iba a cuanto taller de manualidades conocía, y aprendió de todo, 
algunas cosas bien, y otras con mejores o peores resultados. 
Pero no dejaba de intentarlo, ni de buscar cosas nuevas que hacer.
A los 83, enseñaba manualidades en un hogar de adolescentes embarazadas.
Cosa que no imaginó nunca que haría algún día.

Y eso me hace pensar en que sí, que es cierto que a veces a uno le dan ganas de aflojar,
de quedarse ahí, de no hacer nada, de dejarse estar, porque ya viviste unos cuantos años, porque estás lleno de vivencias que a nadie le sirven, y porque ya no quieres más.

Pero, caramba, tampoco se puede ser tan flojo de espíritu.
Hay que darse ánimo, hacer algo, intentar cosas nuevas aunque no resulten (luché contra el photoshop, pero me la ganó), y si no resultan buscar otras que sí lo hagan, sin desanimarse, y seguir en pié hasta el final (ahora estoy peleando contra Kubuntu -Linux-).
De ese modo, aún si piensas que tu vida no fue ni tan buena, que al menos al final lo sea, que al menos, si resultó ser mediocre, que no lo haya sido por falta de ganas...


*Carabinera = En Chile, polícía

.

13 noviembre 2010

Cuenta regresiva



La noche cae...
Madre natura ha apagado sus luces.
La ciudad encendió las suyas.
Un día más se ha ido.

No consigo estar calmado.
Tengo "mariposas" en el estómago
y mil pensamientos dando vueltas confusamente en mi cabeza.
En 32 horas más -o menos-
me operarán.

Y aunque no temo a nada,
y digo esto con plena conciencia,
y aunque sé que es sólo una operación en el hombro,
lejos de ser peligrosa o complicada,
no puedo evitar    la angustia callada de la espera,
no puedo evitar    sentirme inquieto,
no puedo evitar    estar nervioso y preocupado...

.

12 noviembre 2010

Sólo dos cosas...

A mi jardín le faltan sólo dos cosas para estar completo:

Las "catitas de oro" y los grillos.

Las catitas me recuerdan mi niñez, en mi ciudad natal,
donde habían muchas. Las cogíamos, las poníamos en nuestra mano y les pedíamos suerte...
Corrían por ella, queriendo escapar, hasta que de pronto abrían sus ocultas alas y se iban... pero no nos entristecía eso, al contrario, nos alegraba verlas volar y perderse tras la pared, buscando otro patio, otro jardín (con menos niños, tal vez...)


Los grillos, los grillos son algo especial, me recuerdan la tierra de mis ancestros, allá en Carén, ese pequeño y terroso pueblo donde vacacionaba en mi niñez...
Un lugar donde no existía TV, apenas si alguna radio. No había luz, sino la de las velas y la de los esporádicos postes callejeros.
Allá, cada noche, cansados ya de correr y jugar, de nadar en el río y trepar por los cerros, escuchábamos el canto de los grillos, en un único concierto que llevaba como escenografía la oscuridad reinante y un cielo pleno de estrellas...
Los grillos me recuerdan eso, y mucho más...

Pero aquí no consigo tenerlos.
Los hemos traído dos veces, pero no se quedan.
Desaparecen. Se van.


A mi jardín le faltan sólo dos cosas para sentirme feliz con él:

Las "catitas de oro"
y los grillos...



[La imagen no es mía, la tomé de internet]


.

11 noviembre 2010

Rayo de luna...

La vida es extraña...
Ayer estaba mal, hoy estoy bien...
¿Quién sabe mañana?


Pero lo que importa es que hoy estoy bien...
Con motivo,
o sin él,
lo cierto es que este día me parece más lindo,
más alegre,
¿más brillante?

Siento como si, en medio de una negra noche,
hubiera salido la luna,
iluminándolo todo con su luz...




.

09 noviembre 2010

Recordando a mi ex...

Si, que estando en la consulta del traumatólogo (otra vez),
he tenido que esperar dos horas (otra vez),
y estando en ésa, aburrido como no se imaginan,
me he acordado de mi ex...
Sólo que ésta vez no es una ex, sino un ex
[epa, que feo sonó eso...]
Mejor empiezo de nuevo: me acordé de mi ex-jefe,
que es todo un personaje...

Siempre he dicho que el día que me echen de mi trabajo,
voy a escribir un libro, al que llamaré "Mis años en F..."
Y de ese libro, no puedo menos que reservar dos o tres capítulos para mi ex-jefe.
Y es que no merece menos, el hombre.
Es tan especial, que lo bauticé "el inefable".
[inefable: que no puede describirse con palabras]
Es tan especial, y ha influído tanto en mis últimos 10 o 12 años,
que hasta he pensado que el libro tal vez debería llamarse
"A la sombra del inefable"...
[en su momento, reemplazaré inefable por su nombre, obvio].


