15 noviembre 2011

Un mundo sin Atlas...


Hace meses atrás, en mayo, cuando fui por última vez al traumatólogo, éste me dio una noticia que no me agradó, para nada, aunque bien sabía yo que se venía algo así.

Me dolía el hombro derecho, supuestamente  el que me quedaba bueno, después del fracaso de la operación del izquierdo.
De modo que me hice tomar una ecografía de ese hombro, y se la llevé al doctor. Me dijo que tenía un tendón ya con daños, y que en cualquier momento podría cortarse.
Me dijo que en tal caso, él no me operaría, pues habiendo visto que mis tejidos no permitían una buena recuperación (considerando los resultados del hombro izquierdo), no tenía caso operar.

Sólo restaba seguir viviendo, y cuidar en lo posible ese hombro, tanto como el otro, que seguía dañado.

Ahora, sólo seis meses después, en el trabajo, por una nada se me cortó un tendón del hombro derecho. Lo supe en cuanto sentí el dolor.
Recordé las palabras del doctor y no me quedó sino tomar algo para el dolor, y seguir trabajando.

Sólo me queda seguir adelante, como sea.

No soy un hombre que se amargue por algo así.
No soy un hombre que tema vivir de esta manera.
No soy un hombre que no pueda aceptar la realidad.
Por tanto, el que me haya pasado esto no me afecta gran cosa.

Siempre fui de los que hacen lo que deben hacer, de los que dan la cara y ponen el pecho a las balas. 
Siempre fui capaz de velar por los míos, y por otros no tan míos que nos rodeaban.


Lo que sí me afecta es tener que aceptar que este Atlas, que sostenía sobre los hombros a su mundo, ya no podrá hacerlo, en algún momento.
Aceptar que ese mundo se caiga de mis hombros porque no puedo ya sostenerlo, que ese mundo que tanto costó modelar y cargar por tantos años, 
se quiebre, 
se destruya, 
desaparezca, 
eso sí me amarga.
Eso sí me quita las ganas de vivir.
Eso sí es doloroso de aceptar.

El día que no pueda ya cuidar de los míos,
que no pueda ya hacer nada por los demás,
que necesite que se hagan las cosas por mí,
ese día 
ya no querré seguir.


No escribí esto para que alguien me diga lo siento,
ni para ser compadecido.
Lo escribí para que se entienda el por qué dejo ese nombre en mi blog,
y el por qué -muchas veces, las más de las veces-
aunque en el fondo sea sea un hombre optimista,
veo las cosas en negro y gris.


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5 comentarios:

  1. Tendrás que aprender a apoyarte en vez de sujetar, nada más...y nada menos.

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  2. Muchas veces es más difícil que alguien haga algo por tí a que tú hagas algo por ellos. Y el hecho de que alguien no pueda mover un hombro no quiere decir que no les dé algo a los demás.

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  3. Yo creo que no es tan grave que un día necesites que los demás hagan las cosas por ti... creo que será una muestra de amor y una devolución del favor. Primero los cuidaste tú a ellos, no? La vida es una mierda a veces.

    Por qué sigues trabajando? No puedes acceder a la prejubilación por enfermedad?

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  4. Dios me libre, Cristina!

    ¿Qué haría todo el día, todos los días, en casa?

    Aburriría a todos en un par de meses...

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Sólo dilo, no te cortes...