06 enero 2012

No es lo mismo

Me doy cuenta que el post anterior era medio deprimente. Tal vez éste resulte mejor, pues aunque es sobre el mismo tema, y tan verídico como su antecesor, deja un mejor sabor de boca. (Por cierto, este caso lo presencié antes del otro).



(No era ésta, por cierto, pero juro que podría haber sido su hermana...)

Era una mujer estupenda, de proporciones estatuarias.
Alta, hermosa.
Y negra, por añadidura (eso no importa, pero ¿cómo no mencionarlo?).

Llevaba con gracia (y facilidad) un carro de supermercado casi lleno.
A su lado iba un niño, de unos 4 años.
Un paso más atrás, su pareja.
Un hombre de unos 40, algo grueso (no era bajo, pero junto a ella lo parece).
Por su aspecto, probablemente alguien que trabaja en una minera. Un ingeniero, un supervisor, alguien así.

Ella -de pronto- enfila el carro hacia el sector donde se exhibe la ropa. -venden de un todo en ese supermercado-.
El hombre (¿su marido?) le dice, cortante:

¿Dónde vas? ¡No vas a ponerte a mirar ropa!

Ella se detiene, lo mira por sobre el hombro, gira empujando el carro, como si fuese a tomar otro rumbo, pero queda de frente a él. Lo mira nuevamente, a la cara, y le lanza el carro con fuerza, de modo que él, sorprendido, se ve obligado a detenerlo para que no lo golpee.

Ella, tranquilamente y sin decir palabra, se va a ver ropa, como si no hubiera en el mundo otra cosa más importante que hacer.

-.-

Creo que -hasta ese momento- el muy torpe no se había dado cuenta de que su mujer no era chilena.

.

3 comentarios:

  1. Que es que a las chilenas las tenéis sometidas o qué??!!! Olé por la negra!

    ResponderEliminar
  2. Mucho machismo veo por ahí...o intento.

    ResponderEliminar
  3. Me ha dejado un poco perpleja tu comentario sobre las chilenas...
    Lo importante para que el machismo vaya desapareciendo es que las mujeres se atrevan a dar un paso al frente (o lanzar el carrito contra el macho dominante, en este caso :D)

    ResponderEliminar

Sólo dilo, no te cortes...