24 julio 2012

Esa cosa que llaman hombría.

Yo siempre me he considerado muy hombre para mis cosas. Pero no consigo llevarme del todo bien con mis congéneres. Para andar más o menos bien tengo que morderme la lengua las más de las veces, cosa en la que no soy muy bueno, por lo que supongo que ésa es la razón que hace años que no tengo ningún amigo.

Y es que en el fondo, yo no soy distinto a los demás hombres. 
Me gustan las mujeres, y mucho. De hecho, no hay nada en este mundo que me guste más que las mujeres. Tanto así, que casi casi me da lo mismo como vengan por fuera, que con ser mujer ya me basta. 


Por lo que respecta al sexo, ufa, creo que me gusta más que a muchos, y no hay para mí placer más grande que tener entre manos el cuerpo de una mujer, y hacer con ella todas las miles de cosas que mi imaginación y mis deseos puedan inventar. 

Hasta ahí, no parece haber diferencia entre los demás y yo. 
Y es que la diferencia no está en el fondo, sino en la forma. 

Porque yo, como todo hombre que de tal se precie, siento ganas (muchas) de poseer a cuanta mujer me parezca atractiva (en mi caso, demasiadas), pero si para ellos la hombría consiste en conseguir cuantas de ellas se pueda, sin importar las promesas hechas a su pareja, para mí -todo lo contrario- la hombría reside en sentir esas ganas y, teniendo la posibilidad de sacárselas, ser capaz de quedarse con ellas y no sentir que "has desperdiciado tu vida" por eso. 

Porque yo pienso que si un día se dijo: "te amo y estaré contigo para siempre", fue pensando y sintiendo que sería para siempre, y no es cosa de olvidarlo sólo porque uno tenga sangre caliente (tal vez demasiado caliente) corriendo por las venas.

Y eso, no cualquier hombre lo entiende.

[Y, digámoslo, muchas mujeres tampoco...]

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2 comentarios:

Sólo dilo, no te cortes...