03 enero 2013

Una sonrisa y un sollozo


Con una sonrisa en el rostro,
y un sollozo contenido en la garganta:
así salió de su trabajo mi negrita, el último día.

Con una sonrisa, porque deseaba desde hace mucho tiempo,
(ya un par de años),
que el día en que la despidieran llegara de una vez.

Podría haberse ido antes.
Por cierto. Podría.
Pero no le parecía a ella justo renunciar y perder su indemnización.
Más de 10 años de trabajo, más de diez años de dedicación total a lo que hacía,
más de 10 años de sacrificar su tiempo libre los fines de semana, preparando este o aquél material para la siguiente semana.
¿Cuántas veces dejamos de hacer cosas nuestras, porque ella debía terminar la ornamentación de la sala, o algo parecido?
¿Cuántas veces debió incluso preparar las clases tarde en la noche, amparada en sus empíricos conocimientos, porque "la profe" de aquel año era novata y no sabía/podía/quería hacerlo?
¿Cuántas debió tomar el control de un curso descarriado, y convertir a esos niños en estudiantes respetuosos y educados?
He olvidado ya cuantas veces me acosté a dormir rodeado de pilas de exámenes o cuadernos por corregir, porque mi negrita convertía la cama en su escritorio, en las noches de invierno.

Durante mucho tiempo todo eso fue apreciado.
A veces, también recompensado.
Pero desde hace un par de años todo cambió.
Cambió la dirección del colegio, y con eso todo se perdió.
Ya no valoraban su trabajo, y hacían notar que no tenía un título que la avalara para hacerlo.
El que lo hubiese hecho bien durante años, ya no contaba.
Y el cambio no la afectó solo a ella, sino a todos.
La camaradería, el buen ambiente, el gusto por trabajar en ese lugar, desaparecieron.
Desde entonces, sólo esperaba que la despidieran.
Y no ocurría.

No quería irse sola, no quería dar la impresión de que no podía con el trabajo, ni tampoco de que se rendía.
No. Siguió trabajando hasta ahora, que finalmente, le entregaron la carta de aviso, junto a tres profesoras.

Y -por todo eso- a diferencia de las demás, ella salió con una sonrisa en la cara.
Porque se alegraba de no seguir allí, con esa gente,
y también porque no podía dejarles saber que, en el fondo, sí estaba -como ellos esperaban- muy triste.
Sí, triste, y ahogando un sollozo, aguantando una pena que insistía en querer aguarle los ojos.

Y es que no es para menos.
Son más de diez años de trabajo, desde que comenzó en un pequeño colegio que recién empezaba, con apenas cuatro cursos.
¿Cómo no estar un poco triste, si dedicaba a sus alumnos -y al colegio- más tiempo que a nosotros?
¿Cómo no estarlo si -aunque lo niegue- tiene vocación para el trabajo con niños, y siempre le agradó trabajar para ellos?
¿Cómo, si cada vez que se encuentra con un antiguo alumno -de ésos que ya están grandes-, y éste la detiene para saludarla afectuosamente, le quedan brillando los ojos por mucho rato?
¿Cómo no va a estar triste, si ya no tendrá para quien inventar historias y cuentos?

Sin embargo, pese a esa no reconocida tristeza, lleva todavía, varios días después, una sonrisa.
Porque sí, empieza el año siendo una cesante, pero también lo empieza con la alegría de saber que todo lo malo queda atrás, y lo bueno se lo ha traído con ella...

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3 comentarios:

  1. Creo que tu negrita es, de todos los que conozco la que mejor ha empezado el año.....

    Porque le dará rabia por lo anterior.. pero no tienen que volver a trabajar en un ambiente que no le gusta (y eso es algo muy bueno).. y con indemnización.. MÁS...

    Besos

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  2. Sí, triste que no se aprecie a alguien que vale para su trabajo, pero el mundo ahora es así: el éxito es de los mediocres, de la prepotencia y la ineptitud.

    Yo también espero ese día.

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  3. Cuida mucho a tu negrita, sin duda se lo merece. Ya verás como tarde o temprano encuentra algo donde la valoren como merece.

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Sólo dilo, no te cortes...