11 marzo 2013

Y ahora, el porqué de tanto odio...

No recuerdo si  lo conté, y no hay tiempo para repaginar los post pasados, de modo que diré "al pasar" que mi negrita fué despedida de su trabajo, y a partir de marzo volvió -después de muchos años- a depender de mí (cosa que le molesta, por cierto).

Pero menciono esto ahora porque a raíz de ese despido -y con parte de su indemnización por 13 años de trabajo- decidió comprarse un refrigerador nuevo (en España le llaman frigorífico, ¿no?). El nuestro tiene ya más de 10 años, y si nos servía bien en ese tiempo, cuando sólo teníamos un pequeño niño en casa, ahora que tenemos un veinteañero ya no dá abasto. Habíamos buscado uno desde hacía cosa de un mes, y el único que parecía adecuado para ella, estaba agotado. Todos los demás eran -no se quién diseña los refrigeradores- altísimos, de 2 metros al menos. O enormes, con dos puertas, un congelador como para meter un cordero, medio cerdo, 3 pescados y varios kilos de verduras, y un montón de funciones que uno ni entiende ni necesita. Para peor, tenían el congelador -que no usamos tanto- en la parte inferior, de manera que las bandejas de uso diario quedaban por allá, en las alturas. Y como mi negrita llega al metro cincuenta de estatura sólo si anda con tacos, pues tendría que haber usado una escalera para ocupar el refrigerador. No servían. Encontramos uno que, siendo amplio, medía 1.80 de alto, y eso ya era más aceptable.

 Nos dijeron entonces que ese modelo, aunque por el momento agotado, llegaría pronto, en unos días. Y esperamos. Y esperamos. Y esperamos.

Nunca llegó. 
Nos ofrecieron entonces que compráramos el de exhibición, a precio rebajado, con garantía y sin pagar el transporte a casa. Parecía buena opción, pero ella aún no recibía el dinero, y no quisimos comprarlo al crédito, para evitar posibles sorpresas.

Recibida su indemnización, fuimos  a la tienda y aún estaba allí.
Quisimos comprarlo, en las condiciones ofrecidas, pero nos dijeron que nó, que no se podía.
Hice llamar al Jefe de esa sección, y éste nos dijo que quien nos hizo esa oferta había sido despedido, de modo que no tenía efecto.
Nos hizo una oferta nueva, a un precio algo más alto y con garantía, pero el transporte corría por costo nuestro.
Sabiendo que no habíamos encontrado en otra  tienda un refrigerador similar, lo compramos.

Debían llevarlo a casa al día siguiente, viernes, porque el día sábado teníamos que asistir a un matrimonio y no era cosa de estar recibiéndolo a último momento.

Llegó el viernes, Y pasó todo el viernes, con mi negrita sin querer salir de casa, esperándolo, y nada,
Fuimos  a la tienda, y allí estaba, aún en su lugar en la sala de exhibición.

La vendedora que nos había atendido no estaba.
Busqué al jefe, y al hacer el reclamo, me dijo que la vendedora no había ido a trabajar, y que él se había olvidado...
Pero, obvio, se comprometió para el día siguiente, a primera hora, confirmarnos el despacho antes de mediodía.
Al día siguiente -sábado- a mediodía, y sin novedad alguna, llamé al servicio al cliente, y aparte de counicarse ellos con la tienda, no nos dejaron nada en claro, salvo que tenían 48 horas para hacer la entrega... 0_o
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Luego llamó la vendedora para decirnos que lo enviaban antes de las seis de la tarde. Mi negrita no fué muy amable al contestarle, es cierto, pero es que ya no daba más de rabia por el incumplimiento.

Para las siete de la tarde, ya habíamos decidido que anularíamos la compra al día siguiente.

Pero 15 minutos más tarde, cuando mi negrita no estaba presentable -preparándose para ir al matrimonio- y yo estaba saliendo de la ducha con nada más una toalla, ¡zaz!, que llegaron con el refrigerador.

Vestido a la carrera y a medias, salí a recibirlo. 
Era grande.  Más grande de lo que nos pareció en la tienda, entre aquellos otros aún más grandes que había.Y resultaba pesado. Bastante pesado.
Los hombres que lo traían se dispusieron a entrarlo, y ahí se acabó todo: ¡¡no cabía por la puerta!! 
De frente era imposible, pues era mucho más ancho que la puerta. 
Intentaron entonces de costado, y nada, tampoco. Sobraban como 5 centímetros.

Maldito Murphy, me dije yo.

Pero los hombres tenían una solución brillante: sacar la puerta, y con eso entraba.
Sacar la puerta. ¿saben lo que significa eso? ¿cuando apenas si tienes tiempo?

Pero bueno, herramientas en mano, alla fuí, y saqué la puerta.
Tomamos medidas. Ahora sí, dijeron, e intentaron entrarla de nuevo.

Y otro fracaso. Ahora eran las manijas del refrigerador las que no permitía que entrara!!
Mi negra estaba más que desesperada, y yo, bueno, no se me ocurría nada más. 
¿Sacar las manijas? Ah, no, dijo uno de ellos, para eso hay que traer un técnico autorizado que lo haga.
¿Un técnico autorizado a las 19 de un día sábado? Ni soñarlo.

Solución: Que se lo llevaran.  

¿Cómo? ¿Que no? ¿Que lo dejaban ahí, a la puerta de mi casa sin puerta? ¿Y yo qué hacía con él, si apenas puedo mover nada con lo que me queda de tendones en los hombros, y son tres peldaños de escalera para salir a la calle?

Mi negra ya se cortaba las venas, cuando se me ocurrió una "solución de parche" (como decimos por acá): Que lo dejaran en el garaje (desde donde no podríamos sacarlo sino hacia la calle de nuevo) y el auto tendría que pasar la noche en la calle, una vez más (recordarán que ya se me ha quedado fuera antes).

Y así lo hicimos.
Y ahí quedó el refrigerador, abandonado en el garaje, mientras nosotros nos fuimos corriendo al matrimonio, tratando de olvidar el disgusto...

"Si algo puede salir mal, saldrá mal." ¿Cómo no odiar la maldita ley de Murphy?



Al día siguiente, recordé mis viejos días en que hacía de todo lo que hubiera que hacer, y desarmé las manijas del refrigerador con todo el cuidado posible, volví  a sacar la puerta de casa, y con el concurso de cuñado, sobrino e hijo, logramos entrarlo, sin rayarlo, pese a que la tolerancia era de un par de centímetros...

(Afortunadamente Murphy estaba durmiendo a esa hora, todavía. Creo que -como muchos- se levanta tarde los domingos..)

 
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3 comentarios:

  1. Qué tienda más poco seria, ¡será posible!
    Aquí hay una mueblería que se llama Muebles Mato "el más barato" y son unos sinvergüenzas. Tardan mucho en llevarte lo comprado, te llegan los muebles rotos y te los cambian tarde, mal y nunca. Yo les compré dos armarios hace nueve años y horrible y mi hermano y cuñada un sofá y ahora están desesperados. Mira que les dije que no lo compraran ahí, pero mi cuñada ya había ido. Fíjate cómo serán, que cuando mi hermano se fue a quejar, le dijeron que le prestaban una sierra para que arreglara él mismo el sofá. Son horribles.

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  2. Aunque no lo creas, es la mejor tienda...

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  3. Bueno es saber eso de que Murphy no está de servicio los domingos por la mañana, pienso hacer uso de esa información XDD.

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Sólo dilo, no te cortes...