23 noviembre 2007

¿Quién es el culpable?


Ayer, un bebé -que no llegó a nacer-
de 5 meses de gestación,
se fue al tacho de la basura...

¿Cómo, por qué?
¿A quién o qué culpar?
Su historia es -más o menos-
la que sigue:

Una muchacha -que no ha salido aún del liceo-
procreó a ese inocente
junto a su pololo.

No imaginó quizá que a ella pudiera ocurrirle,
porque ¿como creer que en estos tiempos
una chica no sepa lo que es "cuidarse"
para evitar un embarazo?

Sufría de dolores de ovario, dijo al policía,
(que la interrogaba a pasos de mí)
y por eso su madre la llevó al médico.
Allí entró sola -ya soy grande, mamá-,
y esa madre, confiada (¿o tonta?),
la dejó hacer.

No era dolor de ovarios, le dijo el médico,
sino un embarazo...

Nada dijo la hija,
nada supo la madre,
nada dijo el médico (¿secreto médico-paciente?).

Dijo al policía que en internet
encontró quien le vendiera
por 30.000 pesos (¿30 monedas de plata?)
unas pastillas apropiadas -abortivas, dice que dijo-
para deshacerse del "problema".
Con el gentil auspicio y la total anuencia
del dizque padre de lo que en ella se gestaba.

Tomólas, sin dudar, y esperó
el mágico resultado.
Pero, ¿habrá dicho al vendedor que eran,
no uno ni dos, ni aún tres,
sino cinco los meses
que ese bebé dentro suyo ocultaba?

Y ¿la madre?, dirá alguno...
¿la madre?, pues, nada...
ni se enteraba.

Los dolores que sufrió,
no se los esperaba...
no se los creía, ni los soportaba...

Mamá, mamá...!!!

A la clínica llegó, la revisó una matrona.
- ¿Sabías que estás embarazada?

- Sí, si sabía... déme algo para este dolor,
que no se acaba...

- No niña, espera, que debe verte un doctor...

La verdad surgió al fin,
y la segunda verdad, más terrible,
no se quedó callada...
Ahora sí, se acabaron los secretos.

Tercer piso, una cama...Le quitaron sus dolores con fármacos,
para que declarara...
El policía, con la frialdad de quien ha visto tantas,
su historia copiaba...

Declaración voluntaria, le llamó al terminar.
(-no va a pasar nada...)

Allí estuvo un par de horas,
hasta que volvieron las contracciones, siendo rodeada,
atendida, y hasta mimada,
por padre, madre y hermana...

-Firme aquí,
es la autorización para pasarla a pabellón,
dijo la matrona...
-¿Yo, aventuró la madre?

-Ella, ella ha de autorizar, fue la seca respuesta,
tras la dura mirada...

-Sin vacilar, firme la mano, tibia sonrisa,
firmó la sentencia
para entonces ya, por ella misma, ejecutada...

Esperaron que volviesen las contracciones,
dió unos gritos, algo de llanto...
...a pabellón, inducción de parto,
y nació,
a sus cinco meses de gestado,
un pequeño bebé muerto,
por la mano de su madre, asesinado...

Al día siguiente,
la rodeaban las visitas,
su familia, su pololo,
hubo risas, alegría,
el problema estaba superado...

Y allí se fué, feliz,
como si nada,
luciendo su piercing
y su tatuaje lumbar a tres colores,
con su pololo, abrazados...

No es un cuento, ni una fábula.
No tiene una moraleja.
No es -como si fuera nada-
otra cosa que una historia real más,
que ni siquiera valió una nota en el periódico...

2 comentarios:

Sólo dilo, no te cortes...