23 marzo 2012

Asiática


Me habían hablado de las asiáticas.
Me habían dicho que estaban buenas, e incluso alguno me dijo que estaban muy ricas.
Y yo, fanático de todo lo oriental,
tenía en verdad ganas de una.

Me tocó al fin la oportunidad.
Y ahí estaba, enfrente mío, una verdadera asiática, envuelta en blancas vestiduras que destacaban el color de su piel.

La primera impresión no fue muy buena.
Era muy pequeña, y a mí me gustan grandes, a decir verdad.
(Me gusta sentir que realmente tengo algo en las manos)

El color de su piel, un amarillo sucio, tampoco ayudó.
No era lo que esperaba.
Tampoco era tersa y suave, sin mas bien áspera, seca.

Ni siquiera tenía buenas formas.
Carecía de esas curvas atractivas a que uno está acostumbrado.
Mas bien regordeta, no tenía esa forma que uno espera, acinturada arriba y con amplias curvas más abajo.

Y, llegado el momento de la prueba final, tratando de obviar todo lo anterior, hice mi mejor esfuerzo por ser objetivo, por darle una oportunidad, pero no hubo caso.  No tenía sabor, ni se deshacía en  jugos en mi boca, como sucede con las nuestras. No era dulce, ni sabrosa, ni tenía nada de especial.

Una decepción, las asiáticas.

Las peras asiáticas, digo.

4 comentarios:

  1. Jajajajajajajajaja. He pensando mal todo el rato, ¡tengo la mente sucia! jajajajaja

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  2. Creí que me ibas a salir con una herramienta comprada en los chinos(aquí son las tiendas que han sustituido al "todo a cien").

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  3. Ah, "los chinos"... ¿qué sería del mundo sin ellos?

    ("los chinos" nuestros incluyen a chinos, coreanos, afines y similares).

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  4. No había oído hablar de las peras asiáticas en la vida. Siempre intentando que pensemos lo peor... ;).

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Sólo dilo, no te cortes...