Es tanto lo que podría decir de él, que he pensado
comenzar a contar algunas de sus anécdotas aquí,
algo así como una "novela por entregas...", al estilo Dickens.

Para empezar, ¿que mejor que el comienzo?
Mi primera sospecha de que era un tipo ruin vino cuando yo,
humilde empleado de una pequeña empresa de servicios,
le pedí a él me contratara para la empresa multinacional
en que laboraba, mucho mejor que la mía.
Yo le había hecho algunos pequeños favores,
y eso me llevó a pedirle una cosa tal. Aceptó de buen grado,
y aún me aseguró que lo haría,  a la primera oportunidad.
Robé entonces tiempo a mi trabajo, y me dediqué a aprender
 el que hacían sus empleados, aventajando incluso a algunos de ellos.
Quería estar preparado para cuando llegara el momento.

Un buen día, uno de los muchachos se retiró, y dejó la vacante.
Yo andaba de viaje, por mi trabajo, y al regresar encontré
que había contratado a otra persona, pese a que le recordaron
lo que me había prometido a mí.
Ni se excusó siquiera.
Pero su nuevo trabajador no duró ni dos meses, y se fue.
Antes de que alcanzara a contratar a otra persona,
todo mundo corrió a avisarme de la vacante, y a presionarlo
para que cumpliera su palabra. Casi por obligación, me contrató.
No sabía yo dónde había caído...

Sólo diré -por ahora- que mi primer día de trabajo estaba yo en nuestra oficina, con dos compañeros, cuando lo vimos asomarse a la puerta. Uno de ellos corrió a abrirle (luego aprendería yo que jamás abría la puerta por sí mismo), para dejarle entrar, venía indignado quien sabe por qué razón.
Se quitó entonces el casco de la cabeza, y con furia lo arrojó al piso, ante mi espanto. Lo arrojó como si fuese una pelota, y rebotó como si fuese una pelota, y como si una pelota fuese, lo pateó con inusitada violencia, haciéndolo volar por los aires, hasta estrellarse en una pared, desde donde se devolvió hacia nosotros, que escapamos apenas de tan desusado proyectil...


Fué tal la impresión que recibí, que tardé años en perderle el miedo, años en atreverme a enfrentarlo...


To be continued...

05 noviembre 2010

Lembranças...

Hace unos días, en alguna de las tantas consultas médicas,
me encontré con una "ex".

Tengo muchas "ex", con las cuales encontrarme.
Me casé tarde, y empecé temprano a enamorarme,
de modo que no me faltó tiempo para juntar amores...
Temprano, desde los 7 años, cuando no sabía decidirme
entre la Yoici Carrasco
(dulce, suave, de carita redonda, adorable)
y la Isabel Pizarro (morena de largo y negro pelo
que me despreciaba, absolutamente,
como si fuese un bicho cualquiera).
Pero, bien, dejemos eso, que resulta ser muy otra historia.

El asunto es que ví a esta "ex", que a decir verdad es "ex-amor",
que no "ex-novia", ya que nunca llegué a convencerla.
(también me miraba como si fuese un bicho cualquiera).
La historia de mi vida: le encantaba a sus hermanas mayores,
pero a ella, nada.

La ví, mas ella no pareció reconocerme.
La ví, y me acordé de hace tantos años atrás,
cuando la esperaba a la salida del liceo
sólo por acompañarla hasta su casa.
Pese a los años, los "rollitos" más que evidentes en la cintura,
las arrugas bajo los ojos, todavía sentí "mariposas" dentro
al verla, al recordar lo que me hacía sentir,
cuando, con su uniforme escolar azul y su delantal en el brazo,
se acercaba a mí...

No sé, tal vez en verdad no me reconoció,
con esta barba de 4 o 5 semanas,
con esta cara triste que llevo ahora
y con tanta amargura en los ojos.

Pero, en fin, sirvió el verla
para sonreír al recordar esas cosas, esos tiempos,
y para tener presente que lo que se vá no vuelve,
y que no queda más que seguir caminando
hacia donde va el camino,
esto es,
hacia adelante...





















Esta es una foto mía -así era por aquel tiempo-,
de cuando tenía la cabeza llena de sueños,
de cuando creía firmemente que no había mayor sufrimiento
que querer a una chiquilla a la que le eres totalmente indiferente...
[Resulta curioso que hoy,
después de tantos años, de tantos dolores, de tantas penas,
siga pensando lo mismo...]

.

03 noviembre 2010

Fishing...

