13 agosto 2011

Ya no tan inútil...


El lapidario comentario de Cristina ["la mayoría de hombres son tan inútiles!!"] me recordó las palabras de otra mujer, que escuché hace mucho tiempo, y que me impresionaron bastante, al punto de hacerme revisar mi propia forma de ser.


Aquella mujer decía a una amiga: "mi marido es un inútil!, no sirve para nada..."
Y luego se extendió explicando que si le encargaba jamón -por ejemplo- y no había del que ella le había encargado, le traía otro tipo de jamón.
Yo no entendí cuál era el crimen cometido, y me pareció lógico lo que el marido hacía. Pero ella explicó entonces que le traía un jamón que era pura grasa, y no gustaba a nadie en la casa, salvo a él.
Su amiga -tan despistada como yo- tuvo la idea de preguntar qué debería haber hecho el marido al no encontrar lo que ella le pedía. Y la respuesta fue enfática: pensar. Debería pensar en qué otra cosa podría llevar, que reuniera todas las condiciones apropiadas, es decir, que tuviera el precio adecuado, que fuese sano y que gustara a todos.
Decía también que el marido era un inútil porque no se le ocurría nada, es decir, si le pedía que fuese al supermercado a comprar fideos -por ejemplo- el muy tonto traía  fideos...
Quedé sorprendido otra vez. ¿Qué se espera que traiga un marido cuando se le manda a comprar fideos?

La explicación -afortunadamente- llegó de inmediato. Decía ella que lo que debía hacer era -obviamente- traer fideos, pero también debía traer aquellas otras cosas que fueran necesarias en la casa. ¿Cómo podía ir hasta allá y sólo traer un paquete de fideos?
Ahora, si bien se piensa, para hacer eso se requiere saber qué hace falta en casa, y por tanto, es necesario que se tenga el interés mínimo necesario en el tema doméstico, como para saber si se acabó el azúcar, si queda papel higiénico o si el perro tiene comida. Y un marido que no se preocupa de esas cosas, pasa en realidad a ser un poco inútil en la casa.

A partir de ese día, y tras haber escuchado (inevitablemente) esa conversación, que siguió por un rato del mismo estilo, tuve que revisarme a mí mismo y admitir que en realidad -quieras que no- cuadraba dentro del perfil descrito por ella.
Y no me quedó otra opción que cambiar, porque aunque mi negrita jamás diría públicamente que su marido es un inútil -por una cuestión de simple amor propio-, de sólo imaginar que pudiera pensarlo me da vergüenza...



(Nota: Esa conversación la oí hace años, de modo que a estas alturas -y con la experiencia adquirida- ya no creo merecer ese calificativo...)


.

4 comentarios:

  1. Yo sí sé para que sirven los maridos:para entretener a los churumbeles cuando las mujeres quieren tomar el sol en la playa, hoy he ido a la playa y son los papás los que se meten veinte veces en el agua, los que los suben en los hombros para que salten, los que los llevan en brazos cuando se quedan dormidos, los que cargan con la sombrilla y la nevera(el resto lo llevan ellas), y también son ellos los que llevan el coche al taller y conducen en los viajes largos...mmm...y si pienso algo más se me ocurrirá...

    ResponderEliminar
  2. Ja ja ja... buen punto (me he visto en ésas...)

    ResponderEliminar
  3. A ver si ahora se me van a echar encima... Bueno, no creo que todos todos sean inútiles, lo que pasa que los ejemplos que tengo en casa son deprimentes. Eso sí, sé que si queréis podéis hacerlo!!

    ResponderEliminar
  4. No tienes nada que temer, Cristina, ya que es sabido que los tres o cuatro lectores que tiene este blog, son lectoras, de modo que nadie va a reclamarte...

    Además es cierto que todos los hombres somos un cero a la izquierda para el aseo...

    ResponderEliminar

Sólo dilo, no te cortes...