26 enero 2012

"El cielo es azul, la tierra blanca"


Generalmente, yo no hablo de libros, ni de los que leo ni de otros.
Una sola vez -creo- he hablado de uno en este blog, y no fue netamente sobre el libro, sino sobre el cómo me sentía por no poder leer aún el final (Juego de Tronos).

Algo parecido me hace ahora escribir sobre un libro que leí hace poco.

El día antes de mi viaje, no sé bien cómo fue que me encontré con "El cielo es azul, la tierra blanca", de Hiromi Kawakami, una escritora japonesa (el título original japonés es "El maletín del maestro", no sé por qué le cambiaron el nombre). Sin ni siquiera mirarlo, lo convertí a txt y lo cargué en un celular que uso sólo para leer, junto con otros 3 o 4 libros de diversos autores.

En el viaje, después de intentar leer los demás, sin resultados, terminé empezando éste.

Y me gustó. No podría definir el por qué. No tiene acción, ni suspenso. No es un libro de ésos que te atrapan y no puedes soltar, como me pasó con Juego de Tronos, que me leí los cinco de corrido. Sin embargo, me interesó igual, y aproveché las largas horas de viaje entre una ciudad y otra para leerlo, casi sin pausa.

Terminé de leerlo, y me dejó muy contento. Me gustó la historia y los personajes. Y lo dejé guardado, pensando en que volvería a leerlo nuevamente, como hace uno con los libros que le han gustado

Sin embargo, hoy me encontré con el libro en el escritorio del notebook, y al verlo tuve la estúpida idea de buscar en internet algún comentario, o crítica. Digo estúpida idea, porque lo primero que leí decía que era un buen libro, pero que era una "historia sórdida", cuyos personajes eran "personas marginales", y  cosas como ésas. No quise ver nada más.

Y me quedé preguntándome cómo es que alguien puede ver de esa forma una historia que yo veo tan diferente...

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2 comentarios:

  1. Pues me lo anoto, y te cuento cuando lo haya leído.

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  2. Supongo que conducía tu mujer.

    Pues ni idea, no lo he leído. Pero, bueno, siempre pasa, cada uno se monta su propia película en la cabeza.

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Sólo dilo, no te cortes...