Hace tiempo, mucho tiempo, cuando apenas pisaba la mayoría de edad, tomé unas clases de pintura al óleo.
El profe era joven, más incluso que algunos de sus alumnos -que no todos tenían mi edad-, y era a su vez alumno de un viejo pintor, un Maestro de ésos con cara, barba y aspecto de pintor y poseedor de un nombre extranjero impronunciable.
Cuando ya llevábamos dos o tres meses de clases, y habíamos por fin logrado pintar algo que valiera la pena, que no tuviéramos que esconder y pudiéramos mostrar, se nos acabaron -a la mayoría- los recursos para comprar marcos, telas y pinturas, y quedamos estancados en las clases.
Un día llegó el profe con una buena noticia: nos había conseguido un trabajo de pintura, para que pudiéramos ganar algo de dinero y seguir las clases. El trabajo consistía en pintar un mural de Blancanieves y los siete enanitos.
Con un pequeño dibujo como modelo, nos dimos a la tarea de hacer el bosquejo. Los enanos se dieron fácil para los que los dibujaron. Se decía que yo era mejor para el dibujo, de modo que me tocó hacer a Blancanieves. Era, por cierto, tres veces más alta que los demás personajes, y debía cuidar las proporciones. El cuerpo no fué difícil, en realidad.
Pero quedaba la tarea de ponerle rostro. El modelo era muy pequeño, y la expresión que tenía no era muy buena, de modo que decidí crearla así, de mi imaginación. Dibujaba y borrraba, y no conseguía lo que quería, de modo que los demás se fueron y me dejaron con mi tarea.
Finalmente, la terminé. Y para mí era la más linda Blancanieves que se hubiera visto.
A la clase siguiente, Cuando los demás la vieron, no les gustó tanto como a mí. El Profe se quedó callado, y la miraba, y me miraba. Y bueno, tuve que preguntar qué pasaba, qué es lo que tenía de malo...
Todos coincidieron en que sí, que estaba bonita, muy bonita, pero que no tenía cara de Blancanieves... sino todo lo contrario.
Hasta el Maestro, llamado a opinar, estuvo de acuerdo. Me dijo que el dibujo estaba muy bien, pero que la expresión que tenía era demasiado provocativa... en fin, que no era un dibujo para niños, sino una mujer. Y no sólo una mujer, sino que además una de ésas no muy santas... (de las que -valga decirlo- para esa época yo no había ni visto).
De modo que tuve que borrarla, y dibujarle un rostro muy simple y plano, y todos quedaron felices.
Me acordé de eso ayer, al ver pasar a una muchacha de mi barrio. Una chiquilla de 14 o 15 años, muy linda, sí, pero que caminaba moviéndose como si vendiera algo, y con la cara pintada, ufa, como si ya lo hubiera vendido...
No puedo evitar pensar que, tal vez, así como yo no encontraba nada de malo a mi Blancanieves, ella no se dé cuenta de lo mal que se ve, pero ¿cómo nadie alrededor de ella se lo dice?
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Y si ella es feliz así, qué más da?
ResponderEliminarNo hace daño a nadie.
Saludos.
Tal vez tengas razón, y todo esté bien... no lo discuto.
ResponderEliminarSólo escribí lo que yo siento...
:O lo mismo pienso de las niñas que veo a diario ... me parece triste ver como la niñez se perdió ... y me parece mas triste como ver que las mamas no hacen nada por salvar esto o sera ese el ejemplo que les dan?? jajaja bueno en fin.. me gusto tu historia ...
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ResponderEliminarMe apena que alguien haya suprimido su comentario.
ResponderEliminarMe gusta saber lo que opina la gente...
Hoy en día muchas chicas van vestidas de mayores y, en mi opinión, muchas parecen furcias... Es una pena que quieran adelantarse a su edad. Aunque lo cierto es que, si te sale una hija así, poco pueden hacer los padres...
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