02 agosto 2014

El corazón de una mujer...

El corazón de la mujer es como un océano profundo.
                                                            (Proverbio japonés)


Nunca pude entenderla.
No pude entonces, joven inexperto,
ni lo consigo ahora,
tras tan largos años
tras tan variadas experiencias,
con mucha más sapiencia y conocimiento.

Nunca pude entenderla,
no entendía el por qué, si parecía yo gustarle tanto,
actuaba como si le importase tan poco.
No le disgustaba ser la otra.
Nunca me dijo nada
acerca de dejar a mi pareja de entonces,
o de no verla,
o de olvidarla aunque fuese por un día.

Nunca pude entenderla,
¿por qué si tanto buscaba mis besos,
por qué si recorría medio Santiago sólo por verme,
podía irse sonriente, alegre,
con esa pícara mirada,
sabiendo -como sabía-
que me dejaba en los brazos de otra?

Nunca pude entenderla,
pero, qué poco me importaba eso.
Ella me gustaba,
me gustaba y me atraía irremisiblemente,
como el olor del pescado atrae a los gatos.
Por ella habría dejado a la otra,
y a cualquiera y a todas,
pero no me lo pedía, ni me lo permitía.

Nunca pude entenderla,
como no pude -tampoco- olvidarla.
La he recordado siempre,
en noches tristes, húmedas y frías, como ésta.
La recuerdo, sí, y -sin embargo-
casi no puedo recordarla:
además de su larguísimo pelo,
de su figura delgada,
de sus dulces labios (cuán dulces)
y su traviesa mirada,
todo lo demás se me escapa.

Nunca pude entenderla,
pero sí quererla,
a Margarita.


.

1 comentario:

Sólo dilo, no te cortes...