.
Hoy, luego de la sesión de Kinesioterapia,
y aprovechando que queda a sólo dos cuadras, me escapé un ratito a la costa.
Me hace falta el mar cuando estoy estresado, como ahora.

Me relaja el ver las olas, el escuchar las aguas correr entre las rocas,
los gritos de las gaviotas,
el aire fresco en la cara...

Estaba allí, sentado,
intentando fotografiar a un esquivo zarapito,
cuando llegó a mi lado una perrita desconocida.
Se pegó a mí, y ya no me dejó solo
en mi deambular por los roqueríos.

En cierto momento, vio los pequeños peces que había
en una poza de agua, y quiso ponerse a pescar.
Allí estaba, tiesa como una vara, observándolos ir y venir,
buscando la manera de atraparlos.
No le importó el día nublado, ni el agua fría.
Fue, vino, volvió a irse.
Recorrió otras pozas, buscando una mejor oportunidad,
se lanzó tras alguno,mordió sólo el agua, pero insistía...
Sólo le importaba el hacerse con uno de esos pececitos.

Hasta que, finalmente,
se convenció de que no se le daba eso de estar pescando...


Y se fue, definitivamente,
pero se fue con la cabeza en alto, orgullosamente,
pensando -tal vez- en la forma de atrapar alguna de las gaviotas que pasaban,
en vuelo bajo, por sobre ella.

Quisiera -a veces-
tener esa perseverancia para perseguir lo que quiero,
para alcanzar mis objetivos.
Pero más quisiera, mucho más,
tener tal tranquilidad de espíritu que me permitiera irme
con la frente en alto, aún cuando no los he conseguido.
Y la entereza -¿cómo no?- para seguir buscando nuevos desafíos,
después de ello,
aunque puedan parecer todavía más difíciles...

Aunque en algún momento los crea inalcanzables.

.

01 noviembre 2010

"Cómo criar un hijo y no morir en el intento" o "Noche de Halloween"



No me molesta que mi casa amanezca así, con disfraces por todos lados.

No me molesta encontrar latas de cerveza y botellas vacías por doquier.
No me molesta pasarme la noche de Halloween casi sin dormir,
ni haber hecho tres o cuatro viajes en el auto, 
para llevar a su casa a jovencitas que bebieron de más,
que se lo vomitaron todo,
o a algún joven que ya no sabe ni dónde está parado.
No me molesta levantarme temprano, para ir a dejar 
a los que no pudieron irse porque se quedaron dormidos,
así vivan en extremos opuestos de la ciudad.

A mi negrita no le molesta tampoco tener que limpiar toda la casa,
baño vomitado incluído,
lavar un monte de vasos
y poner todo nuevamente en orden.

No nos molesta hacerlo,
porque criamos a nuestro hijo tan asocial como nosotros,
y es un verdadero logro el conseguir ahora que tenga amigos,
que salga, que se divierta,
que vengan chicas a esta casa.
Es un logro,
y cualquier esfuerzo es poco por conseguirlo.
[Ahora entiendo a mi padre, cuando me decía a mis 16 años:
¿cuándo voy a verte con una niña? No me vió hasta los 18.
Imagínenme a mí ahora, cuando él tiene 20... O_o ]


Ser padres es complicado.
Y a veces quisiera uno haber leído el manual de instrucciones
antes de.
Si es que hubiera uno, claro.

.

29 octubre 2010

Fallado de fábrica...

[Me robé el título de la entrada de un blog que leí... 
pero como leo un ciento, no me acuerdo cuál...]

A veces creo que vine "fallado de fábrica",
Tal vez mi mamá lloró mucho cuando me esperaba, no sé.
Tal vez la hice sufrir, en ese entonces.
[no me parece apropiado preguntarle]
La cosa es que creo que salí medio fallado,
porque no puedo soportar una cara triste de mujer...

Ayer tuve que ir a la Clínica, con mi negrita.
Cuando intentábamos estacionar el auto,
se acercó una muchacha a ayudar
[los "cuidadores de autos" son plaga en esta ciudad].
Era flaca, bastanta flaca, casi casi demasiado flaca,
morenita, con unas mechas de pelo negro sobre la cara,
mal vestida como toda cuidadora de autos
(aunque parecía nueva en el oficio),
su media sonrisa -propia también del oficio-
dejaba ver un diente chueco que le daba un aire travieso.
En su rostro, unos ojazos tristes (que ojos es poco),
muy tristes...
(ojos-de-gato-de-Shrek-con-el-sombrero-en-las-manos).











Ofreció lavar el auto en nuestra ausencia,
pero puesto que ando pobre como los ratones, le dije que no,
que sólo lo cuidara ( lo que implica darle unas monedas, obvio).

