07 octubre 2011

Con dos dedos de frente... o más.

Ayer andaba de shopping, cuando me crucé con un tipo como el de esta foto (no le tomé una foto porque me desagradó tanto, que no habría podido). No se veía tan así como éste, sino mucho peor. Su pelo daba vueltas y revueltas, de abajo arriba, de arriba abajo, de atrás hacia adelante, mal teñido por añadidura, horrible en una palabra.


Creo que nadie quedó indiferente al verlo, y muchas chicas se reían descaradamente. Yo miré a su mujer, que la llevaba del brazo, y ella tenía cara de ¿y yo qué puedo hacer? ya lo intenté...

La verdad, yo no soporto a los hombres que hacen estas cosas. Los desprecio profundamente. Y no vaya a creer alguien que hablo desde la falsa seguridad del que tiene una frondosa cabellera. No. Hablo con pleno conocimiento de causa.

Y, visto que hay que ser consecuente con lo que se predica, y estando ya dentro del tema, ampliaré el post hablando de mi personal experiencia en temas capilares:

Hace mucho tiempo, cuando estaba en la universidad y aún vivía con mis padres, me encontré un día con que se me caía el pelo, más de lo normal. Me preocupé, en un primer momento, pero luego miré a mi padre, pensé en mi hermano -12 años mayor-, después en mi otro hermano -6 años mayor- y lo tuve claro: esto es simple genética. Y de ahí en más dejé de peinarme hacia el lado, como me había peinado mi madre en mi infancia y como hasta entonces hacía "por defecto", y me peiné hacia atrás, que lo que uno es, es, y lo demás son tonterías.

Pasaron los años, y mi pelo y yo no teníamos problemas de convivencia, salvo que me volví más inteligente, pues tenía más de dos dedos de frente. De hecho, una vez que hice una campaña interna para ser representante de los trabajadores, mi slogan era:  "Tu representante debe ser un hombre con las ideas claras, un hombre con dos dedos de frente. Vota por mí, que tengo cuatro." 

En una época en que estaba usando barba cerrada (que periódicamente cambio de look: con barba, sin ella, con bigotes, etc), estaba en el trabajo y llegó un compañero a pedirme algo. Yo no le hice ningún caso, pues estaba muy ocupado. Molesto, me dijo entonces:

- Oye, Arturo Prat, hasta qué hora espero que me atiendas!!

Me sorprendió que me llamara así, en el primer instante, pero luego caí en el porqué, y acepté la broma, a pesar de que no estoy a la altura de Arturo, ni en los méritos ni en amplitud de la frente . (Arturo Prat es EL héroe naval chileno).

De ahí en más, en el trabajo pasé a ser "Don Arturo", y tanto así que nadie ya me llamaba por mi nombre, que más de algún trabajador nuevo llegó a mi oficina a pedirme algo, diciéndome: "Don Arturo, podría usted...". Obvio que yo los atendía igual, y no me daba la molestia de corregirlos, ya que ese apodo nunca me molestó. Uno sabe lo que es y lo que vale, tenga una buena frente o no.

Ese mote se perdió el día en que uno, más insolente, me dijo derechamente "pelado", y habiéndose atrevido uno, los demás también lo hicieron. Eso no me causó ningún disgusto, ni trauma alguno. ¿qué más dá?. Hasta el gerente que tenía hasta hace unos años me decía: "Oye, peladito" cuando quería pedirme que hiciera un trabajo. ¿Por qué iba a importarme? Lo que me interesaba es que supiera valorar lo que yo hacía, el empeño que ponía en mi trabajo. Y lo hizo, pues él fué quien me promovió y me dió un puesto de jefatura. ¿De qué valía que el gerente que llegó después me tratara con suma corrección, si no apreciaba mis capacidades?.

Hasta hoy, en el trabajo se me conoce como "el pelado", y aún me ha pasado que -estando con descanso y yendo por la calle, algún conocido me grite desde un lado a otro de la calle: "hola, pelado, cómo estás...", y eso no me acompleja, ni me avergüenza, ni me quita la alegría de encontrar a alguien que no has visto hace tiempo.

No. Tener menos pelo que otros no te hace menos en ninguna forma. ¿Que, tal vez, muchas mujeres no te mirarán dos veces? ¿Y qué? ¿No es acaso mucho peor que, como al tipo de ayer, te miren dos, tres y cuatro veces, pero sólo porque les parece ridículo tu peinado, y quieren reírse de él y de tí?.
Tener menos pelo que otros no me dificultó (de soltero) el tener amores, ni el encontrar una mujer que me quisiera y aceptara compartir mi vida. No me ha hecho menos en mi trabajo, ni en ningún lugar donde haya ido, ¿por qué entonces no ser como se es y ya?

Uno vale por lo que lleva adentro, el envase es sólo eso, un envase.

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7 comentarios:

  1. Hoy en día, que hay tantos jugadores de fútbol que se pelan del todo en cuanto empiezan a tener entradas, yo no sé como todavía sigue siendo la "alopecia" un trauma tan masculino.
    A mi jamás ha dejado de gustarme un hombre por su carencia de cabellera pero como mujer yo he aguantado el tipo con mis calvas hasta que ha llegado mi churumbel y me ha dicho:-mami, peinate que se te ven las calvas, y ahora empiezo a dudar....

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  2. Esa hija tuya..., y eso que está recién empezando.

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  3. Dios, es horroroso ver a un hombre de esos que se deja un felpudo de pelo pegagoso en la cabeza. Tengo amenazados a mi padres y hermanos para que, si algún día se quedan calvos, jamás lo hagan.

    A mí tampoco me ha dejado de gustar nunca un hombre por no tener pelo. Eso sí, uno debe asumir las cosas. Nada de medias tintas. Cuando la mayor parte de la cabellera se va, lo mejor es raparse y asumir la realidad.

    En España tenemos a este político, muy conocido por su peinado: http://odstatic.com/elmundotoday.com/2009/04/anasagasti2.jpg

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  4. No sé porque la gente se anda fijando en todo menos en su cara y en su cuerpo. Todos se hacen a los perfectos, a los que deben señalar y martirizar a los poco agraciados, a los que tienen patologías, a los histrionicos, a .. todos... parece un infierno, una selva...
    El ser humano no progresará si sigue en esta línea... yo creo que es tiempo de cambios y ya.. Por eso evito ya a la humanidad... cada vez estos reproches (que son una pérdida de tiempo) cansan...
    Aceptar a los unos y a los otros es una tarea muy díficil, por ello todos deberían intentarlo... la vida se les irá en ello y muy pocos lo lograran..
    besos y abrazos, nos estamos leyendo.

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  5. Ay, Madame... te he llegado a conocer, y sé lo sensible que eres ante ciertas cosas, por eso entiendo este comentario que a otros podría parecer tan extremo.
    Sin embargo, permíteme decir que nadie que me conozca podría acusarme de que yo discrimine a alguien por su aspecto físico, o por cualquier otro motivo.
    Lo que critico en este post -y siempre- es el que las personas no se acepten a sí mismas, tal como son.

    Todos tenemos que mejorar, por cierto. Pero apartarse de la humanidad -como dices estar haciendo- no es el camino. En ningún caso.
    .

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  6. Cristina, esa solución extrema la tengo en carpeta, pero falta muchísimo para eso. No creo que viva lo suficiente para necesitarla.

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  7. Hay calvorotas muy interesantes; es más, se dice, se rumorea que tienen virtudes ocultas;)
    K

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Sólo dilo, no te cortes...