27 marzo 2015

Prefiero creer que no...


Prefiero creer que Dios, ese señor a quien serví con tanto ahínco en mi juventud, no existe.
En verdad, prefiero creer que no existe.
Pues creer lo contrario me enfrentaría a un paradigma insoluble:
si creyera que existe, lo odiaría.
Tendría, necesariamente que sentir rencor contra él,
tendría necesariamente que alzar los brazos al cielo
(cosa que ya no me es posible sin dolor)
y dedicarle una retahíla de improperios,
poco dignos de un Dios.

Porque, ¿cómo creer que un Dios, del que se supone que "si te portas bien",
te tratará bien, hace lo contrario?
No cuadra, "no pega ni junta" como se decía antiguamente.

El miércoles, al hacer un mal movimiento con el brazo,
me corté alguno, o varios, o todos (vaya uno a saber)
de los tendones del hombro derecho.
Hace un par de años me rompí tres tendones del izquierdo, como cuenta por ahí este mismo blog,
y tras operarme y pasar meses sin trabajar, me quedó casi igual de malo.
"Mala condición de sus tendones", digo el matasanos...

Y en aquella ocasión me vaticinó que me ocurriría lo mismo con el derecho.
Yo lo sabía, por cierto.
Y lo recordaba.
¿Cómo iba a olvidarlo?
Sabía que iba a romperse.
Pero,
¿tenía que ser ahora?
¿tenía que ser en el momento en que mi trabajo peligra,
en que estoy lleno de deudas,
en que nuestro futuro es tan incierto?
¿Tenía que ser?

En fin,
como elegí no creer en aquel señor,
no me queda nadie a quien insultar,
nadie a quien quejarme,
nadie a quien presentar un recurso de amparo,
una revisión del caso,
nadie a quien pedir una nulidad por algún vicio en el proceso.

No me queda más que apretar los dientes y hacer lo que se pueda,
como he hecho siempre,
para salir adelante.
No voy a ir al médico, porque, si no querrá operarme
(me lo anticipó entonces)
ni puede hacer nada por mí,
¿qué sentido tendría?
Una licencia médica es lo último que puedo presentar a un Gerente que,
no hace aún diez días, nos indicó una vez más que aquellos que se enferman,
aquellos que "no quieren trabajar", no trabajarían más, efectivamente.

No es el momento para quedarse sin trabajo,
como no es el momento para quedarse sin tendones,
por lo que tengo que quedarme con lo segundo por ineludible,
pero tengo que esforzarme por no llegar a lo primero,
mientras sea evitable,
como sea.

Por ahora estoy ayudando a mi brazo derecho con el izquierdo,
(o sea, mi brazo malo ayudando al ahora más malo)
y tomando antiinflamatorios para el dolor,
con la esperanza (y aún sin ella)
de subir a trabajar el lunes como siempre,
y poder digitar en el teclado con la eficacia de siempre,
aunque no pueda ni siquiera vestirme correctamente aún hoy día..
Tengo que hacerlo.
Tengo.
Porque, como siempre digo:
Un hombre tiene que hacer, lo que un hombre tiene que hacer.

Y yo, dígase lo que se diga de mí,
(quien crea tener el derecho de hacerlo),
hace rato que me considero bien hombre, y por tanto,
aunque me desarme a pedazos,
seguiré haciendo hasta el último día lo que tenga que hacer.

Y, es curioso,
no sé cómo, pero aún puedo sonreír, de vez en cuando.

:)

.




2 comentarios:

  1. Yo opino que no existe y que si existe es un hp redomado. Lo siento por los creyentes, pero que alguien permita tanto sufrimiento como hay en este mundo sólo tiene como explicación que es un psicópata. ¿Infinita bondad? ¡Venga ya!

    Un abrazo fuerte!!!

    ResponderEliminar

Sólo dilo, no te cortes...