¿Y esto que tiene que ver con que venga fallado de fábrica?
Pues, que si hubiese tenido dinero, se lo habría dado,
pero no para que lavara el auto, no,
se lo habría dado para quitarle esa tristeza de los ojos
aunque fuese sólo por un instante...
Se lo habría dado, para no traerme esos ojos clavados en mí,
metidos en mi mente,
tan así, que aún los sigo viendo ahora,
tan así, que aún ahora los siento,
y si escribo esto aquí,
es sólo por ver si así puedo olvidarlos...

No puedo soportar las mujeres con ojos tristes,
no puedo soportar los ojos de las mujeres tristes,
no puedo soportar los ojos tristes en una mujer...
[debe ser una falla de fábrica...]

.

24 octubre 2010

Depressão


Hoy me vino una depresión terrible.
Profunda.
Negra.
Desmedida.
Tanto así,
que sólo quería tirarme en el sofá y dormir.
Tanto así,
que no habría almorzado si no me obligan.
Tanto así,
que en algún momento me obligaron también a encender el PC.
No sentía ningún deseo de aparecer por aquí...

Siento como si viniese recién saliendo de un funeral.
Como si hubiese muerto una persona muy, muy, querida.
Como si todo yo estuviera de luto...

22 octubre 2010

Cocinando con "la Juanita..."


Ha un par de días, fui al hospital.
(tenía que retirar los medicamentos para mi madre)
Estando ahí, en la fila de la farmacia, se me apareció una infernal visión:

Una mujer, en negras vestiduras, con los mismos feos lentes de hace 19 o 20 años atrás, todavía igual, fantasma de un pasado casi olvidado, que se presentaba ante mis ojos...
(artes oscuras, no me caben dudas).
Bueno, tal vez un par de arrugas más y un teñido excesivo,
pero para encontrársela de frente, aún de día, brrrr...

Hace ese montón de años, trabajábamos en el mismo lugar.
Ella era la cocinera, yo apenas algo más que nada.
Mi horario cubría todo el día, de modo que se incluía el almuerzo.
Mi compañero de trabajo -apenas salido de la secundaria- y yo,
nos sentábamos a la mesa (en un apartado comedor), y disfrutábamos a diario de las delicias de su cocina.
No importaba lo que preparara, siempre se las arreglaba para que comer -con hambre o sin él- fuera un ritual desagradable.

Lo que peor preparaba, era un supuesto caldo de carne (ingrediente que jamás vimos, a menos que se cuenten algunos pequeños rastros flotantes). Cabe hacer notar que este plato se repetía frecuentemente, hasta 4 veces por semana.
De caldo, nada. Era un agua medio lechosa, con unas manchas aceitosas en la superficie, donde nadaban sin esfuerzo unos cuantos fideos (a veces arroces) y unos trozos de papas y zanahorias...
Delicia tal no podía menos que hastiarnos antes del primer mes, de modo que decidimos un día botar las turbias aguas y comernos lo que fuese que quedara en el plato. Y eso hacíamos 3 o 4 veces por semana.

Un día, me llamó a la cocina. Se le había acabado el gas, y necesitaba de ayuda para cambiarlo.
No había entrado antes a ese vedado recinto.
Estaba con ella una amiga. Mujer de ésas que no pueden quedarse quietas, y que se movía de aquí para allá, abriendo gavetas y muebles mientras conversaba.
Yo, hacía lo mío.
Estaba por irme, cuando la amiga, que tenía en ese momento el refrigerador abierto, le preguntó:

- ¿Y estos huesos tan blancos? ¿los boto?

- ¡No!, no los botes, que son para el almuerzo de los niños...

¿Cómo evitarlo? Mis ojos corrieron al refrigerador, a la fuente que tenía en la mano, a los huesos... (nosotros éramos "los niños")
Eran unos huesos de vacuno, grandes, blancos, lavados, sin nada adherido salvo unos pequeños trocitos de cartílago...

- ¿Para el almuerzo? -dijo la amiga- pero si no tienen nada, ¿cómo para el almuerzo?

Impertérrita, sin arrugarse siquiera, la muy bruja se los quitó de las manos, los puso de nuevo en el refrigerador, y cerró la puerta. Sin preocuparle que yo la estaba escuchando, con una tranquilidad de conciencia (o de lo que ocupaba el lugar donde debió tenerla) que abismaba, le dijo a su amiga:

- Claro, compro unos huesos el fin de semana, y les preparo un caldito a los niños. Luego los saco de la olla y los guardo en el refri. Me duran para 4 o 5 veces... No los puedes botar, sólo los he usado una vez...

Lo último que ví, antes de salir, fue la cara de absoluto asombro de la amiga...
Imagino que debe haber sido parecida a la que ella vio en mí,
pues nos mirabamos uno al otro cuando yo salí de ahí...


