12 junio 2012

De zorros y letreros...


Es común que –alguna noche- le parezca a uno ver una sombra deslizarse en la penumbra reinante. Y no es extraño que, cuando se mire en esa dirección, se vea desaparecer rápidamente la silueta inconfundible de un zorro.

No, no es raro que los zorros campeen por nuestro patio después del anochecer, como lo hacen por toda la minera.  No es raro tampoco que se encuentren con alguien que, despreciando los letreros de prohibición que inundan el campamento, les arroje algo de comer.


Lo que no es nada común, y sí bastante raro, es que uno de ellos se haya aparecido por nuestro patio, a media mañana, y habiendo allí personas trabajando. Eso sí resulta extraño.
Y por eso mismo los muchachos se apuraron a ir a la oficina, para contarme la novedad. 
Salí pues, y allí estaba, tranquilamente sentado –como si fuera su casa (en estricto rigor, lo es)- tomando sombra, un zorro (culpeo, que le llaman los puristas). Un zorro,  al parecer un jovenzuelo,  descansaba allí a 7 u 8 metros de nosotros, como si no nos viese, o no le importase nuestra presencia.


Después de mirarlo por unos momentos, y de que él se dejara tomar fotografías con los infaltables celulares, mientras pensaba yo en el por qué estaría ahí, a esa hora y en actitud al parecer tan despreocupada y lejana de sus hábitos, empezó a morder una esquina de una gran caja de cartón que había en frente de él, y a masticar los trozos que le arrancaba.

Y entonces entendí qué hacía ahí a mediodía y a plena luz, y tan cerca de seres humanos: tenía hambre.

Volví a mi oficina, tomé un sándwich de carne que había guardado del desayuno y me acerqué decididamente al zorro. Se alejó un poco, nervioso, pero sin quitar los ojos de mi mano extendida.  Arrojé entonces el pan hacia donde estaba,  y se abalanzó  sobre él, devorándolo concienzudamente, olvidado por completo de mi cercanía. 


Sólo cuando hubo acabado de comer pareció recordar dónde y con quién estaba, y de un ágil salto se alejó a un lugar más protegido, de donde –sin embargo- no dejaba de mirarnos. 


Alguien más le arrojó un pan, y esta vez lo tomó y se fue a comerlo más lejos, donde no pudiéramos verlo, para luego volver y sentarse a la sombra –nuevamente- aunque evidentemente más relajado.


Volvimos  a nuestro trabajo, cada uno a lo suyo, y el zorro seguía allí, posando para todo aquél que se enteraba de su presencia y venía a fotografiarlo (las noticias corren rápido en un lugar lleno de hombres), y sólo cuando ya dejó de ser novedad -algo así como una hora más tarde-  sin que nadie advirtiera el momento,  desapareció tan quietamente como había llegado.

Más de alguien me criticó el haberle dado de comer, no sólo porque está prohibido, sino porque dizque le estaba haciendo daño. ¿No sabes acaso, me decían, que se acostumbran a que les den comida, y luego no saben vivir en la naturaleza?  Alguien más me dijo también que, hace ya diez años, cuando esta mina empezaba recién a trabajar, ya había zorros en estos lugares, y no necesitaban de nuestros sándwiches  para sobrevivir. Y otro agregó que hace cosa de un año se habían ya acostumbrado a llegar por las noches a los botaderos, donde descargan los grandes camiones el mineral, y se sentaban allí a esperar que los conductores(as) les arrojaran comida. Y que ésa fue la razón de la aparición de tanto letrero de prohibición de acercarse y de alimentarlos.
Yo me quedé callado, porque no puedes discutir contra una prohibición, pero tengo mi opinión bien clara respecto a ese tema.

Es cierto que se le hace daño a un animal silvestre acostumbrándolo a darle comida. Pero, yo pienso (como pensé al ver a ese animalito  comer cartón) que más vale un zorro aquerenciado vivo, que un zorro silvestre muerto libremente de hambre en alguna oquedad del desierto. A quienes dicen que los zorros estaban aquí “desde antes”, quisiera recordarles que “antes” no estábamos nosotros alejando o destruyendo todo bicho vivo en kilómetros a la redonda. ¿Qué puede encontrar para comer un zorro en el desierto más seco del mundo, cuando a las condiciones propias de su entorno, se le agrega una nube de fino polvo que todo lo cubre poco a poco?  ¿Qué puede encontrar, cuando las mineras (no sólo ésta, todas a la vez) utilizan cuanta agua encuentran para sus procesos, y han secado ríos, aguadas  y salares? No hay aves, no quedan insectos, y los pocos ratones que sobreviven cerca del hombre, en los campamentos o en la faena misma,  son eliminados con veneno. Por cierto, cuando alcé la voz para decir que era un peligro envenenar los ratones, porque podían ser comidos por los zorros y morir también estos, la señorita encargada de medio ambiente me dijo, tranquilizadoramente, que el veneno que usaban no mataba zorros. Maravilla de la técnica moderna, ese veneno tan inteligente.  Ah, y por cierto, según la misma señorita, antes de abrirse esta mina, no habían ratones silvestres en esta zona. Es decir, todo ratón que exista hoy, no puede ser un ratón endémico, susceptible de ser protegido, sino que son ratones comunes y deben eliminarse. Interesante ¿no?, habían zorros, pero no habían ratones, alimento natural de éstos…  Esta naturaleza, tan sabia ella…

No es fácil ser zorro hoy en día, en el Desierto de Atacama. Pero ésa no es una razón válida, dicen, para que uno intente quitarle el hambre a un zorro (culpeo, para los puristas), arriesgando su entera libertad (libertad de morirse de hambre, diría yo).

No lo sé, pero supongo que los zorros tendrán el mismo pensamiento que yo acerca de esos letreros...


.

4 comentarios:

  1. Hace un rato que le estoy dando vueltas a una pregunta en mi cabeza ¿desierto de Atacama.. qué hay en el desierto de Atacama?... y ya me he acordado: una de las puestas de Sol más bellas (qué bonito) .. ahora voy a buscar fotos.
    Respecto al trato a los animales y lo que hay que hacer es un poco como el trato a los bebés.. siempre están los gilipollas que tó lo saben. Yo creo que has hecho lo correcto (joder..se estaba comiendo un cartón!!!!).
    Un beso desde un sitio en que las puestas de Sol son cutres pero cutres ;)

    ResponderEliminar
  2. No sólo hay bellas puestas de sol, también hay no menos bellas "puestas de luna"...


    Puesta de sol

    Puesta de luna

    ResponderEliminar
  3. Yo habría hecho lo mismo que tú. Todo lo que sea alargarle la vida un día más al zorro no puede ser malo para él, o al menos es el mal menor...

    ResponderEliminar

Sólo dilo, no te cortes...