28 junio 2014

Nunca está de más una triste historia romántica...


Querías casarte conmigo, ¿recuerdas, Hada?.

Decías que de mí estabas enamorada.
Decías que a él -a tu novio, allá en casa-
ya lo habías olvidado, que ya no te importaba.
Decías muchas otras cosas como ésas,
en tanto, yo no decía nada;
en tanto, yo callaba tu boca a besos;
en tanto, mis caricias convertían en gemidos
la promesa de amor envuelta en tus palabras.

Querías casarte conmigo,
decías, y llevarme a tu casa
(que fuese el trofeo que en tu lujosa pared faltaba).
Pero nunca fue.
Nunca llegó a ser,
porque debías esperarme tres meses,
y no pudiste esperar
más que unas cuantas semanas.

Querías casarte conmigo,
pero tu amor duró lo que tardan cuatro cartas
en ser escritas y contestadas.
¿Creerás que -a la fecha, hoy-
yo aún guardo ésas, tus cartas?
¿Para qué? ¿Por qué?
No sé.
No lo sé.
No sé si es porque todavía te quiero,
o porque aún no pierdo la esperanza
de tener un día la oportunidad
de arrojártelas a la cara...

Querías casarte conmigo... ¿recuerdas, Hada?


.

1 comentario:

Sólo dilo, no te cortes...