09 octubre 2010

De gatos de madera y preguntas sin respuesta...

Haciendo algo para entretenerme, tomé una fotografía a estos gatos de mi esposa.
Son unos gatos que se van haciendo comunes por aquí,
donde llegan de algún país desconocido, pero indudablemente pobre y asiático.
Pregunté una vez en la tienda, y me dijeron la procedencia,
pero -como tantas otras cosas que uno olvida- lo olvidé.


No sé por qué -a veces ni yo mismo me entiendo-
pero me pasa mucho que, cuando veo cosas como ésta,
en lugar de apreciar su belleza, lo hermoso del trabajo,
y luego olvidarme de ello,
me vienen a la mente muchas preguntas.
Preguntas cómo quién habrá sido el (o la) que los hizo,
quién los pintó,
quien les dio esa expresión alegre y festiva.
Supongo que los hará en grandes cantidades,
que estará tal vez ya hastiado de tallar gatos felices,
que no imaginará siquiera que tres de ellos están hoy en Chile,
al otro lado del mundo,
despertando en mí tales preguntas.
No son caros,
y eso me hace pensar en cuán poco han de pagarle por ellos,
considerando los muchos comerciantes que hay
entre quien los hizo, y quien los compró.
Me da por pensar en si acaso, 
pese a que debe hacer cientos de ellos,
podrá todavía poner algo de sí en estos gatos,
o si serán sólo un medio para ganar las diarias monedas.
Tal vez ya esté aburrido de tallar lindos gatos de madera,
tanto como me aburro a veces de mi trabajo.

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