(no podía seguir en esa cocina, capaz que escuchara alguna de sus otras recetas...)

.

21 octubre 2010

Failed...

Intenté cambiar la plantilla...

Después de un par de horas de pelear con ella,
tuve que dejarla en paz...

O sea, algo hice,
pero no pude salir de la Mínima black,
que algún día escogí -hace mucho tiempo-
y ahora no consigo cambiar...

20 octubre 2010

Borboletas...

Cae la tarde, sobre mi patio.
Cae la tarde, y con ella las sombras
cubren el jardín.

Callan los gorriones sus bulliciosos gorjeos.
Vuelan a su árbol favorito las silentes tórtolas.
Ligeros, raudos, vuelven a sus nidos los picaflores.
Se silencia el zumbido de las abejas
y las coloridas moscas se recogen tras el reverso de las hojas.

Sé dónde duermen, sé dónde se ocultan
los gorriones, tórtolas, picaflores, abejas y moscas
que pueblan o visitan a diario el jardín.

Lo que no sé, lo que nunca supe,
lo que me intriga, lo que siempre desconocí,
es dónde se van, cada tarde,
las rubias,
platinadas,
frágiles mariposas...


¿Dónde, 
dónde pliegan sus alas,
hasta el nuevo amanecer?



[sorry... melancholy attack]

18 octubre 2010

De consultas médicas y chocolates...


El otro día fuí al médico, finalmente.
Me convencí que esperar que algo suceda por otro lado, es inútil,
y necesitaba al menos saber cómo estoy en realidad,
y qué consecuencias puede tener el quedarme como estoy.

Fuí a un buen traumatólogo. Uno bueno.
Tenía hora a las 17:00.
 Llegué como acostumbro, a hora militar, 15 minutos antes.
La recepcionista de la entrada me preguntó:

- ¿Tiene algo más que hacer?
- No, nada.
- Ah, es que el doctor llegó atrasado.

¿Doctor atrasado? me dije.
Y pensé que tendría que esperar una hora más, o cosa así.
Pasé a la consulta.

La recepcionista del médico me recibió los papeles de la citación,
y me preguntó:

- ¿Tiene algo más que hacer?
- No, nada, señorita, no tengo nada más que hacer.
- Ah, es que el doctor llegó atrasado. Muy atrasado.
- Mhhh, y ¿cuántos pacientes hay antes que yo?
- ¿A ver? Eeh, uno, dos, tres... sí, doce...
- ¿Doce?
- sí, es que aún están los pacientes de las tres de la tarde...
- ...

Sé positivo, me dije.
Piensa, si él médico se demora 10 minutos con cada paciente,
serán... 2 horas.
¿y qué son dos horas? la nada misma. A esperar pacientemente entonces.
La sala estaba llena. Llena.
Salió un paciente, entró otro. Con eso logré un asiento.
No había ni una revista para leer.
Leí todos los poster de propaganda traumatológica
que había en las paredes de la consulta.
Muy interesante (tétrico diría yo) ver las imágenes
de tornillos de titanio puro atravesando huesos y articulaciones (brrr..)
Muy extraño ver al lado mío pacientes llevando esos tornillos,
 fijados a barras que inmovilizaban sus huesos.
Miré mi hombro, y casi creí ver algunos tornillos saliendo de ahí...

Pasaron diez minutos. El paciente no salía.
Veinte minutos, salió.
Dios, pensé.
Veinte minutos por paciente, serían 4 horas... O_o

Sólo me quedaba rogar porque saliera de la consulta antes de la medianoche...

La única dizque entretención posible era un televisor, apenas audible.
Una telenovela, por dios, que aburrimiento.
(puedo ver telenovelas, me han gustado algunas telenovelas, pero no ésa, no)
luego, un programa juvenil, con concursos, en el que nadie
sabía ni la mínima cosa, cosas que deberían haber aprendido en la básica.
Otra telenovela.

Soporté bastante bien la tediosa espera.
Lo que no pude soportar fué el ver a la recepcionista, rellenita ella, comiendo chocolates...
(me quedaba justo enfrente)
Y es que no se los comía, así simplemente, no.
Los disfrutaba...
No sé en qué estaría pensando cuando se los llevaba a la boca,
pero válgame dios, su cara daba una idea aproximada...
Se me pasaron muchas cosas por la cabeza,
incluyendo algunas que saben muy rico mezcladas con chocolate...
(las cosas que piensa uno cuando lleva dos horas de espera en una consulta médica)

Tuve que salir.
Tuve que hacerlo.
No es cosa buena estar viendo comer chocolates,
cuando a uno se los tienen prohibidos.
Y tampoco es cosa buena el estarse "ratoneando"
con la recepcionista de una consulta médica,
aunque nadie se lo haya prohibido...


