13 enero 2011

Como Nasrudín


Una antigua historia de Nasrudín habla de que éste, una mañana, se enfureció con su esposa, por haberlo despertado mientras dormía. Y es que durmiendo, soñaba él que estaba a punto de concretar un negocio fabuloso, por el que recibiría mucho dinero... y había perdido tan grande oportunidad a causa de su tonta mujer, que tuvo la mala idea de despertarlo...

Esta tarde me sentí un poco como Nasrudín...

Después de un par de noches de muy mal dormir, de mal conciliar el sueño y de oscuras pesadillas, esta tarde me quedé dormido profundamente, y soñé...

Soñé que todo lo vivido no había existido, y en lugar de eso era yo lo que siempre quise, mi ilusión de niño, mi sueño de toda la vida: era un naturalista...
Y estaba allí, sobre una alta montaña, con la piel curtida por el sol, a merced del viento, sosteniendo en mis manos un magnífico halcón. Sentía en mi mano los asustados latidos de su corazón, mientras revisaba que sus alas estuvieran bien...

Y entonces, en ese preciso momento, alguien tocó a la puerta, y me despertó...   me senté en la cama, medio dormido aún, para ver los pedazos de mi sueño caer al piso, y convertirse a mis pies en la realidad de ser un empleado más, lesionado de un hombro por añadidura, sin más ilusiones que el que los míos estén bien...

Y, aunque ahora al escribirlo sé que suena tonto, sé que suena a perdedor, admito que en ese instante me sentí un poco Nasrudín, y odié a quien golpeaba la puerta...   por cierto que antes de haberla abierto ya eso se había ido, y volví a ser el mismo, ni más ni menos que lo que soy...

Pero decidí escribirlo, para no olvidar que -un día, por un instante- me sentí como Nasrudín...

.

4 comentarios:

  1. si pasas pensando que tan feliz podrias haber sido si hubieras sido, te vas a perder lo feliz que puedes ser siendo quien eres.

    Acuerdate que el hubiera no existe es solo perdida de tiempo

    Si tan solo lo intetaras..

    Un beso

    ResponderEliminar
  2. Amiga, por cierto que lo intento...

    Ya lo dije, sé que eso no fue, y no me amargo por ello. Habitualmente, ni pienso en tales cosas, y sólo salió a causa de ese sueño.

    Si algo de mi vida me amarga, es que los que quiero no sean felices. No hay otra cosa.

    ResponderEliminar
  3. Yo he aprendido a reservarme esos sueños como el espacio propio y personal en el que me siento genial, hecho a la medida de mis deseos, donde refugiarme a falta de un viaje de verdad. Y aunque tiene el regusto amargo de saber que probablemente no seré eso con lo que soñé muchas veces, no lo evito y los disfruto, especialmente cuando me sobrepasan las preocupaciones y malos rollos. Así que ¡vivan los sueños! Siempre sacan algo bueno de nosotros.

    ResponderEliminar
  4. Bueno, es que este sueño me pareció tan real, que no podía creer que no fuera cierto...

    ResponderEliminar

Sólo dilo, no te cortes...