12 febrero 2012

Un concierto en Guayaquil

(Paseo del Malecón)

En Guayaquil, nos quedamos en un buen hotel, muy céntrico además.
No es que fuera un 5 estrellas (a ésos ni acercarse), pero estaba muy bien.
Lo principal, es que el personal se esmeraba por atendernos lo mejor posible.
Tanto así, que cuando llegamos a la habitación en la noche, luego de haber recorrido el Paseo del Malecón (muy bonito por cierto), nos encontramos con una sorpresa:

De alguna manera -que aún no descubro- se enteraron que a mí me encanta el cantar de los grillos, y para darme gusto pusieron uno dentro de nuestra habitación.
Y que bien que cantaba el condenado.
Lamentablemente, la otra mitad del público no se fijó mucho en sus dotes musicales, sino más bien en su gran tamaño y su aspecto bastante similar al de una cucaracha (nuestros grillos son tres o cuatro veces más pequeños, y grises).


De modo que hubo que buscarlo, perseguirlo, y expulsarlo fuera, al pasillo, donde lo esperaban otros dos compañeros, que solidarizaron con él. Lo sé, porque a mitad de la noche se les escuchaba cantar en la habitación del lado, lo que -en el silencio reinante-, vino a ser lo mismo que si estuvieran en la nuestra.


(Nota, la imagen del grillo no es mía, lo último que se me habría ocurrido en esos momentos era sacarle una foto. La prioridad era sacarlo.)

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4 comentarios:

  1. Un concierto privado, jeje.
    Yo también he sufrido la serenata de un grillo en el dormitorio pero tardé días en encontrarlo. Menos mal que no decidió usar la cama como escenario. :S

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  2. Nótese que a mí el concierto me gustó... y que habría invitado incluso a los dos amigos del pasillo.

    Pero parte del público no estaba de acuerdo con las presentaciones en vivo. Esa música se aprecia mejor de lejos, dijo...

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Sólo dilo, no te cortes...