08 enero 2011

Tijeral

Esta mañana, estaba en mi patio, cuando recibí una visita inesperada: un pequeño pajarillo, un Tijeral.
No veía uno de ellos desde hace años...


Y me dió gusto verlo allí, en esa mitad de patio que pretenciosamente llamo "mi jardín", y que no es otra cosa que un montón de plantas, enredaderas y arbustos creciendo a su gusto -que como yo quisiera no lo hacen- y al que suelen llegar algunos alados visitantes...

Y me dió también pena, porque escapó rápidamente ante la llegada de unos cuantos gorriones, la única ave que (aparte de las palomas) no escasea en mi ciudad. Al contrario, hay demasiados. Y son la razón de que ya no queden tantas avecillas que antes había, y que podía uno ver en las calles, en las plazas y en los propios patios.

Recuerdo que, hace 18 años atrás (vivía en otra casa y en otro barrio) tomaba a mi hijo de la mano, y lo llevaba al fondo de nuestro patio, donde vivía una pareja de Chercanes. Tenían allí, en un pequeño agujero de la pared, su nido, y alimentaban a sus ruidosos hijos con cuanto insecto podían atrapar.


Hoy ya casi no se pueden ver Chercanes, ni Tijerales, ni Dormilonas... sólo los Colibríes, que pese a ser tan pequeñitos son mucho más agresivos, han sobrevivido al avance de los bulliciosos y pendencieros gorriones, que ni siquiera son de nuestro país (los trajeron de España en el 1900).

Alguna vez dije que deberíamos eliminarlos, para recuperar nuestras propias y lindas aves, para poder verlas nuevamente, y escuchar su canto y -más importante que nada- para que no desaparezcan por siempre.
Fuí duramente criticado por decir cosa tal. Aquellos que dicen defender a los animales alzaron los brazos y levantaron la voz por los gorriones. Nadie lo hizo por las avecillas a quienes los gorriones botan los huevos de los nidos, a quienes quitan el alimento, a quienes molestan y persiguen (son más grandes) hasta conseguir alejarlos de su territorio.

Y nos quedaremos así, algún día, rodeados sólo de palomas y grises gorriones...

(Las fotos, obvio, no son mías)
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Tal vez deba agregar, a modo de explicación, que mi ciudad está rodeada por el desierto, un desierto tan seco que nada puede sobrevivir en él.  El único hábitat que pueden tener esos pajaritos es la ciudad y unos cuantos cerros costeros en los que la humedad del mar permite crezcan algunas suculentas y cactus. También a esos cerros, sin embargo, han llegado los gorriones...

3 comentarios:

  1. Jo, no sabía que los gorriones fueran tan "macarras". De las palomas sí lo sabía, de hecho son auténticas "ratas con alas". Una pena cómo los ecosistemas van desapareciendo; deberíamos aprender de los australianos, que practican una política de máximo respeto hacia las especies autóctonas.

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  2. No conosco esa avecilla...pero de todos modos aca siempre trato de oir los sonidos para que cuando algun dia dejen de existir esten en mi memoria...

    Por cierto, hace mal pensar en el aire...prefiero la realidad aunque mi mente me haga viajar sin parar.

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  3. Bueno, Doctora, los australianos aprendieron eso dolorosamente: la idea que tuvo alguien de introducir conejos en ese país tuvo catastróficos resultados...

    Pazi, ten por seguro que en esta ciudad son muy pocos los que la conocen. Y es que casi nadie se fija en esas pequeñas cosas, y sólo ven pájaros, sin hacer diferencias... yo sí los conozco porque de toda la vida me han gustado la vida silvestre, y disfruto observando pájaros, bichos y animalitos...

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Sólo dilo, no te cortes...