.

15 octubre 2010

Día del profesor...

Mi esposa trabaja en un colegio, con pequeños de primer año.
Es un trabajo que, las más de las veces,le gusta.
Otras no tanto, y alguna vez ha llegado ha sentir que lo odia.

A veces llega contenta, satisfecha de los logros de los niños,
 u orgullosa por una actividad que hizo y que salió bien.
A veces llega triste, cansada de los problemas con profesores,
apoderados o aún empleados del colegio.
Alguna vez, demasiadas para mi gusto,
ha llegado llorando, hastiada de todo...

Es un trabajo complicado y no exento de disgustos .
No sólo debe enseñar a los niños, y cuidarlos.
Algún año ocurre que debe también enseñarle a la profesora,
alguna joven recién titulada, que sólo sabe la teoría,
pero no conoce la manera de ponerla en práctica.
Que no sabe cómo dominar -y conducir- un curso de 45 niños.
Que tiene aún mucho que aprender.

A veces se cansa de su trabajo. Puedo verlo.
Y es que no le basta con la jornada diaria.
No, le dedica también largas horas de labor en casa,
preparando material para los niños.
No le gusta nada hecho apresuradamente.
Tiene que ser bien preparado, con buenas imágenes,
en perfecto orden y con todo detallado.
Hace años atrás, le dije: "oye, que son sólo niños".
Me valió una enérgica reprimenda.
Y entendí que esos niños aprenden todo.
Y sobre todo aprenden lo que ven.
Necesitan ver las cosas bien hechas,
para saber cómo se deben hacer.
Se indigna -aunque no lo diga-
cuando alguna profesora garrapatea algo rápido en una hoja
y lo fotocopia, para dárselo a los niños como material de trabajo.
No, ella vive preparando clases, y materiales, y pruebas.
Aunque eso le signifique robar horas al sueño
y acostarse después de la medianoche cada día,
aunque deba sacrificar para ello su fin de semana.

Sin embargo, es impagable el brillo en sus ojos
cuando en la calle, en el Mall, en la playa, en el supermercado,
algún alumno pequeño la detiene con un alegre grito,
y se cuelga de su brazo, y la saluda con un beso.
Es innegable el brillo en sus ojos, el salto de su corazón,
cuando alguna muchacha, ya adolescente,
deja de lado a sus amigas, en medio de una calle,
para correr a saludarla efusivamente, recordando aún
a quien le enseñara hace siete, ocho o diez años.
Por supuesto que no todos los que fueron sus alumnos
hacen cosas como ésa. Pero hay aquellos que lo hacen,
y eso pareciera darle una cierta satisfacción interior.

Hoy es el día del profesor aquí.
No es su dia, porque no es profesora. No existe un día para ella.
El día del profesor suele significarle sólo más trabajo.
Anoche estuvo hasta las 2 confeccionando manualidades,
como regalo para las profesoras del colegio.
Nada que yo diga en contra puede hacerla cambiar de idea
(sólo puedo ayudarla para que termine más pronto).
Es así. Cien por ciento dedicada a sus niños, y a su trabajo.
Pocas veces tiene alguna compensación que no sea el cariño de los niños.

Mas, hoy llegó feliz, porque ese cariño se aprecia mejor en días como éste,
que aunque no es el suyo, los niños no lo ven así,
y lo hacen ser su dia.
Hoy llegó contenta, cargada de besos y regalos...


[Lo triste es que me prohibieron los chocolates,
de modo que, en esta dura tarea, no podré ayudarla...  :(  ]

.

14 octubre 2010

Familia..



Presenciado en una tienda:

Una niña de unos 10 años,
con un objeto en sus manos,
le habla a su madre, algo que no alcancé a oír.
Su mamá le contesta, duramente:

- "Tu papá no es de esta familia."

- "Pero si es mi papá..." replica la niña.

La mamá, aún mas desagradablemente:

- "Él fue de esta familia, pero ya no lo es!"

La niña bajó los ojos, calló por un momento,
y luego con tono suave y una voz apenas audible
dijo:

- "de su familia no será, pero de la mía es..."
   .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Creo que esa mamá debería entender que,
por mal que haya actuado ese padre,
por malo o irresponsable que pueda haber sido,
el sólo hecho de una separación, de un divorcio,
no puede borrar de un plumazo el vínculo que existe
entre esa hija y su papá.
Tal vez esa hija decida un día que no quiere más
a ese mal padre, o a un padre lejano,
pero eso debe ser algo que decida ella sola,
no puede ser una decisión impuesta por su mamá.
(o por su papá, en la situación inversa, por supuesto).

