21 agosto 2012

Premonición


Nunca he creído en señales, signos ni agoreros. Nunca.
Y sin embargo, me ocurrió el mes pasado que perdí mi casco, mi viejo casco que -contra las normas de seguridad, que exigen cambiarlo- conservé por varios años. De hecho, era el casco con que llegué a esta mina, mi casco de Supervisor, con mi nombre en él.
Siempre lo extraviaba (tengo la costumbre de quitármelo y dejarlo en cualquier lugar donde voy), y luego lo encontraba o me lo devolvían. Hasta que ese día, después de años, lo perdí definitivamente.

Entonces, tuve que pedir uno nuevo. En blanco. Y tenía que ponerle una placa con mi nombre, y mi cargo actual. Es una placa dura, aunque flexible, que requiere torcerla para que se adapte a la curvatura del casco. Eso no da problemas, y todo mundo lo hace fácilmente.
Mas, está demostrado que yo no soy como todo el mundo y, al intentarlo, se me quebró en dos pedazos.
Y allí quedaron, sobre el escritorio.

Al verlos, aunque nunca he creído en señales, signos ni augurios, sentí que no era bueno. Y con una sonrisa, pensé, "bueno, será que al fin me van a despedir, y eso será todo". Y no me preocupé más del asunto, y usé mi nuevo casco anónimo, sin más.

Pasadas dos semanas, mi Jefe (no el desatinado que era mi jefe directo, sino otro superior), me llamó para decirme que me cambiaría de trabajo, a otra área, que poco tiene que ver con la que hasta entonces estaba, y a un trabajo que más adivino que conozco, y que significará aprender muchas cosas nuevas, y un nuevo software, del cual tendré que ser Key User. El me dijo que sabía que yo podría con el desafío de empezar algo nuevo, y yo creo que tiene razón. No me preocupa eso.

Lo que me molesta es que para ello he tenido que dejar un trabajo en el que estuve 15 años, en el que empecé desde abajo y que me costó mucho tiempo y disgustos aprender al grado de ser muy bueno en él, y que me gusta, me gustaba, hacer.

Me duele dejarlo, así, de un día para otro. Me duele dejar a "mis viejos", los compañeros que trabajaban conmigo y a quienes enseñé todo lo que pude, a quienes a pesar de que no pocas veces 
fuí duro con ellos, y exigente, me aprecian y nunca dejaron de considerarme su jefe, pese a que había otro que ostentaba oficialmente ese título.  Me duele dejarlos en manos de alguien que ha demostrado no saber lo que hace, y que para colmo -ante este cambio- los ha puesto a cargo de alguien inexperto e intransigente, menos preparado que ellos, en mi reemplazo.

Anoche fuimos al Pub del campamento, para compartir un rato, quizá por última vez. No pude evitar emocionarme. Mucho. Se burlaban de mis ojos húmedos, pero quizá si era para que no se notara que también estaban apenados. Culpemos de ellos a los años que llevo encima, que me han ablandado bastante el corazón, y a la camaradería que existe entre nosotros.
Esta mañana casi me sucede de nuevo, cuando los técnicos -que eran los clientes a quienes atendía y cuyos problemas y necesidades debía resolver cada día- me hicieron sentir lo mucho que aprecian lo que he hecho por ellos estos años, aunque externamente nunca lo pareciera.

El sabor amargo -en este mi ultimo día de trabajo con ellos- lo puso mi jefe directo (¿cómo no?) al reunirnos a todos y darme las gracias por el trabajo realizado, pero sin siquiera mirarme a la cara ni darme la oportunidad de decir algo. Es más, cuando traté de hablar, me ignoró completamente y disolvió la reunión. El no estar más bajo su dependencia es lo único que me alegra de este cambio. Por otra parte, el asumir un cargo que me convertirá en auditor de parte de sus obligaciones, será segura fuente de disgustos. Sé bien todo lo que hace mal, y conozco de su negativa a hacer mejor las cosas. Por ende sé que habrá problemas entre nosotros, tanto como los había cuando era mi superior. O más.

En fin, fiel a mi pensamiento de que uno tiene que hacer lo que tiene que hacer, seguiré adelante, y ya veremos.


Necesitaba conversar de esto con alguien, y me resultó duro darme cuenta que en realidad no tengo con quien hacerlo. De modo que me decidí a decirlo aquí, aunque sea así, ligeramente, como si no fuese nada importante.


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4 comentarios:

  1. Pues, si fuera tú, yo ya estaría haciendo el informe con todo lo que ese niñato prepotente hace mal. Jajajajaja. Es una pena cuando los jovenzuelos inexpertos se creen por encima de la experiencia y encima son irrespetuosos. Eso solo demuestra ignorancia.

    Respecto a tu nuevo trabajo, yo creo que siempre está bien cambiar de aires. Tus ánimos seguro que lo agradecerán. Además es una nueva meta, un reto que superar.

    Y también tienes que irte contento por la sensación que dejas en la gente. Son muchos los que pasan por los sitios, pero pocos los que dejan una huella agradable, así que eso es para estar orgulloso.

    Mucho ánimo!!!

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  2. Ja ja ja...
    Si hiciera tal informe así de rápido, dirían que es un intento de perjudicarlo por mi parte, por haber sido mi jefe, y no serviría de nada.
    Hay que tener paciencia...

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  3. Suerte y al toro!!!!!...
    Como mínimo un nuevo reto siempre es un aliciente y si a pesar de darte pena los compañeros, ganas en lo demás pues entonces lo que tienes que hacer es disfrutarlo..
    ¿venganza?.. mejor servirla en frío y con profesionalidad ;)

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  4. Pues ahora te va al pelo la frase de "A man has to do....".
    Y nosotros, aquí estamos, para lo que se te ofrezca.

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Sólo dilo, no te cortes...