17 diciembre 2012

La curiosidad mató al gato...

 

Cuando me cambiaron a este turno de 4x3, 
debí empezar a levantarme muy temprano, cada lunes, 
para tomar el bus en una esquina, a las 6 de la mañana. 
Esto es algo así como 15 minutos antes de que éste pase, 
ya que no puede uno confiarse.

Cinco minutos más tarde, pasó por allí una pareja.
La mujer era joven, creo que de unos 28, algo rellenita. 
Vestía un buzo de trabajo 
(mono, creo que le llaman en otras latitudes), 
de color naranja. 
Es la ropa que usan quienes trabajan 
como jardineros en las plazas públicas.











El hombre era bastante mayor,
y se veía como un obrero de la construcción
(un maestro, que se les llama por estos lares), 
pero probablemente era un compañero de labores.
Conversaban animadamente mientras caminaban a su trabajo.

Esto se repitió cada lunes por varias semanas.

Un día, sin embargo, pasó solamente el hombre.
No me extrañó mayormente, porque -al fin y a cabo-
podía haber una docena de razones 
para que ella no asistiera a su trabajo.

Sin embargo, cuando ya había llegado mi bus
y prácticamente tenía un pie arriba, pasó ella calle abajo.
se habrá retrasado, supuse.

A la semana siguiente,
nuevamente pasó el hombre solo. 
Cinco minutos más tarde, ella.

Siguiente lunes. Él. 2 minutos después, ella.

Hoy.
Pasó él. 
A media cuadra de distancia, ella.



Y, claro,
como no tengo nada en que pensar, 
y nadie por quién preocuparme, 
ahora no puedo dejar de pensar en qué terminará esta historia...   ¬¬

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