.

12 octubre 2010

Vengan, balas...

.


Hoy no fue un buen día.
Es más,
hoy fue un día muy desagradable,
en el que recibí muy malas noticias.

De hecho, hace horas que tengo un fuerte dolor de cabeza,
a raíz de eso.

Por lo tanto, no era el día ni el momento más adecuado
para recibir -y aceptar- un comentario desagradable en mi blog.

Lo respondí de inmediato,
ya que nunca dejaré de responder un comentario.
Considero esto una muestra mínima de educación.
Lo siguiente que hice fue desactivar la opción
de hacer comentarios anónimos,
porque pienso que en esta vida hay que tener -mínimo-
el valor de dar la cara siempre.
Si quiere uno ser desagradable, pues tenga la decencia
de ser desagradable sin ampararse en un cobarde anonimato.

Sin embargo, luego lo pensé mejor,
y restauré los comentarios a como estaban.
¿por qué?
Porque no veo la razón para desactivarlos.
Son pocos, en realidad,
los comentarios recibidos en este blog
durante los tres años de vida que tiene.
Pero entre todos ellos, es la primera vez que recibo uno tal
[para todo hay una primera vez, dicen]
de modo que, ¿para qué darle tanta importancia?

Al fin y al cabo,
este anónimo puede ser alguien que tuvo un día tan malo como el mío,
y quería desquitar la rabia con alguien.
Y eso es muy comprensible para mí.
O bien, es simplemente una persona que gusta de ser desagradable.
Y en tal caso, ¿por qué ha de tener menos derecho a opinar?
No niego que me parece entretenida la idea
de tener a alguien que comente en forma periódica en mi blog.
Que las cosas que diga no sean agradables me tiene sin cuidado.
Después de todo,
soy un bicho con el cuero duro...

.

09 octubre 2010

Digno de mundial reconocimiento...

Hay personas a las que admiro, sin discusión.
Una de esas personas es un oscuro y casi desconocido personaje,
un canadiense llamado Edward Anton Asselberg.
¿Que qué hizo de bueno?
Pues bien, en los '60, inventó el puré de papas instantáneo...´


¿No es acaso digno de admiración?
¿No es acaso su invento una maravilla?
Doy fé de que es así...
¿De no existir su invento,
cómo podría un "viudo de fin de semana" como yo,
preparar un almuerzo en 5 minutos,
para alimentar a un hambriento retoño post-adolescente?


Maravilloso invento, ya lo he dicho, una maravilla..
Thanks, Edward...

.

De gatos de madera y preguntas sin respuesta...

Haciendo algo para entretenerme, tomé una fotografía a estos gatos de mi esposa.
Son unos gatos que se van haciendo comunes por aquí,
donde llegan de algún país desconocido, pero indudablemente pobre y asiático.
Pregunté una vez en la tienda, y me dijeron la procedencia,
pero -como tantas otras cosas que uno olvida- lo olvidé.


No sé por qué -a veces ni yo mismo me entiendo-
pero me pasa mucho que, cuando veo cosas como ésta,
en lugar de apreciar su belleza, lo hermoso del trabajo,
y luego olvidarme de ello,
me vienen a la mente muchas preguntas.
Preguntas cómo quién habrá sido el (o la) que los hizo,
quién los pintó,
quien les dio esa expresión alegre y festiva.
Supongo que los hará en grandes cantidades,
que estará tal vez ya hastiado de tallar gatos felices,
que no imaginará siquiera que tres de ellos están hoy en Chile,
al otro lado del mundo,
despertando en mí tales preguntas.
No son caros,
y eso me hace pensar en cuán poco han de pagarle por ellos,
considerando los muchos comerciantes que hay
entre quien los hizo, y quien los compró.
Me da por pensar en si acaso, 
pese a que debe hacer cientos de ellos,
podrá todavía poner algo de sí en estos gatos,
o si serán sólo un medio para ganar las diarias monedas.
Tal vez ya esté aburrido de tallar lindos gatos de madera,
tanto como me aburro a veces de mi trabajo.

05 octubre 2010

No way...


06:30 de la mañana.
A esa hora se inició mi día.

Un día que amaneció nublado,
triste, oscuro, feo.
Una mierda de día.
Una mierda de vida.

Pero no pienso dejarme llevar por el desánimo.
He pasado por tantas cosas
¿que me hará un par más?

.

04 octubre 2010

Knigth-errant...


Hoy amanecí algo mal,
con mi hombro bastante adolorido.
Hice con él cosas que no debía, ayer.
¿Qué puedo decir?
La inactividad me enferma, me estresa,
tanto como me estresaba, hasta hace unas semanas,
el exceso de trabajo.

