09 febrero 2011

¿Me estás diciendo gorda?!!!

Algo que leí por ahí me recordó una vieja historia, que siempre me hace sonreír cuando la recuerdo.
Pocas veces la había contado, y nunca antes se me había ocurrido escribirla, pero como siempre hay una primera vez...


Por allá por esos tiempos en que yo era un veinteañero, tenía una inusual pareja, con la que vivía. Cuando la conocí, tenía un cuerpo atractivo, "parejito" como decimos aquí. Pero después de meses viviendo juntos, de su gusto por las salidas nocturnas a comer, y de preparar mucha comida en casa (que ciertos ejercicios dos o tres veces al día nos daban hambre), se había "redondeado" un poco, y algunos botones de su ropa empezaban a tener miedo de salir volando...

Tenía ella una tenida que era un buzo completo, negro, de tela elasticada, que cuando la conocí se le ajustaba perfecto a su cuerpo y la hacía ver muy atractiva. Tenía un cierre (zipper) que iba desde el cuello hasta muy, muy abajo entre las piernas. Podía abrirse por ambos lados. Desde el cuello, para ponérselo, y desde abajo para otras cosas (algunas de las cuales había yo probado...) Me gustaba esa prenda.



 [Algo como el dibujo, pero negro, 
y sin guantes, obvio]
Un día que íbamos a salir, me dijo que pensaba ponérselo. Yo no pude dejar de mirar su cintura, ni de pensar que ya no cabría en él. Ni pude menos que decirle que no creía que fuera buena idea. Se indignó. Me dijo: ¿Qué, insinúas que estoy muy gorda?! ¿Es eso? ¿Es decir que no sólo soy muy vieja para tí, sino que además soy gorda?!!
Me costó convencerla de que yo no pensaba nada de eso, y tuve que terminar diciéndole que se la pusiera, que sí, que le iba a quedar tan bien como antes.
Se dió a la tarea. Las piernas le entraron ajustadísimas, los brazos un poco mejor. Pero cuando quiso subir el cierre... no llegó a ninguna parte. No había caso, no subía. Después de mucho esforzarse, me dijo que ella sabía como hacerlo, y se acostó de espaldas en la cama. "Ya, tú lo tiras y yo subo el cierre". Forcejeamos un buen rato, hasta que terminé sentado encima de ella, apretándola como a esas maletas demasiado llenas que no logras cerrar. Finalmente el cierre subió, pasó las caderas, la cintura, pero hasta el pecho nomás llegó...
Los senos, firmes bajo el sostén (sujetador), eran una barrera que no se podía pasar. Le sugerí que lo dejara así (es que ese escote se veía muy bien...), pero ella me dijo que de ninguna manera, que había que cerrarlo hasta arriba. La única forma fue que se quitara el sostén, para poder acomodar esa abundancia, y pudimos cerrarlo.
La ayudé a levantarse de la cama, se movió un poco, se agachó, se paseó y dijo muy ufana: "¿Viste que me queda bien?, si lo que pasa es que esta tela es elasticada, por eso cuesta cerrarlo".

Tuve que reconocer que había tenido razón, pedimos un taxi, y salimos.

Una vez en el centro de la ciudad, nos bajamos del taxi, y  no habíamos recorrido ni media cuadra con ella tomada de mi brazo, cuando sentí un fuerte grito a mi lado. La miré, y no podía creer lo que estaba viendo: el cierre se había reventado, y se había abierto por completo. Sus senos estaban ahí, a la vista, así como su cuerpo y un triángulo de encaje rojo por allá abajo...
Estaba pálida, y sólo al verme a mí mirándola se dió cuenta de que gritar era la peor idea que pudo haber tenido. Todo mundo presente en la calle la estaba viendo...
Roja ahora, como un tomate, trató de unir lo que no se podía unir, y de tapar con una mano lo que no se podía tapar ni con dos... recién entonces pude reaccionar yo, y poniéndome en frente de ella para cubrirla, me saqué la camisa para que se la pusiera.
Yo nunca he sido de cuerpo muy atlético, pero sí tengo una espalda lo suficientemente ancha como para que ella pudiera cerrar la camisa y tapar sus senos, y soy lo suficientemente alto como para que cubriera también el encaje rojo...

Conseguir un taxi, para un veinteañero sin camisa, no es cosa tan simple, pero lo conseguí...
Camino a casa estaba furiosísima conmigo, y no quería ni mirarme, porque aunque yo no le había dicho nada, se me reflejaba en la cara un Te lo dije....

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5 comentarios:

  1. ¡Jijiji! Seguro que en el momento no os hizo ni la más mínima gracia, pero ahora te partirás de risa cuando te acuerdes. Eso de no gritar pase lo que pase es una lección que todas las mujeres aprendemos en la piscina en un momento u otro ;).

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  2. Por el contrario, estimada doctora. Puedo asegurarle que yo lo encontré de lo más gracioso desde el primer momento, pero no habría sido apropiado (ni bueno para mi salud) que lo manifestara entonces...
    Es que las porfiadas no tienen remedio.

    Pero no vaya a creer que esto tuvo consecuencias de orden moral o sicológico para la susodicha, no. Que una vez llegados a casa, y adecuadamente vestida, le encontró gracia a lo ocurrido y nos reímos de lo lindo. Y luego de la risa, le encontró el lado erótico al asunto ese de hacer exhibicionismo en pleno centro de la ciudad, y una cosa llevó a la otra, de modo que ya no salimos de la habitación hasta el otro día..

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  3. jajajajaja .......

    Que verguenza y que risa!! pero es que si no hubiera gritado y hubiera disimulado no llamaraia tanto la atencion, buen caballero que fuiste eh!

    Ya pude entrar! =P

    Ademas eso de entro por que entro aunque paresca body paint Toditas lo hemos hecho delgaditas o gordas..

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  4. Me muevo entre la envidia y la risa..
    Haber podido ponerse alguna vez algo así.. ese es mi sueño!!.. jajajaja
    Aunque claro.. creo que mi gusto no me lo hubiera permitido (pero ese es otro tema)
    Besos

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  5. Mío... Bueno, sé que lo hacen (o lo intentan), tanto como hacen eso de guardar alguna ropa por si acaso algún día les vuelve a quedar...

    Flor, yo tenía 20 y ella 31, la verdad es que no pensaba mucho en si tenía o no buen gusto, por entonces...

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Sólo dilo, no te cortes...