Y es que,
teniendo desde siempre el "complejo de caballero andante",
y habiendo una mujer en apuros (que nunca faltan por lo demás)
terminé haciendo, por ayudar, dos cosas que no debo hacer:
salir de casa, y utilizar el brazo.

No puedo evitarlo.
No puedo decir que no, cuando me piden ayuda.
Si alguien la necesita, o aún cuando yo sólo creo que es así,
no puedo evitar prestársela.
No está en mí.

.

03 octubre 2010

Cambiando de cristales...

Tengo una frase escrita, al inicio de este blog:
"Todo es según el color del cristal con que se mira".
Es muy cierta.
Como también es cierto que me gusta el color negro.

Pero, a veces,
también me gustan otros colores.
Y si bien mi vida no da para ver todo en rosado,
a veces me ayuda verla verde...

Hace tiempo que no podía conseguir tener clarines en mi jardín.
Lo intenté la última vez a comienzos de año,
pero las plantitas no prosperaron.
De aquellas semillas parece que quedó una en la tierra,
y de ella brotó una planta,
que empezó a crecer oculta entre otras.
Cuando la advertí, ya estaba grande,
y aún así no tuve fe en ella.
Me sorprendió agradablemente hoy,
con una hermosa flor.


Me hizo pensar que,
cuando se quiere,
puede uno alegrarse aún por las cosas más simples.
Aún por una linda flor inesperada.

Al fin,
¿que gana uno con amargarse tanto por la vida,
si con ello nada va a cambiar?

.

"Juro que nunca más..."


Al final,
01:00 hrs,
sólo quedó este globo en el pasillo,
como mudo testigo de lo ocurrido.

Claro, y el dolor de cabeza al día siguiente.

Pero, mi esposa y yo somos como todos los que tienen un vicio.
Como los bebedores,
que luego de una borrachera,
cuando se lo han vomitado todo
y no pueden más del dolor de cabeza,
dicen: "no bebo más, nunca más..."
Y a la primera oportunidad,
ya están ahí otra vez, con el vaso en la mano.

Así somos.
Después de decir que no volvemos a prestar la casa
para cosas como ésta,
cuando acuden a nosotros no podemos decir que no...

Mi negra es "corazón de abuelita",
demasiado fácil de convencer (por otros).
Y cometió el error de casarse con uno que es peor que ella,
que no conoce la palabra no...
Menos aún cuando quien me lo pide es ella.



02 octubre 2010

Con olor a jazmín...

Cuando se hace algo en casa,
como este famoso cumpleaños,
mi esposa enloquece por completo,
y se convierte en una máquina de limpieza.
Quiere que todo brille,
y que esté todo perfecto,
para que nadie pueda decir que ella no se preocupa de su casa.
(antes pensaba yo que eso era exagerado,
pero he aprendido que no lo es, que las mujeres siempre se fijan en todo)

Así, como ando lisiado,
me tocó solamente limpiar el patio
(en mi casa no se fuma, de modo que habrá que invitar,
gentilmente, a las mamitas fumadoras al patio.)

Me puse a limpiar el jardín,
y reparé entonces en que mi jazmín español se veía algo feo.
Me encanta ese jazmín, pues sus flores son más grandes,
y su aroma más exquisito, que el de los otros que tengo.
Han crecido juntos, y sus ramas se entrelazan,
de modo que empecé a podar las hojas y flores secas...


Al cabo de unos minutos, con mucha tristeza,
tuve que aceptar la realidad:
está casi totalmente seco.
Las flores que pueden verse no son las suyas,
y el aroma que llena el aire es menos intenso que el suyo.

Me dio mucha pena.
Quiero tanto a ese jazmín...

Y en mi tristeza,
pensé que, a veces, en la vida nos pasa lo mismo:
nos acostumbramos a recibir de quienes queremos
lo que siempre nos han dado.
Y nos gusta que lo hagan.
Pero solemos olvidar que esos a quienes queremos
necesitan también recibir algo de nosotros,
necesitan ser regados, cuidados, podadas sus hojas secas.
Necesitan también algo de nuestro cariño,
que les prestemos atención,
y no que nos limitemos a sólo recibir...
Cuando eso pasa,
cuando nos volvemos egoístas y pensamos sólo en que nos den,
terminamos algún día dándonos cuenta
de que hemos perdido a esa persona,
que lo que hubo, ya no está...

A veces quisiera ser como
el "clavel del aire", que no necesita de cuidados, de riegos ni podas,
y que se las arregla de lo más bien con la humedad del ambiente...


Hice lo posible por mi jazmín.
Espero que pueda recuperarse,
como sucedió con mi flor favorita,
"ojos de Susana"
que casi se me muere también, por la misma razón.

.